A partir de la medianoche, de martes a sábado, el Hotel Silken Ciudad de Vitoria se ha convertido en uno de los epicentros del Festival de Jazz. Ahí acuden músicos y melómanos a oír buena música, a echar un trago bien servido, a charlar e ... incluso a participar en la jam session, pues estas noches dan para todo. La velada se divide en dos pases. El primero, amenizado por el trío de la pizpireta pianista y cantante Champian Fulton, nacida en Oklahoma hace 38 años y hoy basada en Nueva York. Y el segundo, trufado de colaboraciones de músicos, que a menudo se hacen de rogar pero terminan participando. La intervención de estos profesionales, a menudo presentes en el programa con otros grupos, contribuye a dar a estas sesiones una frescura y proximidad difíciles de alcanzar con otros formatos.
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Porque en el salón del hotel se generan dos ambientes que cohabitan al unísono: el delantero, con todas las sillas ocupadas, unas 70, y con el respetable atento a los músicos que se esfuerzan en el escenario. Y el trasero, más parlanchín y con la gente en pie, con muchos jóvenes. Pero el runrún de fondo sólo se percibe cuando se para la música, entre canción y canción. La atmósfera que se respira ahí es de verdadero club de jazz, con los actuantes tocando cerquísima del público y con los parroquianos pudiéndose tomar algo, que puede ser un refresco o nada: no hay camareros atosigando con las comandas ni porteros seleccionando en la entrada. O sea que usted que nos lee puede acudir esta noche -hoy sábado, la última sesión- y comprobarlo todo.
El miércoles reinó ese buen ambiente y Champian Fulton ofició con maneras propias de un concierto serio, pero sin trascendencias. Subió y bajó el tono de su dicción, recordó a Doris Day, y tocó el piano con el blues de Roosevelt Sykes y con la sofisticación atemporal de Gershwin. Afuera, en la acera del hotel, se veía vestidos de negro a una cuadrilla de músicos rubicundos de la big band alemana -la NDR- que esa tarde había acompañado al contrabajista vitoriano Pablo Martín Caminero. Estaban también el saxofonista vitoriano Leolo Andino y el pianista también alavés Juan Sebastián.
El jueves Champian cambió de vestido para pilotar una velada que se prolongó desde las 00.01 hasta las 2.24, con dos pases separados por 20 minutos exactos. Escoltada por dos altos, elegantes y efectivos instrumentistas -Alex Gilton al contrabajo y Armando Luongo a la batería-, la de Oklahoma lideró absolutamente un muy buen concierto de 9 temas en 56 minutos, entre instrumentales, standards y originales a la vieja usanza. Cuando ejecutaba una parte especialmente difícil al piano miraba al respetable como una esposa perfecta de la película 'No te preocupes, querida', y sonreía ufana, así como diciendo 'ahí queda eso'. Presentó el repertorio, destacó tres de sus favoritas (la de su último disco, uno de sus swings predilectos y una pieza de las que más le gusta tocar), se lució al versionar con facultades y velocidad a Cole Porter, mostró hondura al asumir el blues a lo Nina Simone ('East of the sun'), cedió protagonismo al baterista Luengo en 'Swinging the samba', y su cima del primer set fue 'It's just one of these thing' de Sinatra revisada a lo Jamie Cullum.
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En el intermedio estaban socializando los músicos del concierto doble principal de ese jueves en Mendizorroza. ¡Todos menos la vocalista Cécile McLorin Salvant! Estaban haciendo piña los cinco componentes del quinteto del afrovibrafonista Joel Ross, entre ellos la contrabajista oriental y la divinísima saxofonista Maria Grand, ésta más juvenil que en el escenario. También pegados a la barra, como dudando qué pedir, localizamos a la base rítmica de la diva Cécile: al contrabajista nipón Yasushi Nakamura y el craso baterista vestido con un pantalón de peto, Jeremy Dutton.
Muchos de estos vips participaron en el segundo pase, el de la jam, que duró 67 minutos para 7 piezas. Abrió el trío de Champian con un rotundo blues, y ella dio paso a los invitados: en tres temas el saxofonista de Barcelona Lluc Casares, asiendo su copa de vino blanco entró el magistral pianista Jeremy Corren (de la banda de Joel Ross), le sucedió el pianista de Cécile, el llamado Sullivan Fortner. Y para acabar la sesión y la noche la de Oklahoma marcó el blues de ella escoltada por Jeremy Dutton y el contrabajista Kanoa Mendenhall. Qué pena que no se subiera la saxofonista Maria Grand, que había sido la más protagonista de su banda esa tarde en Mendizorroza (en el concierto de Joel Ross).
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