Choripán

De todas formas, la credibilidad de un viajero temporal que se hace llamar Loka, 'agente Loka 77', ya va implícita en el nombre. Más que un viaje en el tiempo en condiciones yo diría que lo que ha tenido este agente es un flash de lo que van a ser mañana las fiestas del Santo Tomás pospandemia en determinadas ciudades vascas donde se producirán tremendas concentraciones humanas con tal grado de desesperación por pillar un talo con chorizo que aquello parecerá el fin del mundo.

No ha nacido el viajero del futuro capaz de predecir imágenes como las que presenciamos boquiabiertos en la final del Mundial de Qatar. Nadie nos alertó de que Messi, en un lugar como Doha, levantaría la Copa en deshabillé, ni que Macron le daría la chapa a Mbappé cual moscón de discoteca. Ahora sabemos que lo de Messi se llama bisht y allí es una prenda de gala. Lo de Macron en cambio no tiene nombre. Arrodillado en el césped le calentaba la oreja a un morrudo Mbappé que ponía cara de estar pensando: «¿Qué parte del 'no' no has entendido?».