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Cuando Billy Wilder rodó 'Con faldas y a lo loco' era un momento dorado en el jazz. De hecho, 1959 fue el año del 'Kind of Blue' de Miles, el 'Giant Steps' de Coltrane, el 'Moanin'' de Art Blakey o 'The Shape of Jazz to ... Come' de Ornette Coleman. Y, de hecho, en el título original, 'Some Like It Hot' se alude a esta música.
Pues a quienes les gusta caliente hasta lo explosivo la propuesta del festival de Jazz de Vitoria no les defraudó. Seguro que tampoco al resto del público, más bien escaso a la hora del arranque, cuando el saxo del gran Miguel Zenón iniciaba lo que sería casi un derroche jazzístico.
Desde luego, el aficionado disfrutó con entusiasmo de la doble sesión. Y el resto del respetable se sumó a la causa, gracias a un Xavi Torres y a un Arturo Sandoval que lideraron sendas actuaciones tan intensas como ardientes. A juego con la climatología, pero con muchos alicientes para la parroquia jazzera.
Con jazz arrancó la velada, en la que el cuarteto de Torres se veía propulsado a la estratosfera por un Zenón desatado con el saxo alto. El pianista, por su parte, cabalgaba y hasta galopaba sobre una base rítmica que podía hacer saltar peligrosas chispas en un ambiente tan caldeado. Canciones con números, no títulos, para un planteamiento absolutamente musical y de rigor, generado en su formato de cuarteto a raíz de un encuentro en Holanda entre el líder y Zenón.
Así que ha sido toda una suerte contar con el trío más el saxo invitado, como puede atestiguar cualquiera de los oyentes del polideportivo. Colaboración de alto nivel, interacción con gusto y espacio para la expresión. Mucho calor y mucho color.
Ya fuera en los momentos más boperos, más modernistas o más líricos, la fórmula de Torres y sus compañeros resultó toda una ardiente declaración jazzística. Y una demostración de que la música sigue viva, a pesar de todo lo que la atenaza. Una actuación tan de agradecer como los muchos aplausos, en pie, que cosechó.
No fueron para menos los vítores que arrancó en Mendizorroza Arturo Sandoval. El mago de la trompeta mantiene esa capacidad para prender la mecha de las emociones con esos sobreagudos tan personales y característicos de este gigante del instrumento.
Y esto pese a los años transcurridos desde los inicios de Irakere, a finales de los 70, de aquella banda sonora de 'Vampiros en La Habana' en los 80 o de la big band latina de los últimos 90, por citar algunos hitos entre cientos. La banda, arrolladora, puso mucha temperatura al jazz latino, a la balada chapliniana 'Smile' o al popular 'El manisero', con deje funk, ambas cantadas por Sandoval, que hasta se asomó a un flamenco casi paródico.
El líder bromeó con los dolores que causa tocar la trompeta –que, recordó, empezó a soplar hace 61 años–, con el bebop, su mujer o con su condición de pianista frustrado. Tocó las pailas y el teclado, cantó scat e hizo bailar al público. Toda una avalancha ígnea, apoyada por batería, percusiones, un celérico teclista, un más que eficiente guitarra, un versátil bajo de 6 cuerdas y un gran saxo, todo al rojo vivo.
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