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El goteo de muertes de figuras de K-pop en Corea del Sur no cesa. Un mes después del suicidio de Sulli, una estrella de 25 años que tuvo que abandonar la música tras sufrir bullying, otra intérprete, Goo Hara, ha seguido el mismo ... camino. El cuerpo sin vida de la cantante, de 28 años y exintegrante del grupo Kara, fue localizado en su domicilio. Aunque la Policía no ha precisado las causas del fallecimiento, medios locales apuntan a un suicidio. De ser cierto, la de Hara ha sido una muerte anunciada.
A principios de este año, Hara había alarmado a sus seguidores con varios mensajes en Instagram en los que dejaba entrever su preocupante situación anímica. En uno de ellos decía: «Actuar como si no estuviera cansada, cuando lo estoy, actuar como si no tuviera dolor, cuando lo tengo». En mayo, fue encontrada inconsciente en su casa y hospitalizada. En aquellas fechas la intérprete se había visto envuelta en disputas con un exnovio que amenazó con hacer circular un video sexual de ella.
Tras recuperarse y volver a los escenarios, la cantante pidió perdón a sus seguidores con otro mensaje en el que se disculpaba por causarles «preocupaciones y conmoción». Goo Hara relanzó así su carrera en solitario con una gira por Japón y el lanzamiento de un nuevo sencillo, pero su desesperación no había desaparecido. Su última publicación en Instagram, donde contaba con 1,6 millones de seguidores, fue una foto tomada días antes de morir. En la imagen aparece ella tendida en una cama. Solo se ve su rostro en el que destacan unos grandes ojos que miran a la cámara y un gesto de los labios a medio camino entre la sonrisa y el dolor.
Hara fue una de las amigas más cercanas de la cantante y actriz Sulli, una joven que se suicidó en octubre a los 25 años y que había hecho temblar los cimientos del K-pop al hablar sin tapujos de problemas de salud mental, acoso cibernético y derechos de las mujeres, temas muy sensibles en una sociedad conservadora como Corea del Sur. La rebeldía de Sulli fue respondida con violentos ataques en las redes sociales, que se llenaron de 'trolls' que comenzaron a propagar todo tipo de rumores sobre la cantante. Fue demasiado para ella, que no pudo soportar la presión.
Los artistas de K-pop son en Corea unos ídolos en el sentido estricto de la palabra. Deben ser personas ideales y perfectas en todo momento, incluso en sus vidas personales. No solo es que lo tengan que ser, sino que se les obliga a ello. Las estrellas de este estilo musical, que cuenta con millones de seguidores en todo el mundo, se ven sometidas a contratos esclavistas, ritmos de trabajo inhumanos y presiones enormes por parte de empresarios, que no dudan en obligarles a ponerse en manos de cirujanos para cambiarles el rostro. Son unos jóvenes que sueñan con el cielo y acaban en el infierno.
Goo Hara es la número trece. Desde finales de la década de 1990 la sucesión de suicidios entre los talentos del K-pop ha sido constante. Muchos no habían podido soportar las críticas en línea sobre sus apariencias, personalidad y sus estilos de vida privados. Otros, como le sucedió a Jang Ja-Yeon, habían sido objeto de abusos sexuales por parte de los poderosos de la industria del entretenimiento.
Internet ya ha comenzado a llenarse de textos que lamentan la muerte de Goo Hara, la última víctima del K-pop. «No imaginé que algún día ella moriría e iría al cielo con Sulli», escribe en Instagram una seguidora. Junto a este mensaje, los ojos de Hara parecen gritar todo lo contrario.
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