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Qué duro es divertirse!», sentenció una amiga mía con asombrosa lucidez cuando, al término de una salida nocturna, un grupo de jovenzuelos nos batíamos en retirada... Por aquellos tiempos divertirse era una opción. Hoy, sin embargo, yo diría que se está convirtiendo en un precepto ... de obligado cumplimiento. El que no se divierte (o lo intenta) es considerado por la 'sociedad en su conjunto' un marginado, un paria o, aún peor, un pringao que no se entera de qué va (nunca mejor dicho) la fiesta.

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elcorreo ¡¡¡Fiestaaaa!!!