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Pet Shop Boys tienen ya poco de chicos. El propio Neil Tennant desveló anoche que hoy es su cumpleaños y, si no fallan las cuentas (bueno, las cuentas de la Wikipedia), le caen 68, mientras que Chris Lowe tiene 62, de modo que podrían ser ... los padres de la mayor parte de los artistas que les acompañaban ayer en la última jornada del festival. Apurando un poco las cosas, hasta podrían ser los abuelos de más de uno. Pero, de alguna manera, el dúo británico se las ha arreglado no solo para mantener su vigencia, sino para incrementarla. El propio Tennant, que fue periodista musical antes que cantante, suele explicar a los entrevistadores la línea que ha descrito su carrera comparándola con la de Napoleón: en los 80 atravesaron su fase «imperial», aquel periodo en el que vendían millones de discos; después, llegó la etapa «de supervivencia», una decadencia que parecía irreversible y que experimentaron como su amargo exilio en Santa Elena; y ahora, desde hace unos años, han entrado en su era 'mítica', se han situado más allá del bien y del mal y sus conciertos multitudinarios reúnen a padres, hijos y... sí, también algún abuelo.
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Lo de anoche fue mítico, desde luego. Su concierto en el BBK Live forma parte de su gira de grandes éxitos, y los grandes éxitos de Pet Shop Boys no son cualquier cosa: cuentan con uno de los mejores arsenales de la historia de la música popular, repleto de temas explosivos, bailables, liberadores, con estribillos inolvidables, pero también impregnados a menudo de una melancolía que los carga de emoción y los hace trascender. Durante el concierto, uno iba pensando 'buf, esta es la mejor que tienen', pero se veía obligado a corregirse poco después: abrieron con 'Suburbia', que ya es poner el nivel alto, pero después fueron asomando clásicos como 'Opportunities', 'Rent', 'So Hard', 'It's A Sin' (ahí se desató la euforia colectiva), 'Being Boring'... Además, estaban esas versiones que han hecho tan suyas, hasta el punto de que ahora, si uno escucha la original, echa de menos sus arreglos: 'Where The Streets Have No Name', 'Losing My Mind', 'Always On My Mind', 'Go West'... Y no faltó la potente tralla bailable en 'It's Alright' y 'Vocal'. Con eso, la partida estaba básicamente ganada.
Pero es que, además, Pet Shop Boys trajeron uno de esos diseños escénicos que no se olvidan en mucho tiempo. De entrada todo parecía muy sobrio: un par de farolas que iluminaban el micrófono de Tennant y los teclados de Lowe y que, de vez en cuando, unos 'operarios' con casco de albañil cambiaban de sitio. La clave estaba en el muro de luces que el dúo tenía detrás, una superficie móvil que nos fuerza a utilizar un lenguaje una pizca pomposo: con ella hicieron algo a medio camino entre el arte y la magia. Al comienzo del concierto, se iluminó en amarillo y azul y sirvió como enorme bandera ucraniana, pero después se fueron acumulando tantos momentos tan bonitos que contarlos casi es 'spoiler'.
¡Cómo pasaban las luces de un lado a otro, como avanzando por una carretera, en 'Where The Streets Have No Name'! ¡Cómo se transparentaba la pantalla para dejar ver el rostro de la corista (situada detrás, con los otros dos músicos de apoyo) en 'I Don't Know What You Want But I Can't Give It Any More'! ¡Cómo presentaba imágenes antiguas del dúo en 'Rent', con los labios del Tennant de ayer vocalizando lo que cantaba el Tennant de hoy! ¡Cómo se abrían los cielos con 'Go West' y su promesa de libertad! O, en fin, qué bonito lo de 'Love Comes Quickly', con Tennant atravesando lentamente el escenario, como una silueta en perfecta sincronía con la canción. En otras fases del concierto, el muro se elevaba y los cinco músicos quedaban envueltos en un derroche de luz.
Pet Shop Boys se mantuvieron fieles a su costumbre de exhibier atuendos extravagantes, como esa máscara esquemática que Tennant se quitó para la tercera canción y Lowe se dejó hasta la octava (tampoco importa mucho, porque al teclista se le ve tan poco la cara que bien podría ser otra persona). De vez en cuando, el cantante gritaba «Bilbaooo» y abría los brazos con gesto de veterano del teatro musical, como expresando 'nada os digo y todo esto os estoy diciendo'. En el bis, ya con un abrigo largo de señor inglés, cayeron las esenciales 'West End Girls' y 'Being Boring'. Esas chicas del West End a lo mejor son ya abuelas también, pero sonaron tan frescas como el primer día.
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