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Los nombres de los artistas que tocan hoy en el Bilbao BBK Live suman más de trescientas letras, unas en tipografía más grande y otras en tipografía más pequeña, pero en algunos momentos parece que solo importan siete: R-O-S-A-L-Í-A. ... La presencia de la artista catalana como cabeza de cartel ha dado lugar a una pequeña revolución, o quizá sea mejor hablar de dos, porque Rosalía está en el centro de un torbellino de amores y odios, o de bienquerer y malquerer, por evocar el título del disco que la ha convertido en inesperado icono global y fenómeno social. Y se esperaba que las dos fuerzas que hacen girar ese torbellino estuviesen presentes esta tarde en Kobetamendi: por un lado, los fans que han subido hasta las alturas solo para ver en carne, hueso y uñas a Santa Rosalía; por el otro, los que estarían dispuestos a bajarse de la montaña solo por no verla.
Y a lo mejor es verdad que se han marchado, porque resulta muy difícil reproducir en el recinto el debate que tanta vidilla ha dado en las redes. Los 'haters' de Rosalía se han volatilizado o se han vuelto diplomáticos de repente, y se han quedado solos los partidarios y algún indiferente, aunque también es verdad que las apariencias engañan. Porque, si juzgamos por la pinta, está claro que la fan número uno de la cantante tiene que ser esa chica de chándal rojo y crucifijo dorado que baila flamenco frente al escenario principal, sin importarle que el sol pegue fuerte y falten tres horas para el inicio del concierto. «Sí, yo soy Rosalía y me sé mi vida entera», afirma. Pero en realidad se trata de Amalia del Monte, una madrileña de despedida de soltera a la que sus amigas han ataviado de esta guisa. La mujer va muy metida en el papel, con su cruz del bazar chino, pero ha tenido que apuntarse un par de versos en el antebrazo porque no se sabe ninguna canción de su referente.
Mejor estudiado lo llevan Asís Romero, Francis Sillero, Isaac Romero y Jon Arias, tres granadinos y un barcelonés que se declaran seguidores de Rosalía. «El espectáculo es fantástico y su fusión de flamenco y trap es muy buena», afirma Asís. Pero, confiese, ¿a usted ya le gustaba el flamenco de antes? «Hombre, soy de Granada y nacemos debajo de un tablado», se ríe. Su amigo Francis se declara muy a favor de «corromper» los palos tradicionales y cita el ejemplo de Niño de Elche: «Hay que ser un poco irreverente, ya está bien de lo de siempre». Tampoco puede ocultar su postura Igone Cabrerizo, que luce una camiseta con el lema 'Malamente' alrededor del cuello. «Me gusta mucho Rosalía y mi hermano no tuvo mejor idea que tunearla y regalármela. Hoy era el día ideal para ponérmela». ¿Y no cree que el eco que se le está dando a 'El mal querer' es un poquito exagerado? «Hacer las cosas bien y que te vaya muy guay no es exagerado -descarta esta bilbaína-. ¡Para una que triunfa a tope!». Ni siquiera su novio Gonzalo sirve para inocular algo de polémica al asunto: «A mí me gusta todo y también compro a Rosalía», proclama.
Habrá que recurrir a la artillería pesada: los flamencos, los metaleros, los guiris... Como enviado por la providencia, aparece por delante del escenario principal el cantaor bilbaíno Juanjo Navas. ¿Qué le parece Rosalía? «Yo respeto su trabajo. Habrá que ver, el tiempo dará y quitará, pero me parece bien que arriesgue, ¡alguien tiene que hacerlo!». Al fin y al cabo, Juanjo está muy lejos del purismo paralizante de tantos flamencos, porque anda reproduciendo el 'Omega' de Enrique Morente y Lagartija Nick junto al grupo de rock Sonic Trash. «Ahora vamos al festival Motorbeach. Y esta experiencia me está demostrando que a la gente le gusta el flamenco».
Probemos con los heavies: Ander García lleva una camiseta del grupo polaco de black metal Batushka y una gorra de Suicidal Tendencies, además de una coqueta falda escocesa. Pero es preguntar por Rosalía y su amigo Unai Fernández, tatuado y también con 'kilt', suelta de inmediato un animoso 'tra tra'. Pero hombre, ¿también ustedes? «No, no... Debe de ser una artistaza que hace un show espectacular, que fusiona trap con flamenco, que calza unas uñacas de atar, pero yo no la escucho ni de coña», descarta Unai. Los amigos bilbaínos forman parte de los indiferentes, un colectivo que se presume tirando a escaso.
La desesperación por unas migajas de controversia lleva a fijarse en el público extranjero. Albert Smith y Elisha Jones son australianos de Melbourne y se han puesto camisetas de Black Flag y The Hives, que no parecen lo más compatible con el flamenco y el trap. ¿No conocerán a Rosalía, verdad? «Justo acabamos de verla en el Mad Cool y nos encantó. Su voz es increíble, cómo modula el sonido. Fue un concierto precioso», elogia Albert. Aquí y ahora, parece que a Rosalía la mayoría de la gente la está queriendo muy bien.
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