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Ayer por la mañana, Antifan solo tenía 273 seguidores en su Facebook. Y eso que están relacionados con el rapero C. Tangana, exnovio de Rosalía, que acumula más de 75.000. Los madrileños actuaron en el escenario Firestone en trío: Jerva, I-ACE (estos ... dos son miembros de Agorazein, donde también milita Tangana) y Hartosopash, y con estética antiestival, literalmente gris total, oficiaron desganados y de cara al sol.
Claro, a este soniquete sintético lo peor que le puede pasar es que lo expongan al aire libre, a la luz del día, en el campo y bajo un sol de justicia que les dé de cara. Los llamados sonidos urbanos es lo que tienen. Y a Antifan encima les falló la técnica: había una crepitación de fondo y al cantante además le falló el micrófono: «Sin autotune, sin reverb, sin delay. Cantaré como antes», dijo. Y así, sin brío ni apenas pericia, en 42 minutos cansinos les dio tiempo a lanzar 11 piezas, con poca influencia trap porque el micro se petó, mucha del after punk español con deje de Parálisis Permanente y Ana Curra en títulos como 'Descontrol', 'Mi mundo' y 'Baila'. Como los vampiros, seguro que de noche funcionarían mejor.
Quiénes son «Nos vamos a presentar. Somos Antifan, el trío más deprimente de Madrid», dijo su cantante.
La técnica falló. «Somos unos cenizos», dijo su líder ante los fallos, que deslucieron el concierto.
Sin brío El trío de música urbana actuó a pleno sol, débiles como vampiros de día.
Indie comercial (lo cual es un oximorón) serio y solvente arbitraron los cuatro murcianos de Second, que llevan 22 años y nueve discos, en el escenario Bestean. Vinieron presentando su álbum 'Anillos y raíces' y se les podría comparar con Love Of Lesbian, Vetusta Morla, Supersubmarina, Lory Meyers… Pop comercial muy festivalero, no en vano su nombre se repite en las programaciones de tantos festivales, aunque este era su primer BBK Live.
Ilusionados por el debut. «Por fin. ha costado. Por eso nos sentimos como unos inexpertos», dijo su cantante.
Con el público. Le sacaron palmas y pidieron coros, y hasta lograron que brincaran brazos en alto.
Invisibles Su concierto a la luz vespertina contó con seis pantallas que apenas se notaron en el gran escenario.
Idles es una patrulla after punk gestada en Bristol que dio el pelotazo en el underground british con su disco debut, 'Brutalism' (2017), y que ahora anda estirando el chicle con su reválida, 'Joy As An Act Of Resistance' (2018). Algunos dicen que es una de las bandas de rock and roll del momento, pero el elogio les queda grande, empezando por tirar de influencias nada inventivas, del siniestrismo de los 80 al posthardcore de Fugazi. Al menos rabia y dominio de las tablas demostraron.
El quinteto pilotado por el vocalista con pinta psicopática Joe Talbot salió a escena como hooligans alienados vestidos para el verano de Mallorca. Con sonido afilado, sincopado y demasiado repetitivo, cantaron a sus orígenes en la clase media en 'I'm scum', tras decir que les gusta España y el Basque Country nos dedicaron una titulada 'Love song', y se posicionaron en favor de los inmigrantes en 'Danny Nedelko', gritada como los Clash.
Como turistas en Mallorca. Salieron con bañadores, camisas hawaianas, camisetas de tirantes, balones de playa...
Bestia escénica. Su cantante, Joe Talbot, se golpeó el pecho con fuerza, escupía al aire y nos miraba con cara asesina.
Dicen que no son punks. Provocaron peligrosos pogos (bailes violentos entre el público) reproducidos en las pantallas de vídeo.
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