
Al calor de unos jazzistas de dos orejas
claves de jazz ·
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
claves de jazz ·
Lo de Gonzalo del Val no tiene nombre. Y es que su propuesta para el Principal se anuncia como un trío, con Benat Palet como ... invitado. Pero la formación con la suma del trompetista sonaba como todo un cuarteto, con una interacción constante y una conjugación de dinámicas en la que el baterista y el bajo David Mengual surcaban intrincados paisajes rítmicos y el omnipresente Marco Mezquida añadía un sinfín de arreglos sutiles o asombrosas audacias pianísticas. Y el cuarto hombre ponía más de una guinda a un pastel de muchos sabores. Como en ese disco.
De hecho, cuando alguien escucha que en el cancionero en directo se incluyen tanto a Paul Motian como a Händel, de un estándar de jazz como 'How Deep is the Ocean' a una pieza de Keith Jarrett o una de Ornette Coleman, ya se hace uno cargo de que el abanico musical es de tal amplitud que hay que quitarse el sombrero. También estaban ahí el 'Chaman' del pianista o esa composición del líder, Del Val. Que suena a calles vitorianas, pero él es de «aquí cerca», en concreto de la calle Romancero, número 2, como el título de la pieza que dedicó a su antiguo hogar en Miranda de Ebro.
Y, hablando de cercanía, el músico recordaba los grandes conciertos de jazz que vio en Vitoria «cuando era más joven». Otro viaje en el tiempo fue el de Pablo Martín Caminero, quien al introducir su concierto rememoraba ante el respetable del Iradier Arena el sueño cumplido de actuar en el festival, aunque no bajara en una plataforma entre humo mientras los tendidos rugían con bravura.
Pero no le faltó de esto último al alavés, que junto a sus dos compañeros recorrió sendas transitadas por Manolo Sanlúcar, Sabicas, Paco de Lucía, Gerardo Núñez o Vicente Amigo, con un contrabajo pulsado y acariciado con maestría a través del arco. Sus dos cómplices, Paquito González y Moisés Sánchez, le ayudaron a jugar con las piezas y a llenarlas de sabor jazzístico, contemporáneo y sin más deudas con el flamenco fusionado que las inevitables. Tan original como personal, el trío logró calentar al toque una tarde fresquita y un local en proceso de descongelación, que el Festival de Vitoria necesita caldear como sea. Pues lo puso a punto un alavés, que tuvo la precaución de traer a su técnico de sonido.
La guitarra modernista de Mary Halvorson era uno de mis platos favoritos en el menú del festival. Thumbscrew arrancaron tarde y jugaron con armonías, ritmos y melodías mientras las seis cuerdas remitían a Bill Frisell o Marc Ribot pero también a Robert Fripp o al David Gilmour más lisérgico, en una especie de magma jazzístico deconstruido desde lo contemporáneo. No era fácil pero quienes se introdujeron en el formato y se abandonaron a la música pudieron disfrutar del concierto más diferente de todos los del cartel del coso. Con dos orejas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.