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«Cada año peor, ponen más buses de pago y menos gratuitos, estoy por coger el 58», se queja Jon, que si no fuese por el calor que ha hecho a las cuatro de la tarde subiría andando. Aun así, nadie pierde la paciencia y ... mientras esperan la larga cola del autobús, los bilbaínos comparten planes y lugares que ver con la gente que viene de fuera. Ir a la playa, pintxos en el casco viejo y el Guggenheim son las ideas que más se repiten cuando les preguntan qué pueden ver mientras están en la villa.
Las anécdotas amenizan la espera. Jon, que vive en Bilbao se da cuenta de que Alex, que viene desde el sur no tenía pulseras y tras media hora de espera en la cola no le queda otra que abandonar e ir hasta San Mamés a canjear la entrada. Otra de las inesperadas presencias es la de los perros de la Ertzaintza que aprovechan para ir controlando el tráfico de estupefacientes.
Tras 50 minutos, conseguimos subirnos al autobús, pero para sorpresa de todos este solo sube hasta la antigua fábrica de Beyena. El último tramo hay que hacerlo a pie y el sol aprieta. Las puertas todavía no han abierto pero se puede intuir que hay gente esperando desde hace rato. Miguel y Luis llevan más de una hora los primeros de la fila «supuestamente iban a abrir a las 17:00 pero nos han dicho que nos les funcionan las PDA para leer las pulseras», explica Miguel. Ellos no han tenido que esperar al autobús cuando ha subido apenas subía gente.
Almudena Isusi, trabajadora de los buses con reserva propia que se pueden adquirir por 3,5€, no duda en recomendar esta opción para subir a Kobetamendi. En estos autobuses tienen un asiento asegurado a una hora determinada, no hay esperas. «Las colas para los autobuses gratuitos son eternas, las esperas son mínimo de 45 minutos», añadía Almudena. El sistema de reserva permite a los usuarios planificar mejor su tiempo. «Tú los reservas, vienes a la hora que tienes y entras seguro». Este nivel de certeza es especialmente valorado durante los días de mayor afluencia, como los sábados, cuando las colas pueden extenderse hasta el final de la explanada, pueden llegar a esperar hasta 2 horas. El servicio de autobús con reserva comienza a las 16.00. Almudena concluyó: «Aquí hay una hora fija, pagar un poco más por un servicio de reserva puede marcar una gran diferencia en la experiencia del usuario».
Las experiencias en los festivales siempre son una mezcla de emociones y situaciones inesperadas. Marta Torrero, que viene de Cuenca, compartió una anécdota que revela los desafíos que enfrentan los asistentes al subir hasta Kobetamendi. «¡Nada, no entro dentro del autobús, las bolsas a cuestas, me tuvieron que ayudar un montón de personas!», empieza Marta, describiendo la odisea de simplemente llegar al evento. Una vez en la cima, Marta se encontró aislada. «Mis colegas están arriba y no tenían cobertura», explica. La falta de cobertura complicó aún más la coordinación con sus amigos. «Todo Kobetas se ha quedado sin cobertura de datos. Muy bonito», comenta con ironía. La situación se volvió más frustrante con el transporte interno del festival. «Luego, bájate en la lanzadera que a lo mejor pasa cada media hora... o no», relata. Marta se preocupa por el día siguiente, pronosticando que «mañana va a ser peor» y no oculta su molestia con las largas caminatas bajo el sol abrasador para llegar a los conciertos.
Marta Torrero ha asistido seis veces a este festival y, a pesar de las dificultades, sigue regresando. «Sexta vez, Marta Torrero», afirma con orgullo. Su perseverancia y humor en circunstancias difíciles son un testimonio de la pasión que los festivales de música inspiran en sus asistentes, a pesar de los contratiempos que puedan surgir.
Los asistentes nada más entrar a la izquierda se encuentran con las marcas, la primera Firestone, donde pueden ganar un gorro, una cuerda para agarrar el vaso o una para las gafas; además pueden hacerse tatuajes temporales. La segunda es Vueling, donde los festivaleros pueden subirse en una bola al estilo Miley Cyrus, en el videoclip de 'Wrecking ball' y parece ser que tienen premio seguro.
En Repsol, pueden jugar al 'air hockey' y juegos de arcade. También tienen la posibilidad de descargarse una aplicación y «contribuir a que el festival será más ecológico y con energías renovables» según una trabajadora del puesto. En Azulmarino, solo escaneando un qr podrás llevarte un viaje a Zanzibar.
En el puesto de 'llegada' tienen disponible mucho brilli brilli con dos emprendedoras estéticas y si suben andando y primero escanean el QR en el puesto de San Mamés y después al llegar podrán conseguir una entrada para el año que viene. Además de consumiciones, regalos de la bbk y mucho más.
Los autobuses lanzadera podrán reservarse. Este servicio saldrá desde la calle Felipe Serrate, junto a San Mamés, cada jornada del festival desde las 16.00 hasta las 22.00 cada 10 minutos. El coste del viaje es de 3,5 euros y estará disponible solo para la subida y habrá que reservarlo con antelación desde la web del festival. Cada persona podrá adquirir un máximo de 10 tickets.
Como cada año, habrá autobuses lanzadera gratuitos, tanto para ir como para regresar del recinto. A la ida los buses partirán desde el BEC! (Barakaldo) junto a la parada de metro de Ansio –donde se habilitarán 3.500 plazas de parking- y desde las inmediaciones de San Mamés -al fondo de la calle Capuchinos de Basurto, en la parte trasera del edificio BAMI (Hacienda-ETB). Prestarán un servicio ininterrumpido desde las 12.00 del miércoles 10 hasta las 15.00 del domingo 14, con frecuencias de servicio variables, según la demanda y las necesidades previstas. Cada día a partir de las 16.00 pararán en las inmediaciones de la antigua fábrica de Beyena, y desde allí el público deberá recorrer 800 metros hasta la entrada del festival.
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