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En su día, Gregory Porter tuvo la culpa de que al productor Don Was le pusieran al frente del sello Blue Note. Y no fueron sus metro noventa y tantos de estatura ni su corpulencia -una lesión, como en las películas, cortó su carrera en ... el fútbol americano-, sino la exquisita voz del moderno 'crooner' lo que le hizo destacar. El impacto fue tal que recomendó al jefazo de Capitol Records el fichaje de Porter para el sello jazzero, en horas bajas hace media docena de años. Y el mandamás le ofreció a Was que lo hiciera él mismo, como presidente de Blue Note. De ahí han salido ya el pelotazo 'Liquid Spirit', el potente 'Take Me to the Alley' -cada uno de ellos supuso un Grammy-, el homenaje a Nat King Cole o el directo en el Royal Albert Hall. Pero el cantante californiano, que actuará en Mendizorroza el jueves (abre a las 21.00 horas la violinista Regina Carter) ya tiene su nuevo disco en el disparadero. Lo cuenta desde la carretera.
- ¿Cómo va la gira?
- Muy bien, ya hemos estado por todo el mundo haciendo nuestra música. Fabulosamente. Y además ya he grabado un nuevo disco. Ha estado bien.
- ¿Qué más me puede contar del nuevo álbum?
- Bueno, todavía está fresca la grabación. Y en bruto. No hemos mezclado ni masterizado ni añadido sección de cuerdas a la grabación. Pero estoy contento. Y no tiene título aún. Probablemente salga en un par de meses o tres.
- ¿De qué manera lo describiría?
- Diría que es una mezcla de quién soy. Canto canciones de protesta, de amor, creo que de nuevo es personal. Las influencias en este disco, como las ha habido en el pasado, son de soul y, definitivamente, de gospel. Son composiciones originales, mis pensamientos, a los que les pongo melodías. Ha estado muy bien.
- ¿El disco en directo 'One Night Only' es una buena referencia sobre el repertorio que va a cantar aquí?
- 'One Night Only' fue, ya sabe, una construcción del sello discográfico. La idea de hacer una música una sola vez no es verdadera, la hago por todo el mundo. Pero además hay canciones del concierto que no entraron en la edición del disco. La música de Nat King Cole, combinada con mi música... Es un disfrute cantar la música de Nat King Cole, sí.
- ¿Cómo fue la experiencia de grabar el año pasado la canción de Buddy Holly 'Raining in my Heart' (junto a la toma original de Holly)?
- He disfrutado en mi carrera hasta el momento. Tenía la preocupación de no poder expresar todo el amor que siento por músicas muy diversas. Si pudiera, haría un homenaje a James Brown o a Luther Vandross, o un tributo a Bob Dylan. Me gusta la música. Y he tenido la oportunidad de cantar con un icono. Quiero decir que gente de todos los géneros -clásica, blues, soul...- tiene un respeto por el genio, la sencillez y la humanidad de Buddy Holly. Hacer esa canción, que canté en mi ciudad natal, es algo impresionante. También tuve la oportunidad de cantar con Nat King Cole o Ella Fitzgerald. Quiero decir que son los grandes momentos para mí, tanto si el disco vende un billón de copias o no. Es maravilloso.
- La leyenda de Holly remite al 'día en que murió la música' (cuando se estrelló el avión donde viajaba con Ritchie Valens y Big Bopper). Usted es una prueba de que está viva, pero ¿le ve alguna enfermedad?
- Sí, bueno. Creo que la industria está intentando encontrarse a sí misma y también averiguar qué es ahora mismo. Intenta encontrar su lugar. Creo que la idea de que millones y millones de personas vayan a comprar el último disco de alguien no es verdad. Tenemos que excitar e implicar a la gente que son oyentes de música, porque mucha de ella es gratis ahora. En este proceso muchas personas, muchos músicos, pueden ser dejados atrás. Y en este aspecto estoy muy agradecido. Pero, al mismo tiempo, gracias a Internet hay mucha gente nueva que tiene una voz, que puede tener una carrera que no se basa en los sellos discográficos tradicionales. Son tiempos extraños para la música pero también nuevos tiempos para ella. Creo que las audiencias se están ajustando y las compañías de discos lo están haciendo también.
