Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
«Ya va siendo hora de que los hombres hablen de las mujeres», expresaba el magnífico pianista panameño Danilo Pérez al inicio de su concierto en Mendizorroza. Y añadía que «el presidente que tenemos en Estados Unidos, fuera», antes de iniciar el setlist ... con 'Beloved', dedicada a la escritora Toni Morrison.
Con suavidad y delicadeza, los artistas van encadenando las frases y melodías que construyen la pieza, con Potter y Cohen al frente de la formación, en lo físico. Porque en realidad se trata de un proyecto bastante horizontal, sin una cabeza principal. O, más bien, multicéfalo.
Los encuentros y cruces entre los solistas se ven como algo entrenado. La capacidad de improvisar y dialogar es tan grande que en ocasiones parece que estén ejecutando arreglos escritos. Es la magia del jazz, de la verdadera creación musical en directo.
Saluda el saxo Chris Potter con un tema inspirado en Zora Neale Hurston y un personaje de su libro 'The Eyes Were Watching God', 'Tea Cake'. La magia deja detalles como un sonido redondo donde el barbudo Cohen y su trompeta recorren los sobreagudos. La alquimia de las manos de Danilo Pérez es capaz de recoger elementos de múltiples tradiciones y hacerlos converger de manera aparentemente natural, como una consecuencia lógica, mientras el tenor de Potter hace gala de un tono sin fisuras, como una auténtica voz de gigante.
El bajo de Grenadier impulsa la armonía con energía y Blake redobla emociones con sus baquetas, mientras Pérez demuestra que ser un maestro de la música es algo totalmente compatible con ser un artista implicado en el juego de tocar. Un concierto asombroso, con una mirada social como en la pieza del israelí 'Innovation Africa', dedicada a una organización que apuesta por recursos como la energía solar para apoyar el desarrollo, creada por la fundadora Sivan Yaari en 2008.
El concierto es el colofón para una noche en la que la música es la protagonista. Con un par de acordes, Pérez arrastra a la rítmica hacia un tempo más elevado y Cohen surfea con la trompeta sobre las líneas de bajo más rápidas. O Potter logra un lirismo especial con el saxo soprano tras haber dejado muy claro el potente tono que deja salir de su tenor. Los músicos abren puertas y hasta ventanas para dar opciones a que los compañeros añadan elementos a la receta que se cocina ante los espectadores.
Lo malo es que, a las doce de la noche, el síndrome de Cenicienta se repite y un buen número de asistentes deja el pabellón. Y eso que es una noche de las que hacen a un festival ir más allá de lo que puede ser mantenerse en el sitio. De momento, la noche de la 43 edición, con permiso de Macaya McCraven y Kamasi Washington. Es difícil encontrar tanto tan bien dispuesto, tocado y servido.
Hasta con poesía, cuando el trompeta recita el poema dedicado a Zelda Schneurson Mishkovsky 'All the Things You Have to Say Goodbye Before the End', cuando las palabras y el saxo tenor destilan sensibilidad a flor de jazz. Luego llega «'Realidades Alternas', dedicado a Angela Davis. Mándenle un mensaje a Donald Trump». Johnathan Blake silba con sus manos, y el público silba también, aparte de dar la nota...
A las 0.35, en el bis sólo quedaba una cuarta parte del aforo, en medio de una magnífica pieza final por la que, desde luego, merecía la pena dormir diez minutos menos. Una noche que fue toda una prueba de que el jazz está vivo. A ver si las cifras de asistencia mejoran y permiten decir que el Festival de Vitoria también lo está.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.