– Este lunes han salido a la venta las entradas para el Festival de Jazz. ¿Tiene este año un carácter diferente?
–Sí, tanto en cuanto al programa como porque se han subido los precios. No se habían tocado durante demasiado tiempo, igual más de una década, y ya no se podía seguir.
– ¿Cuánto han crecido?
–Hemos subido cinco euros. El gospel sube a 20 euros. El último día, el sábado –con Kool & The Gang–, costará 45 euros. Pero el presupuesto es algo más alto de lo habitual. Y es que este grupo, por ejemplo, es muy caro.
– ¿Piensa que este programa con más música funk va a llamar a un público distinto?
– Sí, eso esperamos, el teléfono está sonando. Tenemos ya renovadas tres cuartas partes de los abonos numerados, unos 250. Es muy cómodo para la gente que trabaja llegar y tener un sitio privilegiado. Y lo digo porque, por ejemplo, desde esa zona se le ven las manos al pianista. Parece una tontería, pero no lo es.
– ¿Hay especial interés en la oferta de esta edición?
– Recibimos peticiones continuamente, muchas de ellas para el concierto del sábado.
– Otra sorpresa del cartel ha sido Carla Bruni. ¿Qué cosas le han comentado a usted?
– Me he dedicado a preguntar a mucha gente –conocidos y no conocidos– si saben quién es Carla Bruni. Hasta ahora, nadie me ha contestado que no. Y a todos les parece muy bien que ella –que tiene gusto cantando aunque no sea una cantante de jazz– haga el tema de 'Desayuno con diamantes'. Esta la han cantado Ella (Fitzgerald), Sarah (Vaughan), Carmen (McRae)... todas.
– Por cierto, ¿finalmente abrirá ella la velada en Mendizorroza, antes de la Mingus Big Band?
– Sí, pero porque ella lo ha querido así.
– Esperemos que el público haya evolucionado y no se vaya con la orquesta, como le pasó hace años a Marsalis tras cantar Natalie Cole.
– Bueno, yo no me quejo del público del Festival de Jazz, es muy fiel...
– A lo mejor los que se fueron eran más flores de un día...
– Hay quienes tienen que madrugar para trabajar al día siguiente.
– ¿Y en su caso?
– A mí la afición por el jazz me viene sobre todo a través de mi hermano Javier y de Luis Abaitua, que hizo la carrera en Suiza y conseguía discos. En España se publicaba como un disco de jazz al año. Ellos hacían entonces un programa de radio.
«Hicimos un triunvirato con las semanas de Estella y Logroño para programar las actuaciones»
– Y usted terminó al frente del Festival de Jazz. ¿Cómo empezó?
– Le dije a mi amigo Fernando Sogo, que programaba desde la Caja, que me dejara hacer un concierto de jazz. Que mirara cómo era el concierto y viera lo lleno que estaba el Teatro Principal. La gente lo pasó en grande y hasta algunos bailaban, no era una cosa triste como algo tocado por unos músicos del Este, aburridísimos, sin nada de swing. A partir de ahí, Sogo y Nacho Besga me ofrecieron hacer el festival en lugar de José Ignacio Polo y su equipo. Además, me dijeron, tú miras mucho el dinero. Y, lógicamente, esto le interesa mucho a una caja de ahorros, ja, ja.
– Así como el festival está integrado en una asociación para poder conseguir mejores precios en los conciertos, usted impulsó el trabajo de la Semana de Música Antigua de Álava con otros ciclos, como el de Estella.
– Disfruté muchísimo haciendo la Semana de Música Antigua, porque soy un auténtico fanático, como le dije a Armando Llanos cuando empecé. Hicimos un triunvirato, con Estella y Logroño, y en una época incluso trabajamos con Baiona. Aquí financiaban las tres diputaciones y era como muy fácil, porque se quedaban muy satisfechos de cómo lo organizábamos. Yo preguntaba qué querían traer y me decían uno o dos grupos. El resto del programa lo hacía yo. Así, 25 años.
– ¿Cómo es su relación actual con el ciclo de jazz?
– Hay una nueva junta. Van cambiando colaboradores. Quique Guinea tiene ya 80 años, y le sigue encantando Oscar Peterson. Pujaba para que viniera a Vitoria. Y para mí fue un descubrimiento cuando supe que podía hablarle a Oscar en francés, que lo hablo mucho mejor que el inglés. Se me abrió el cielo.
De Mikel Laboa a Gardiner
– ¿Cuál ha sido su sello?
– Yo he sido tendero, y sé que hay que hacer publicidad de las cosas. He conseguido vender bien los asuntos en los que estoy metido y que me gustan. Y recuerdo que, en la Semana de Música Antigua, la gente que no podía venir a los conciertos, me traía las invitaciones que no iba a utilizar, para que las aprovecharan otros.
– También ha llevado música por Álava.
– Cuando estuve cinco años en la Diputación trabajé en 'Arabatik Arabara' o 'Araban Zehar', tuvo varios nombres. Al cambiar de diputado, cambiaba. Había un grupo de jazz tradicional que sonaba bien. Y a Mikel Laboa le traje un montonazo de veces. Antes no había estado nunca en Álava. Era un gran músico y una gran persona.
«He preguntado a mucha gente si sabe quién es Carla Bruni y de momento nadie me ha dicho que no»
– Entre la institución foral y el Ayuntamiento de Vitoria hay desde siempre una especie de competencia, incluso con el mismo partido al frente. En su día se creó Cultural Álava para sumar esfuerzos y usted inició el ciclo Grandes Conciertos, con figuras como Mischa Maisky o John Eliot Gardiner. ¿Cómo lo recuerda?
– Me gusta mucho la música clásica. Al principio, más los románticos. Luego, escarbas más y llegas a la música antigua. Para mí fue muy fácil programar el ciclo. Estoy acostumbrado a regatear y a negociar los precios. En esta iniciativa traje conciertos importantes, he traído a esta ciudad algunos que han sido auténticas maravillas. Tenía amistad con la familia Prat, unos agentes catalanes que tenían a María Joâo Pires y a otros. Elegía algo que pudiera atraer también al no aficionado. Llevaba discos a las emisoras para que los pusieran. Hacía publicidad y el teatro se llenaba, porque no había habido nada igual.
– Imagino que también trataría con las figuras.
– A Gardiner, que era Dios como quien dice, le entré a través de mi gusto por la música antigua y mi experiencia programando la Semana. Lo he pasado muy bien porque me gusta la música. Y sigo cada semana con mi programa de radio.
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