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Si, como dicen los expertos, bailar reduce la ira, urge un Gobierno sensato que imponga a sus señorías una clase de bailes de salón antes de cada sesión del Congreso. De obligado cumplimiento. Por decreto. Y con una duración mínima de una hora para que ... el desfogue sea total. Por supuesto, nada de elegir pareja. A bailar con quien te toque. Y si coincide que ambos sois del mismo sexo, os repartís los papeles para decidir quién lleva y quién se deja llevar... Las discusiones violentas, la incapacidad para ponerse de acuerdo, y no digamos ya pisar el callo, se penalizará con la prohibición de asistir al pleno. Y se premiará con más minutos de intervención a las parejas de adversarios políticos que demuestren una mayor capacidad de coordinación y consenso a la hora de llevar el ritmo. No hace falta ser Nacho Duato, ni siquiera estar en forma. La actitud es lo que cuenta: el placer de bailar compenetrado con otro ser humano, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión u opinión política.

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elcorreo A bailar