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j. vázquez
Domingo, 15 de abril 2018
El Festival de Música y Artes del Valle de Coachella es tanto un maratoniano encuentro musical como un enorme escaparate egocentrista. Nacido en 1999, la popular y masiva reunión cerró ayer el primero de los dos fines de semana completos -de viernes a domingo- ... que ofrecerán un total de 200 conciertos en la presente edición. La cita se repetirá los próximos días 20, 21 y 22 con un programa idéntico, en el que destacan The Weekend, Eminem, Jamiroquai y Beyoncé. Esta última eclipsó a todos sus compañeros de cartel en la recién concluida primera tanda de la reunión, que tiene lugar en el elegante Empire Polo Club de Indio (California), a 204 kilómetros al este de Los Ángeles.
Como ha ocurrido con otros festivales más veteranos -que con el paso de los años han ido transmutando hacia la frivolidad sus espíritus fundacionales-, Coachella es desde hace ya un tiempo pasto del famoseo y del desfile de los modelos pretendidamente informales que pasean artistas de diversas disciplinas y primeras estrellas de esas nuevas estirpes denominadas 'youtubers' e 'influencers'. Y aunque en el cómputo de los seis días se espera la afluencia de unas 250.000 personas, tampoco es que allí pueda acercarse cualquier mindundi: el pase para tres días cuesta cerca de 400 euros y el acceso vip se cobra a 900. Así, desde el viernes han lucido palmito por el lujoso escenario la 'top model' brasileña Alessandra Ambrosio, Paris Hilton, Cindy Crawford, Paris Jackson o el mismísimo Justin Bieber.
Pero no todo lo que rodea a este festival rebosa glamur. Unas semanas antes de inaugurarse la presente edición de Coachella se reeditaron serias acusaciones contra Philip Anschutz, un empresario nacido hace 78 años en Kansas y propietario Anschutz Entertainment Group, un emporio compuesto de tres divisiones: conciertos y festivales, deporte y cine. El primero de ellos organiza los conciertos de Coachella, certamen que le reporta unos beneficios próximos a los 80 millones de euros en estos dos fines de semana.
Hace un año, se publicó que Anschutz ha financiado con generosas donaciones a grupos contrarios a la comunidad LGTB, instituciones antiabortistas y asociaciones negacionistas del cambio climático. Ahora se dice además que también apoya económicamente a entidades ultraderechistas. El empresario negó todo en su día, tachando de «falsas» las afirmaciones publicadas. «Es todo basura -dijo-. Yo apoyo los derechos de todas las personas sin tener en cuenta su orientación sexual y en mis empresas no toleramos ningún tipo de discriminación». También aseguró haber «cesado todas las contribuciones» a los grupos «de los que se dice» que fomentan la homofobia y la exclusión.
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