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Las escalas cromáticas se disparan en el saxofón, mientras los acordes del piano aportan una base armónica swingueante, sobre el entramado rítmico que integran las escobillas del baterista y el toque certero de los dedos del contrabajista. Pero, como emulaba la gran Toni Morrison en ... su novela 'Jazz', en la tradición del género hay un tema principal de donde se parte y al que se regresa. O, como en el caso del free de Ornette Coleman, hay un aparente caos, pero intencionado. Sin embargo, la 44 edición del Festival de Jazz de Vitoria se debate entre armonías discordantes y melodías contrapuestas, sin ningún tipo de camino claro. Y no es culpa del emblemático ciclo musical, que pasó en estas circunstancias el Día Internacional del Jazz, situado en la jornada de ayer por la Unesco.
«Seguimos pendientes del próximo día 10, de lo que nos diga el Gobierno vasco (que estudia las citas multitudinarias del verano, como fiestas y festivales)», explicaba ayer el presidente de la gran cita musical alavesa. Iñigo Zárate añadía que «la información que ha dado el Gobierno de Madrid es insuficiente para nosotros, para poder tomar una decisión».
La situación de la junta del festival alavés es de inmovilidad, por falta de caminos claros, «Seguimos en el aire, con todo preparado, para ver qué nos dejan hacer. No tenemos ni idea. No sólo falta tiempo, sino que no sabes si acogerte a lo de la tercera parte del aforo o a la mitad», consciente de la gran diferencia que puede suponer ya no para la celebración de los conciertos, sino en cuanto a la recaudación de la que precisa el festival para salir adelante en condiciones.
En este sentido, el Jazzaldia donostiarra depende directamente del Ayuntamiento y cuenta con un presupuesto en las cuentas locales. En el caso de la cita alavesa, «no sabemos de qué dinero vamos a disponer», ya que el panorama institucional está un tanto borroso. «Estamos muy pillados, no tenemos información, hemos hecho nuestro trabajo pero ahora se trata de qué nos van a dejar hacer», comenta Zárate.
Y es que el juego es a varias bandas. No es sólo la disposición del público en el polideportivo de Mendizorroza: los organizadores del Jazz de Vitoria también dependen de los protocolos que el Ayuntamiento decida aplicar al Teatro Principal, sede del Jazz del Siglo XXI o de cómo se permitan las actuaciones al aire libre en el Jardín de Falerina en Montehermoso, que tuvieron un exitoso arranque el año pasado.
Además,la incertidumbre se extiende incluso lejos del continente europeo, ante la gran presencia de artistas estadounidenses en el cartel. Recuerda asimismo Zárate que «ahora mismo, la frontera está cerrada. ¿Van a estar abiertas las fronteras o no?», Estas circunstancias que pueden variar o mantenerse en diversoso lugares de Europa y condicionar hasta la rentabilidad de las giras en el circuito internacional de la IJFO, la asociación internacional de festivales que incluye a Vitoria. Pero, a diferencia del directo, los impulsores alaveses del jazz no deberían tener que improvisar.
Algo a lo que parecen abocados si en un resumen de situación se considera que ahora mismo no se sabé qué aforos contarán, dónde se celebrarán los conciertos e, incluso, el cartel de artistas, muchos de ellos estadounidenses.
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