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Hace unos años, un corto de animación llamado 'Fallin' Floyd' arrasó en certámenes audiovisuales y su onda se propagó rápidamente por las redes sociales como una gran historia de superación. El protagonista era un músico de jazz que dejaba la música tras tocar ... fondo en su vida personal. Tan solo cuando volvía a empuñar su instrumento conseguía espantar su ansiedad.
La vuelta del Festival de Jazz de Vitoria tras la suspensión del año pasado tiene algo de ese personaje y del público que lucía una curva en su sonrisa al volver a escucharlo. Curiosamente, un trompetista con nombre de protagonista de ficción, el estadounidense Walter White, fue uno de los encargados de soplar los vientos en la jornada inaugural de la 44 edición junto a Atlantic Bridge Jazz Project en el Iradier Arena, recinto que se estrenó como sede en lugar de Mendizorroza. A lo largo de la semana, el sonido, mejor de lo esperado al inicio, ha estado en cuestión con los pulgares apuntando hacia abajo tras el concierto de Kathrine Windfeld.
El ingeniero de sonido Fernando Díez reconocía a este periódico que la tarea acústica había sido más complicada que otros años pues los valores de «reverberación son seis u ocho veces peor» que en Mendizorroza. Por su parte, la dirección del festival reconocía hace una semana que la «ilusión» de cara al año que viene es volver al polideportivo.
A la espera de que se definan las sedes en próximas ediciones, este reencuentro ha sido diferente. Sin grandes nombres internacionales, la calidad musical no se ha resentido especialmente. Al mismo tiempo, la apuesta por actuaciones de formaciones de los conservatorios Jesús Guridi y Superior de Música de Navarra y la Escuela Municipal Luis Aramburu daban buena fe de la cantera local y del entorno. Pero la asistencia a esos pases diurnos entre semana fue muy reducida.
El vitoriano Pablo Martín Caminero lució su 'duende' a las cuatro cuerdas levantando al público y Moisés P. Sánchez demostraba por qué es uno de los pianistas españoles más aclamados por su versatilidad. Las propuestas en el Principal, a falta del concierto de hoy, han contado con un aplauso casi unánime. Otro acierto del certamen fue acercar al público joven y familiar con el concierto de Dora Postigo y The Sey Sisters ayer al mediodía.
En ese regusto amargo, la necesidad de mantener las distancias entre el público en un gran recinto, el Iradier, se aleja del cercano ambiente de una velada de jazz. La luminosidad en el pabellón multiusos tampoco contribuyó a esa atmósfera mágica de improvisación.
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