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Karl Lagerfeld posa con fotos de su gato. Agencias
Choupette

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Jueves, 21 de febrero 2019, 00:24

Un amigo me regaló hace tiempo un frasco de 'Chanel nº 5' y lo estuve utilizando... como ambientador de baño. Esto lo llega a saber Karl Lagerfeld y me crucifica (o me pone un piso en la Rue Saint-Honoré, nunca se sabe). Ese famoso ... perfume me ha resultado siempre cargante, igual que Lagerfeld me parecía un altivo extravagante, un estirado de cuello duro, un 'racista' de la estética. A las modelos las repudiaba en cuanto cogían unos kilos. Tanto que a Claudia Schiffer, hermosamente redondeada por la maternidad, llegó a llamarla «vaca alemana». El diseñador había alcanzado la categoría de genio de la moda universal, más allá incluso de ese planeta elitista y ajeno a la realidad que es la pasarela, pero como ser humano parecía empeñado en caer mal. Ahora que ya no está, brotan emocionados testimonios de algunos de sus empleados hablando de lo respetuoso y generoso que fue con ellos y sale por fin a la luz esa «mirada de perrito bueno» que le atribuían sus amigos y que él siempre quiso proteger de la curiosidad del «populacho» (eso decía) tras unas gafas de sol.

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