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Lleva 36 años cocinando en la tele y tiene mucho futuro por delante. Karlos Arguiñano aterrizaba en 'El Hormiguero' con un libro debajo del brazo. '545 recetas para triunfar' es el título de la flamante publicación. «Es un regalo de diez. Con este libro, a triunfar. Para solteros, malcomidos y divorciados es un tesoro», animaba el chef vasco mirando a Pablo Motos. «Ya sé que estás siempre entrenándote, pero hay que cocinar un poco también», vacilaba al presentador. Y sentenciaba con humor: «Comer bien es fundamental en esta vida y, con los pantalones puestos, la única forma de gozar».
¿No tienes tiempo para cocinar? @karguinano te da la solución #ArguiñanoEH pic.twitter.com/42Pse6N7u4
— El Hormiguero (@El_Hormiguero) December 12, 2024
La nueva afición de Arguiñano es pintar piedras. Uno de sus hijos le regaló unas pinturas y una docena de piedras, «y estoy encantado con esto, no molestas a nadie, no estás pensando en nada… y les pinto ojitos», manifestaba sonriente. No faltaron regalos para Motos. Unos paños, pan de su hijo Joseba y una txapela eran los presentes. Y el comunicador se puso la boina y no se la quitó durante toda la entrevista. «Así, el pollo te va a parecer pollo de caserío», bromeaba el maestro de fogones.
«Lo cocinado en casa es mucho mejor que comprar comida cocinada», decretaba Arguiñano que ponderaba después a la olla exprés. «Es un invento como la rueda. Es una solución divina en las casas. En cuatro minutos tienes hechas unas patatas a la riojana», afirmaba. Y en su mesa nada de tonterías. «Yo, si llego a un sitio y hay alguien comiendo gambas con cuchillo y tenedor, me voy a otro sitio», proclamaba.
Las gambas se pelan, ¿con las manos o con cubiertos? @karguinano responde #ArguiñanoEH pic.twitter.com/qzanWavFwI
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El cocinero vasco también habló de las muchas lisonjas que recibe. «Me dicen muchas señoras que soy muy limpio, es el piropo que más me gusta, me encanta. Es que me lavo siempre las manos antes de empezar a cocinar. Y lo enseño en la tele», comentaba antes de recomendar que no se tire el aceite usado «por la fregadera» y que conviene limpiarse los dientes después de cada comida. «Es que son temas de higiene natural», remataba.
«Empecé a cocinar a los ocho años. Mi madre estaba impedida de las piernas por una polio, yo era el mayor de los cuatro hermanos y llegaba de la escuela y tenía que ayudarle a pasar la salsa de tomate por el pasador, a pelar patatas, limpiar los puerros… Desde muy joven, lo de la cocina ha sido una cosa natural», rememoraba Arguiñano. Y centraba el tiro en sus años mozos. «Mi madre me decía: ¡Que poco fundamento tienes! Era un chaval muy movido. Me movía mucho y no aprobaba nada. Mi padre se creía que era tonto. Estudiaba en los Benedictinos de Lazcano. Llevaba siete suspensos y le tenía que dar las notas al aita para que las firmara. Se las daba acojonado. Y las miraba y me decía que era bobo. Es que él quería que yo fuera arquitecto», afirmaba.
Para cerrar la charla, Motos preguntaba a su invitado por lo que más le preocupa de la actualidad. «Las guerras, que es imposible pararlas. Te haces mayor muy rápido y sabio muy tarde. Yo ya soy sabio. Con 35 o 40 años, piensas que las guerras algún día se acabarán. Y cuando ya vas para ochenta, ves que no se acaban porque en el mundo mandan los malos, en todos los sitios. Y los jefes no cascan, cascan los chavales de veinte a los que los mandan. Los chavales no tienen enemigos. Los enemigos los crean otros y luego mandan a tus hijos a las guerras», reflexionaba Arguiñano que también piensa en otro mal.
💬 Lo que más le preocupa a @karguinano: "Nadie se acuerda del que no tiene nada" #ArguiñanoEH pic.twitter.com/e7fDFd4s2C
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«Y luego, el hambre. Yo que me dedico a dar de comer… Que la gente no tenga para comer un plato de patatas a la riojana caliente, con lo que se gastan en armamento. No habría hambre en el mundo. Es un desastre y con eso sufro un montón», explicaba. Y zanjaba: «Nadie se acuerda del que no tiene nada. Es más, molesta porque igual se ha tumbado con unos cartones cerca de tu casa. Yo la primera vez que vi gente durmiendo en la calle fue en Nueva York. ¡A tres grados! Veo que no tiene arreglo y me jode un montón».
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