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Bilbao, como tantas otras ciudades de España, luce desde ayer un filtro Valencia. Y no se lo ha puesto un 'instagramer', sino la calima, humilde arena del desierto del Sáhara que de redes sociales no tiene ni idea. Curioso que justo en plenas Fallas toda ... la península aparezca envuelta en ese tono anaranjado cuyo nombre, por cierto, no se debe a la ciudad de Valencia sino a la calle de San Francisco donde se ubicaba el café que solía frecuentar Kevin Systrom, uno de los fundadores de Instagram. Hoy la calima, como filtro, está dejando en pañales a los genios creadores de esa red social porque su efecto visual es infinitamente más impactante e hipnótico que los inventados por ellos. Lo cual vuelve a demostrar que la realidad (cuando se pone) supera lo virtual.

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