Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Arantza Furundarena
Martes, 6 de febrero 2018, 01:01
Con 22 años fue testigo de cómo se gestó aquel histórico 'Ja sóc aquí'. Y lo relató en 'Tarradellas: la conciencia de un pueblo'. Hoy, a sus 62, directivo de una prestigiosa empresa de comunicación, a Albert Arbós «por pura curiosidad periodística» le encantaría vivir 40 años después en directo la vuelta de Puigdemont, «aunque –advierte– no tiene el fuste político de Tarradellas».
–¿Qué hacía con 22 años en el avión de Tarradellas?
–Conocí a Tarradellas cuando me fui a entrevistarle a su casa en el exilio, en Saint-Martin-le-Beau, un año antes de su regreso a Barcelona. Yo solo era un simple corresponsal de la zona de Palamós, donde nací. La entrevista empezó mal, estuvo a punto de echarme de su casa. ¡Qué verde está usted!, me decía... Pero me salvó la campana: entró su mujer diciendo que la mesa estaba puesta.
–Y luego Tarradellas le acabó cogiendo cariño...
–Me especialicé en el tema. Y casi me convertí en el nieto periodista de Tarradellas. Eso hizo que pudiera estar en su avión como enviado especial del diario Catalunya Express cuando aterrizó en El Prat. También viví de cerca la primera reunión que tuvo en Madrid con Suárez, que resultó fatal.
–Sin embargo, Tarradellas dijo que había ido muy bien.
–Quería que todo fuera un camino de rosas hasta su reunión con el Rey Juan Carlos, porque había conocido a su padre en el exilio y estaba seguro de que se entenderían. Acertó. Una vez que lo recibe el Rey cambia la historia y se dibuja toda la operación que terminó con su regreso.
–Con Puigdemont, ¿la historia se repite como farsa?
–Quizás en algún momento Puigdemont ha querido repetir la historia de Tarradellas en el exilio, aunque yo no llamaría exilio a lo que él está viviendo. La legitimidad histórica de Tarradellas de una Guerra Civil no se puede comparar con los hechos que pasaron en el Parlament en octubre.
–¿Se querrá marcar Puigdemont un Tarradellas?
–No dudo de la buena fe de Puigdemont. Pero le veo tics de creérselo. Dice estar guardando toda la correspondencia y toda la documentación. Y eso sí es un poco marcarse un Tarradellas, aunque lógicamente en su situación no puede volver y ponerse a hablar, como hizo Tarradellas, con todos los poderes fácticos.
–¿Vive una ficción Puigdemont?
–Vive en su mundo. Yo lo conozco un poco. Fue un buen alcalde y no fue un mal presidente, pero no tiene la talla ni el fuste político de Tarradellas. No posee la preparación, ni el pragmatismo, ni el 'savoir faire'... Tarradellas era un hombre de estado. Y Puigdemont no lo es. Tarradellas no era independentista. Creía en una Cataluña grande dentro de una España grande, y con una relación cordial.
–¿Sacrificarán finalmente a Puigdemont como él ha escrito?
–Su historia no acaba con esto. Por más que lo escriba, yo creo que él puede tener más vidas que un gato. Porque es listo. Si algo tiene es intuición. No va a morirse así como así. Es un tío muy osado.
–¿Reconocería Tarradellas la Cataluña de hoy?
–Quizás sí. Recuerde que él no tenía muy buena opinión política de Jordi Pujol. Decía: 'Cataluña está bajo el poder de una dictadura blanca'. Se refería al poder del pujolismo, que dominaba todos los rincones de Cataluña. Y creía que se estaba alimentando una situación que luego con los años nos ha traído hasta aquí. Pero ni con Tarradellas ni con un Pujol más joven estaríamos en esta situación. Pujol también era un hombre de estado. Soñaba con la independencia pero sabía que era inviable.
–Intente explicar el problema catalán para 'dummies'.
–Toda la semilla la puso Pujol. Él fue alimentando este independentismo y sus cachorros crecieron en ese ambiente y se lo creyeron más que él. Pujol alimentó la bestia pero la bestia se hizo mayor y ha ido por libre. Se les ha ido de las manos. Me consta que a Pujol no le gusta nada lo que ha pasado en Cataluña este último año.
