La Orquesta de Jazz de Alumnos de Euskadi desplegó un generoso plantel de 27 instrumentistas en el arranque del Festival de Jazz de Vitoria. El sonido potente de una big band siempre es una buena opción para abrir un ciclo de conciertos, sobre todo cuando ... se conjuga esa fuerza y peso de los metales con una paleta propia como la integrada por el txistu, la alboka, la txalaparta y la trikitixa.
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La idea es buena, pero aún hay que construir ese sonido. Porque el esfuerzo de profesores y alumnos es indudable y loable, pero a veces el factor folklore supera el jazzístico. Y esto en una big band no es lo ideal. Se nota que la dirección, dinámica y escénica, de Alain Sancho busca un equilibrio, pero en varios momentos las danzas vascas se impusieron al término 'jazz' que figura en el nombre del proyecto.
Tampoco es normal que una formación de alumnos, como estos de las escuelas de música y conservatorios de Euskadi, aborde piezas inéditas y originales. Tras los conciertos previos, que han servido a los integrantes de la EIJO para foguerase con público, llegaban al Principal como aspirantes a una nota de especial relevancia. La matrícula de honor es un mérito académico que conlleva, a partir de un sobresaliente, la exención de tasas académicas en una proporción prestablecida en cada caso. Pues bien, los estudiantes de la Euskadiko Ikasleen Jazz Orkestra no sólo deberían recibir alguna distinción similar, sino que tendrían que contar con las puertas abiertas en el Festival de Jazz de Vitoria.
Ha pasado un siglo para la EIJO desde aquel 2015 de su debut con el saxo Jim Snidero y un enfoque más a la americana. El rumbo del proyecto aún debe afinar su compás y elegir cartas de navegación apropiadas, que audacia no falta ni en la tripulación ni en los oficiales, como el incansable Carlos Sagi.
Es imposible citar a todos los marineros de esta nave, pero el bajo Alex Davies destacó, también, como autor de una pieza donde fundió el swing y elementos tradicionales vascos. De hecho, la parte final, con los temas de Davies ('Dirurik Zuririk') y el director Alain Sancho ('Trikifunk'), fue la de mejor sonido de big band.
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Ahí se mantuvo más la potencia de la orquesta, que caminó sin recurrir tanto a los bucles folklóricos, con sus sonoridades tradicionales fusionadas con las de su otra naturaleza, la del jazz. La formación cuenta con un buen repertorio, pero no todo funciona por igual. La elección, tanto en piezas como en concepto, es la clave.
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