Me apetece que lo saques gordo y feo y, si ha adelgazado, ya sabes, le haces 'photoshop'». Ignoro si esas palabras han salido de la boca de Mar Flores, pero desde luego son pura poesía arrabalera, dignas de una especie de 'Paquita la del Barrio ... 2.0' (por lo del Photoshop) y merecedoras de figurar en la antología del despecho junto a obras de arte como 'Rata de dos patas' y 'Pobre pistolita'.

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Tiene gracia, vivimos poco menos que esclavizados por las nuevas tecnologías y medio robotizados por el abuso del móvil pero, ay amiga, las ganas de revancha contra el ex que te engañó siguen anidando en los recovecos más oscuros de las entrañas. Venía a decir Umbral que, pese a todos los adelantos, moralmente el ser humano no ha evolucionado un milímetro desde las cavernas. Pero, si lo pensamos bien, tendría lógica que una mujer famosa por su belleza y por sus retoques quisiera vengarse del maromo que la traicionó con las armas que mejor domina. Isabel Preysler, por ejemplo, si un día se hartara de Vargas Llosa (algo casi tan improbable como que el papa Francisco se convirtiera al islam), siendo ella la reina de corazones, podría decretar 'que le corten la cabeza', pero como eso lo pone todo perdido lo lógico es que ordenara que le corten el photoshop. Y ese día íbamos a ver envejecer al insigne Premio Nobel como 30 años de golpe...

Vivimos tiempos muy locos. Ayer, mientras Leticia Sabater sorprendía al mundo con una canción que parece un homenaje póstumo a Escohotado («mezclo la 'mari' con cerveza, acabo una fiesta y otra empieza»), Mar Flores lanzaba un comunicado negando haber traicionado a sus amigas. «Nunca hablaría mal de una mujer». Del hombre, Elías Sacal, ni palabra. Dicen que han vuelto. Como diría Paquita la del Barrio, «Que me lleve el diablo»... Pero que me lleve en yate.

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