- Los músicos de jazz afrontan riesgos. Usted, incluso en lo económico, para hacer el disco 'Nat King Cole & Me' como creía que debía hacerse, con una orquesta y demás...
- Sí, es un riesgo. Pero creo que si tienes una idea y crees en ella... Es lo que pienso de la música: tanto si me trae pobreza o fama, estoy casado con ella. Y la adoro. Sí, es importante para mí.
- ¿Qué significa hoy para usted el término 'crooner'?
- Es un término muy interesante. Creo que está adscrito tradicionalmente al cantante varón. Es la versión masculina del término 'torch sound' que se aplica a las mujeres vocalistas. Es un baladista con mucha sensibilidad, con una habilidad especial y con una construcción que, probablemente, data de la invención del micrófono, porque puede cantarse tanto de manera suave como también con voz alta y expresiva. El 'crooner' es una persona que 'masajea' la letra y que tiene un carisma lírico y personal. Sí, eso es un 'crooner'.
- ¿Cuándo se dio cuenta usted de que ya era una estrella?
- Uff. Bueno, a veces mi agenda no explica en detalle adónde voy a actuar. Y salgo al escenario con 3.000 o 5.000 personas que vienen expresamente a escucharme cantar. Creo que la primera vez que sucedió pudo ser en la primera actuación en Glastonbury o en la primera ocasión en el Royal Albert Hall. Pensaba que la gente había contratado a niñeras, había viajado cientos de millas para venir a verme... Yo tenía una gran voz a los 18 y era veinte años antes de que estuviera ante públicos así. No era mi voz lo que me hacía sentir como una estrella, sino la gente. Y estoy muy agradecido a la gente que viene a escuchar mi música.
- Tiene usted un aspecto muy distintivo.
- Sí, así es.
- Comenzó a llevar el pasamontañas por un problema de salud (una operación de piel). ¿Adoptarlo como su 'look' es también una forma positiva de mirar a la vida?
- Sí. Tiene gracia, ni siquiera había pensado en ello. Tan sólo he sido yo mismo. Para ser honesto, gente de la compañía discográfica y personas que apoyaban mi carrera me decían que tal vez mi aspecto fuera un problema, y nunca lo ha sido. Mi aspecto, mi edad, mi color no importan en tanto en cuanto haga una música bella. Y eso es lo que canto, lo digo con canciones como 'Painted on Canvas' o con 'No Love Dying'. Lo que importa es el concepto de quién eres como persona.
Con la fecha emblemática del 4 de julio aún cercana, la reflexión de Gregory Porter sobre la situación actual en Estados Unidos aporta una mirada con diversos matices. «Uf, lo veo complicado. Lo veo con belleza, con la belleza de las culturas, con la belleza de disentir, pero aun así estamos unidos como país», indica.
Y acto seguido llega otro aspecto. «No le voté ni tampoco me entusiasma nuestro presidente, pero es mi presidente. Y sé que vienen elecciones y espero que otra persona tenga éxito y le derrote», subraya sobre Donald Trump. «Pero me gusta el hecho, la historia de la resurrección de América. Francamente, hay muchas avenidas, calles, edificios y fundaciones que nacieron de la esclavitud. El hecho de que una persona negra pueda llegar a cualquier posición en Estados Unidos es algo poderoso y habla de ello a muchos países por todo el mundo», comenta Porter.
«Tengo un punto de vista optimista. Aunque vivamos tiempos raros y extraños en mi país, soy optimista con su habilidad para corregirse a sí mismo. Y espero que las próximas elecciones lo hagan», reitera el cantante.
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