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La dinámica de los conciertos dobles en el Festival de Jazz es una de las características de las veladas en Mendizorroza. Estos atracones de grandes ... músicas -con grandes músicos- constituyen la base de la dieta sonora de los aficionados en estas jornadas. Y hasta los hay que 'meriendan' en el Teatro Principal y también hay quienes se toman un nutritivo aperitivo en las sesiones gratuitas y al aire libre de Falerina. Desde luego, la oferta es amplia y diversa, como también resulta la gama de miradas al jazz de los artistas.
Por ejemplo, Regina Carter, cuyo rango de enfoques sonoros y detalles le aportan un gran arco a su personalidad musical. El otro arco, el que maneja con maestría sobre las cuerdas de su violín, no deja de ser una extensión de su capacidad artística, que refleja una extensa paleta de detalles, recursos y enfoques para pintar el mundo en clave de jazz.
Maestría y comunicación
Esta nativa de Detroit, que reside en Nueva Jersey con su marido, el batería Alvester Garnett -que la acompaña en escena-, presentó ayer su propuesta junto al pianista Adam Birnbaum y al bajo Chris Lightcap. Desde luego, la popularidad de Gregory Porter apuntaba a que la mayor parte del público -que en el comienzo llenaba menos de la mitad de Mendizorroza- había acudido a escuchar al 'crooner' californiano en la segunda mitad. Le iba a tocar conquistar a buena parte de la audiencia. Todo un reto en directo. No obstante, la virtuosa violinista desplegó sus recursos con sabiduría y ya en el arranque logró un acompañamiento rítmico de palmas por parte de los asistentes.
Regina Carter, que empezó a estudiar violín con el método Suzuki a los cuatro años, hizo que su instrumento fluyera por los caminos de las raíces del blues y el jazz, con maestría y naturalidad. Los restantes miembros pusieron su musicalidad en solos y apoyos del primer estándar, antes de afrontar el tema blusero 'I'll Never Be Free', incluido en el álbum donde la artista homenajeaba a Ella Fitzgerald. El timbre, en más de un momento, parecía rendir tributo a aquel viejo maestro que tocó con los hippies Jefferson Airplane, Papa John Creach, o a aquel gigante de la guitarra y el violín que fue Clarence 'Gatemouth' Brown. Su sensibilidad al abordar una balada logró arrancar una ovación en el polideportivo.
Hablando de tocar, Carter ha puesto sus cuatro cuerdas al lado de personajes como Kenny Barron, Joe Jackson, Billy Joel, Dolly Parton, Omara Portuondo, Wynton Marsalis, Aretha Franklin o Cassandra Wilson. Y todas estas referencias dan idea de la versatilidad de una artista que ha sido jurado de los premios Pulitzer y que lo mismo vibra con el lirismo de una balada que desata el swing más vivo. O puede ser tan contemporánea como un ciclo eléctrico o tan clásica y elegante como un velocípedo, a través del pizzicato.
Reto en directo
La también directora de orquesta no quiso quedarse en el terreno más anglosajón, así que salió a recorrer escalas de tradiciones africanas, que subrayaba con la voz. Pero también recordó a totémicos artistas como Nat King Cole con 'When I Grow Too Old To Dream'. Todo ello con una técnica más que sobresaliente y bastante alejada del virtuosismo gratuito al que acostumbran a recurrir algunos famosos iconos del violín de origen francés. Y un final optimista, como para superar un huracán en Nueva Orleans con los santos marchando, puso la guida, antes de un adiós lírico. Salve, Regina.
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