Pienso en lo que me ocurrió este sábado y me viene a la memoria una legendaria viñeta de Forges sobre la víspera de una 'Operación salida' en la que aparecían los edificios de una ciudad de noche con sus ventanas iluminadas y, desde cada una ... de ellas, cada cabeza de familia argumentando lo mismo: «Saldremos a las seis de la mañana para no encontrar a nadie en la carretera». Huelga decir que al día siguiente el atasco fue monumental. Pero lo curioso es que yo de ese chiste me acordé el domingo, ya a toro pasado. Mientras que el viernes, como por lo visto a tantos otros paisanos, se me ocurrió una brillante idea: «Mañana las playas estarán abarrotadas, así que iremos al monte»...

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Me bastó ver una cola kilométrica en un popular 'txakolí' para colegir que el razonamiento había sido colectivo. Ese día, en lo de ir a la montaña, todo el mundo era Mahoma... Y Georgie Dann, su profeta, porque no había merendero que no estuviera invadido por hordas de familiares, amigos y demás parientes (sin distancias ni mascarillas) apiñados en torno a una barbacoa. ¿Todos esos que se apretujan en ese banco de piedra para compartir la ensaladilla vivirán en la misma casa?, me preguntaba. Porque o bien el sábado se celebraba el Día Internacional de la Familia Numerosa y el de la Comuna Hippie prácticamente a la vez (y yo no me había enterado) o bien es que el personal se estaba saltando la fase 2, al más puro estilo Fosbury.

Mientras observaba a distancia el tumulto, me llamó poderosamente la atención un espigado rubio sin camiseta más sobrado que Bolsonaro a caballo. Lo mismo atizaba el fuego que tosía (tal vez por efecto del humo), que repartía abrazos... Concluí: «Si hoy fuera martes, ese sería Joaquín de Bélgica».

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