Boda VIP en Gijón con los cachorros de la jet-set española: Marta Ortega, Alonso Aznar, Álvaro Falcó...

El enlace empezó poco pasada la una del mediodía. El novio, serio, pero tranquilo, llegó cuando pasaban tres minutos de la hora prevista. Lo hizo acompañado de su madre, la gijonesa Nieves Varela, que escogió para la ocasión el diseño de uno de sus modistos de cabecera. La madrina lució un vestido largo de Marcos Luengo confeccionado en crepé pesante de seda natural en color rosa/malva y manga tres cuartos. La novia llegó diez minutos más tarde, más nerviosa, pero derrochando desparpajo: «Bueno, ya, que me quiero casar», comentó riéndose a los fotógrafos antes los que posó a su llegada a la iglesia en un Cadillac clásico.

La ceremonia duró menos de una hora, en la que se dieron cita nervios, emoción y alegría. Todo bien aderezado con música y guiños a la tierrina, por la que pujaron los padres del novio. A la llegada del novio sonó 'Oboe de Gabriel', de Ennio Morricone. La novia escogió el clásico 'Canon en Re Mayor', de J. Pachebel para su entrada, hecha del brazo de su padre y precedida del joven León. Leyeron familia y amigos e interpretó la soprano Beatriz Díaz. En concreto, los temas 'Ave María', de J. Caccini; 'Laudate Dominum', de W. A. Mozart, y 'O Mio Babbino Caro', de Puccini. Durante la ceremonia también sonaron 'Aleluya', de Cohen; 'Canticorum Iubilo', de Haendel; 'Heilig ist der herr', de Schubert, y el 'Himno de Covadonga', de Sagastizabal del Valle, el cual entonaron todos los asistentes.

La salida de los novios fue rápida. Ellos precedieron una comitiva que apenas se paró unos pocos minutos en los aledaños de la iglesia. Mientras sonaba 'Entrada de la Reina de Saba', la feliz pareja saludó y, sin dilación, se introdujo en el Cadillac para recorrer los escasos 300 metros que desde la iglesia de San Julián distan a la Finca Villa María, donde se celebró el cóctel y transcurrió la fiesta. La mayoría de invitados, Marta Ortega y su marido a la cabeza, bajaron andando, si bien un autobús trasladó a unos pocos invitados.

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En Villa María, que redobló su seguridad para la ocasión, la música de las gaitas y los tambores recibió en primer lugar a los recién casados, que se bajaron a la entrada del recinto y pasaron andando mientras sonaba el 'Asturias, patria querida'. Tras ellos, y sin gran demora, el resto de invitados, que llegaba a las 200 personas.