Muchos le reconocen como el saxofonista del momento. Una etiqueta paradójica porque al mismo tiempo se destaca que es uno de los grandes guardianes de la tradición jazz. Sin darle demasiado importancia a las coordenadas temporales, lo que está claro es que James Brandon Lewis ( ... 1983, Nueva York) se ha convertido en una garantía para los festivales, un artista completísimo que contagia un extraño entusiasmo sin darle mucha importancia al público. Haciendo lo que le nace, incluso a partir de inquietudes y obsesiones muy particulares, siendo capaz de inspirarse en la biología molecular para publicar un álbum o reivindicar en otro disco a George Washington Carver, un inventor africano denominado por la revista Time como el 'Leonardo negro', en referencia al renacentista. Entre los inventos de Carver destaca una escuela móvil, llamada 'Jesup wagon' para llevar la enseñanza hasta la comunidad negra a principios del XX.
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Recurriendo a estos dos últimos álbumes, 'Jesup wagon' y 'Molecular', el músico firmó una muy buena actuación a pesar de los contratiempos. El concierto comenzó con un retraso de media hora y se inició finalmente a las seis y cinco, debido a una incidencia en su vuelo a Vitoria, como anunció la organización.
En ese repertorio hora y media hubo un recorrido en el que brilló cuando la batería marcaba un latido funk, estremecía en los aullidos de su saxo y lograba poner la piel de gallina en las partes más emocionales con un fraseo entrecortado. Rodeado del pianista Aruan Ortiz, el contrabajista Brad Jones y el batería Chad Taylor, la actuación arrancó con un punto de desconcierto en el que ajustaban el sonido sobre la marcha en los primeros compases de la tarde. El batería señalaba con un gesto a los técnicos que subieran un punto el volumen al bajo y Brandon Lewis hacía lo propio señalando al teclado.
No tardaron mucho en meterse en la actuación. Con un tic revisando la boquilla de su instrumento después de cada intervención, el gesto serio del músico se conjuga habitualmente con un balanceo en el que encoge los hombros mientras toca el saxofón y por momentos parece poseído por una fuerza superior. Sin llegar a decaer, tras ese arranque sin grandes destellos, pasada la media hora empezó a brillar el conjunto. Cada uno a lo suyo, pero conectados de forma mágica. Con muy buena entrada en el patio de butacas, muchos asistentes repetían y recordaban la actuación del trío de James Brandon Lewis en 2015, también como parte del programa en el escenario de la calle San Prudencio, entonces conocido como 'Jazz del Siglo XXI'. Lo cierto es que la actuación de JBL es la que espera cualquier amante del jazz de siempre. Un planteamiento en el que al músico solo le interesa el conocimiento, como si se tratara de un hombre del Renacimiento. Su forma de entender la música y la vida la resume él mismo en el libreto de 'Molecular' «Es mucho más fácil tomar un vaso para beber que no se rompe que uno que se ha roto en un millón de pedazos. Prefiero el reto de este último. Ya no es capaz de contener agua, sino que ofrece una imagen perfecta de libertad y posibilidad». Sin duda, los asistentes vieron el vaso medio lleno.
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