–¿Qué lección deberían aprender de Tarradellas los políticos catalanes de hoy?
–El realismo. Lo que no se puede hacer es arrastrar a la mitad de un pueblo hacia una frustración que sabes que hoy día es totalmente inviable. Tarradellas además era pactista, aunque eso implicara tener que soportar insultos.
–Puigdemont no soportó esa presión.
–Podría haber evitado el 155 pero ante los insultos y el griterío de la calle en cuestión de una hora dio un paso atrás. No es un político con la madera de Tarradellas. Puigdemont es una persona de sentimientos, sincera, próxima pero no tiene el fuste político. A veces en política no te tienen que temblar las piernas si sabes que puedes llevar a un país al desastre. Y en este momento estamos bordeando el desastre.
–¿Han perdido el famoso 'seny' los nacionalistas catalanes?
–Digamos que el 'seny' catalán está ahora mismo en la UVI.
–«En política se puede hacer de todo menos el ridículo», dijo Tarradellas.
–Es una frase que recogió de un político francés y que hizo suya. Ahora estamos viviendo circunstancias ridículas. Pero Puigdemont está convencido de todo lo que hace. De jovencito, sus compañeros dicen que él ya era así: un tío espabilado, directo, simpático, independentista... Y no ha engañado a nadie. Pero cuando llegas a estas alturas políticas, a presidente de la Generalitat, hay cosas que hay que pensárselas dos veces y no dejarse llevar por los sentimientos.
–Esa sonrisa, esos selfis... ¿No es algo pueril tal como están las cosas hoy en Cataluña?
–Puede parecer frívolo e infantil pero él está convencido de que lo que hace es por el bien del país. Aunque yo creo que ya se ha dado cuenta de que su proyecto no es viable.
–Entonces, ¿por qué no se aparta o rectifica?
–Se habrá planteado más de una vez tirar la toalla. Pero el follón se ha hecho tan gordo... Hay dos millones de votos. Y esa gente que se ha lanzado a la calle con la careta de Puigdemont frente al Parlament... ¿Cómo les dice que vuelvan a su casa, que lo de la independencia no es posible? Lo quemarían en la hoguera. Tenga en cuenta que la palabra más repetida hoy en día en Cataluña es traidor.
–¿No hay políticos capaces de parar esto?
–En estos momentos hay déficit de políticos en Cataluña y en España. No hay nadie con autoridad moral y con una visión de Estado capaz de coger el toro por los cuernos.
–¿Estamos ante el principio del fin del 'procés'?
–Yo creo que esto va a durar. Los partidos independentistas se terminarán tirando los platos a la cabeza, seguro. Pero el 'procés' que está en la calle es ahora mismo imparable.
–A usted que vivió en persona el 'Ja sóc aquí' ¿cómo le suena el 'No sóc aquí' de Boadella?
–Por respeto a la memoria de Tarradellas me da pena que se haga bufa de una situación histórica de nuestro país. No me hace ninguna gracia. Y Tabarnia es de gran ingenio, pero no llegará al verano. Además la división territorial que plantean tampoco es cierta. Está muy bien para ridiculizar el 'España nos roba', pero en cuanto llegue el deshielo se va a empezar a derretir.
–¿Cómo le ha afectado a usted personalmente el 'procés'?
–Afecta en todo. En el trabajo, contratos, inversiones, planes de futuro... Y en lo personal, he llegado a discutir con amigos pero no he dejado de hablarme con nadie.
–Le habrán dicho que la fuga de más de 3.000 empresas no es grave.
–El que afirme eso es que vive en otro mundo. Algunos dicen que hay que sacrificarse hoy para dejar a nuestros hijos un país mejor. Yo digo que si seguimos por este camino vamos a dejar a nuestros hijos un país totalmente arruinado. Mire, el catalán no es de liarse a puñetazos con nadie. El carácter catalán no es de sangre caliente sino bastante pragmático. Por eso me sorprende tanto a dónde hemos llegado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.