Hay un hilo invisible que vincula el reguetón con Metallica. Cada vez que se menciona la presencia en el Bilbao BBK Live de algún artista de este estilo latino (o, más en general, de eso que se ha dado en llamar músicas urbanas), no tarda ... en salir algún veterano desengañado que se hace cruces y se pregunta cómo puede ocurrir esto en un festival que una vez trajo a Metallica. Ocurrió cuando se confirmó a Bad Bunny para las ediciones canceladas de 2020 y 2021 y ha vuelto a suceder este año con J Balvin. El reguetón simboliza la gran grieta que divide en dos a los aficionados a la música, un abismo insalvable para muchos que a veces es generacional y otras, simplemente cuestión de gustos.
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El caso es que este sábado, con Balvin como cabeza de cartel, era el gran día del reguetón. Digámoslo así por abreviar, aunque la jornada también incluía reclamos en la misma onda pero de alcance estilístico más amplio, como Nathy Peluso. Y bastaba quedarse un ratillo en el acceso al recinto para darse cuenta de que mucha gente hacía su primera expedición a Kobetamendi por esa causa, con las citas de Nathy y J bien memorizadas: «Vamos a buscar sus escenarios lo primero», pedía una chica a sus amigas. Por desgracia, era imposible comprobar lo contrario, si ha habido algún espectador habitual que se haya plantado ante el cambio de paradigma, pero no era difícil dar con 'haters' en el festival: «Antes me amputo los testículos que escuchar a un reguetonero», resumía con sutileza un espectador maño. Y no le importaba dar el nombre, pero vamos a dejarlo en Raúl C.
En realidad, basta preguntar un poco para comprobar que las generaciones jóvenes no se complican la vida con fronteras tajantes como los más veteranos. Mariola Albás y Marina Caballero también vienen de Aragón, la primera de Huesca y la segunda de Zaragoza, y han hecho un pacto para esta primera visita al BBK Live: Mariola, la más reguetonera, asistirá dócilmente a los conciertos de Cariño y Carolina Durante, mientras que Marina, la más roquera, estará al pie del cañón con Nathy Peluso y J Balvin. ¿Quién lo pasará peor de las dos? Marina mira con cierta lástima a su amiga: «Ella», dice muy segura. «Noooo, he escuchado alguna canción y están bien. Pero el reguetón me gusta bailarlo, me pone de buen humor, me alegra», apunta Mariola.
Este desembarco de las músicas urbanas en el festival tiene una dimensión cultural más profunda que a lo mejor se nos escapa. «Por esto hay más comunidad latina en el festival -aclara Génesis Tello, una limeña afincada desde los 14 en Igorre-. Es la primera vez que en este festival indie se produce la inclusión del reguetón, pero no como estilo cutre: Balvin ha hecho un trabajo importante de visibilización de lo latino. Ahora todo el mundo se va a Colombia de vacaciones, a los latinos nos miran mejor y hasta nos ha mejorado la cosa para buscar trabajo». Además de la peruana Génesis, cuyo padre escucha rock en quechua, en la cuadrilla hay también una colombiana, Andrea Soto («el reguetón da alegría», resume), pero la más reguetonera del grupo procede.. de Zeberio. Se llama Naroa Larizgoitia y se declara muy fan de J Balvin: «El mejor de los reguetoneros, quitando a Daddy Yankee», sostiene con aplomo.
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Daniela Suárez y Karen Aristizábal, asturianas de Ribadesella y Llanes, son debutantes en el festi y han venido «por Nathy y sobre todo por J Balvin». Daniela estudia Enfermería en Alemania y vuelve en verano ansiosa de calor, baile y desmadre. «Nos gusta todo lo que sea mover las caderas y el cuerpo, ¡hay que vibrar!», animan. ¿Y a sus padres también les gusta el reguetón? «Sí, son de bailes latinos. Nuestras madres son de Colombia y Venezuela».
Otra consecuencia de incorporar este tipo de sonidos al programa es que mejora la cotización del festival como escenario de despedidas de soltero. Claro, no es lo mismo desmelenarse perreando que escuchando a The Cure o Radiohead. Este sábado era fácil localizar a unas cuantas cuadrillas en plena faena. Por ejemplo, la de Leire Igartua, de Oñati: sus amigas se habían hecho unas camisetas que decían 'Esta novia es natural, no plastic', igual que el culo de Nathy Peluso. Y a otro casadero, Javi López, lo habían vestido de fantasía, como una escultura con aparatosa diadema. En su grupo había debate en torno al reguetón. «Está muy bien, te incita a bailar», decía Cindy Sandres (hondureña, va a ser verdad lo de la comunidad latina). «Es siempre la misma base pero te hace moverte. Está estudiado para que se te meta en el cerebro, tutututututú. Es una mierda pero me gusta, una mierda buena. Hoy voy a perrear pongan lo que pongan», analizaba Selene Villa, meneando convenientemente su anatomía a cada tututú. Y el propio Javi, el escultórico, hacía su reflexión: «A mí no me gusta el reguetón, pero tampoco que la gente se meta con él, porque me resulta clasista. Además, me parece muy bien que la gente baile reguetón porque hace de criba y yo puedo bailar más a gusto a M.I.A.», añadía, para concluir con una confesión en voz baja: «A mi marido le gusta el reguetón».
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Sí, desembarcó el perreo en el BBK Live y no se abrieron los cielos ni nada. «Pero, hombre, ¡si es una música ideal para un festival!», defendían los madrileños Ruth Fuertes y José Molina. Él lucía colorista camiseta de J Balvin, quizá la primera que se ha visto en Kobetamendi: «Claro que hemos venido por él, me gusta mucho. Cada música tiene su momento. Este sábado estuve viendo a Muse, el jueves a Imagine Dragons, el miércoles a Metallica...».
- Perdón... ¿a quién?
- A Metallica. ¡A nosotros lo que nos gusta es la música!
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