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Sí a la barba, pero como debe ser. No se trata de llevarla de cualquier manera. Cuídenselas. Ahora que crecen las apuestas sobre si les quedan cuatro telediarios, los expertos del asunto lo tienen claro: los ‘hípsters’ y demás devotos (‘lumberjacks’, ‘muppies’, ‘bobos’, ‘coolturetas’, ‘neohippies’, ‘ ... yuccies’, ‘fitsers’ y otras tribus urbanas) pueden dormir tranquilos. ¡Larga vida a la barbas! Claro que siguen molando, pero, insistimos, como debe ser, saneadas y arregladas. Nada que ver como la luce a menudo Joaquin Phoenix (no cuaja el estilo indigente, que tanto promociona la moda para otros menesteres). Conviene fijarse en otros actorazos. Ya sea en el veterano Jeff Bridges (salvaje, pero con estilo) o en el pulcro Jake Gyllenhaal. Por no hablar de Ryan Gosling.
Es sencillo, o menos complicado de lo que parece, lucir un aspecto (casi) perfecto. Lo primero que hay que saber es que no se la puede dejar crecer de forma asilvestrada, arbitraria y estrafalaria. Ancha es Castilla, pero pongamos límites. ¿Que el vello no siempre sale tan grueso como desearíamos? De acuerdo, pero no desespere si es uno de esos tipos a los que la barba le tarda siglos en crecer o tiene que batallar contra las calvas antiestéticas. Se acabaron las preocupaciones: se puede pasar de lampiño a leñador en casi un abrir y cerrar de ojos, siempre que los cuidados faciales sean idóneos.
Es aconsejable purificar los poros dos veces al día (una por la mañana y otra por la noche) para «eliminar todo exceso de resina y suciedad». Este proceso debe acompañarse de la aplicación de una crema exfoliante un par de veces por semana para eliminar la piel muerta que obstruye precisamente los poros.
Una vez que hemos conseguido cubrir la cara y el vello comienza a expandirse de forma voluminosa, hay que recortar el ‘seto’. Más o menos como si se tratara de un jardín. Así que manos a la obra. El mantenimiento periódico ayudará a mejorar la forma. Y no se asusten sobre si tanto cuidado puede interrumpir el avance de esa soñada barba. Ya saben: tupida, fuerte y suave.
Existe una certeza incuestionable. Con la barba pasa lo mismo que con el pelo de la cabeza: hay que peinarla y limpiarla. ‘Siem-pre’. Todos los días. Expertos de la edición estadounidense de la revista ‘GQ’ advierten, no obstante, que nunca hay que recortarla cuando uno la siente grasienta, sucia o mojada. «Solo hay que hacerlo en su estado más limpio y fresco para tener una idea precisa de su forma y qué áreas necesitan más atención», afirman los estilistas, que recomiendan meterla mano solo después de lavarla con un champú específico, peinarla y dejarla secar.
No cometamos, por tanto, los errores de muchos de nuestros abuelos. Aunque también podemos aprender de las destrezas de estos enfrente del espejo. Pese a que pueda parecer una locura, lancémonos y convirtámonos, igual que hacían nuestros mayores, en nuestros propios barberos. ¿Cómo? Podemos echar mano de las tijerillas de toda la vida (las mismas con las que otros se acicalan el bigote) y, por supuesto, de las clásicas navajas de afeitar y prescindamos de las maquinillas. No hay peligro. Cuentan que es la mejor manera de eliminar los pelos descuidados y que sobran. Como con las malas hierbas, acabemos con ellas.
Quienes de esto saben bastante consideran fundamental extremar la atención en los bordes. Ahí van sus prácticos consejos: «Si no estás seguro de dónde cortar la línea del cuello, coloca tus dedos índice y corazón directamente sobre tu nuez. Imagina una forma de ‘U’, que se dibuja desde ahí hasta detrás de las orejas, y el punto más inferior es el lugar en el que tienes los dedos. Todo lo que permanece por debajo de esta ‘U’ imaginaria debe afeitarse. Todo lo de arriba se queda», añaden.
Superada esta prueba, hay que abordar un último aspecto crucial. Las barbas, como las cabezas nuevamente, hay que nutrirlas, si queremos mantenerlas suaves y, lo más importante, saludables. Lo sano siempre crece más rápido. Las barberías más ‘fashion’ venden gotas de aceite para aplicar sobre el vello limpio y seco. Se matan así dos pájaros de un tiro, ya que se acondiciona la piel del rostro, que corre grave riesgo de resecarse.
No conviene fiarse uno después de concluir la poda, aunque nos creamos los hombres más favorecidos del mundo. Casi siempre salta a la vista algún pelo feo y rebelde que puede arruinar nuestra imagen. No pasa nada. Y si a pesar de todas las atenciones no hay forma de acabar con ellos, se afeitan y punto. Porque las barbas van a seguir de moda, pero limpias, estilosas y sin provocar rechazo. Nada de ir por las calles haciendo ‘un Joaquin Phoenix’.
Sin embargo, conviene no olvidar que la barba que mejor le sienta a uno dependerá de la forma de su cara. Así a los rostros ovalados (los más favorecedores por su simetría, como el de Jude Law) les caen bien casi todos los estilos, especialmente las barbas tupidas por los lados y cortas en la parte inferior. En cambio, las caras redondas aciertan con las barbas largas, mientras que para las rectangulares se aconsejan laterales más frondosos a fin de redondear la tez. Entre los expertos existe la opinión generalizada de que a los hombres de cara cuadrada, tipo David Beckham, les sientan mejor las barbas largas y estrechas, mientras que los rostros angulares (tipo Ryan Gosling) deben mantener a raya el vello y lucirlo corto y recortado. Por el contrario, a las caras con forma de diamante, como la del ‘vampiro’ Robert Pattinson, se recomiendan barbas en forma ovalada para evitar que las mejillas anchas y una frente y mandíbula angostas echen a perder el ‘look’.
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