Los madrileños Carolina Durante, para muchos el grupo revelación de 2018, descargaron este viernes en el escenario Firestone, una especie de garaje a 70 centímetros del suelo y a un metro del respetable. Propulsado por sus letras irónicas, el grupo demostró su conexión con el ... público, que se sabía casi todas las canciones, caústicas, asociables a Siniestro Total, Los Nikis, The Refrescos...
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Carolina Durante en el fondo son una suerte de Taburete respondones, unos burgueses joveznos y listos, y ahí están para refrendarlo sus canciones finales, himnos que volvieron loco al personal que atendió sus tres cuartos de hora de Spanish show: 'En verano, Ornitofilia', con sus referencias al paseo marítimo y a las gaviotas y con el público del BBK Live desatado en el pogo; y, claro, 'Cayetano', la de «todos mis amigos se llaman Cayetano», con invasión del escenario por parte del respetable.
En una línea muy alejada de los madrileños vacilones, los australianos King Gizzard & Lizard Wizard (había un tipo disfrazado de Brujo Lagarto entre el público) actuaron en el escenario grande, el Bilbao, como el epítome del nuevo gran rock psicodélico que son.
Prolíficos creadores (¡en 2017 sacaron cinco álbumes!), en Kobetamendi se dispusieron en círculo comunal a lo MC5, con dos baterías una frente a otra y el bajista al fondo de la escena, y conducidos por su cantante -a la vez uno de sus guitarristas, vestido con camiseta de Slayer- crearon una espiral de rock clásico pero puesto al día donde eran obvias las influencias de King Crimson, Black Sabbath, Jethro Tull, el rock anatolio o pellizcos de los Status Quo lisérgicos. A pesar de su caracter antañón, su guapa onda enloqueció al público, muy joven, muy entregado y provocador de remolinos de pogo (el baile en el que se empujan unos a otros) en lo que fue uno de los mejores bolos de la jornada.
También convencieron los irlandeses My Bloody Valentine, nombre legendario del rock ruidista de los años 90, que proyectaron su encanto eléctrico y guitarrero desde el escenario Heineken. Apoyados por unas visuales absorbentes, dictaron una lección de rock armónico ruidista noventero, sobrado de atractivo pop (esas melodías crujientes y acarameladas), con numerosas reminiscencias con Jesus & Mary Chain, Dinosaur Jr., Pixies o unos explosivos Teenage Fanclub en una sesión intensa, creíble, atemporal y, más que influyente, seminal. Nadie se pudo dar por insatisfecho.
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Provocadores. En su hit futbolero 'El himno titular', preguntaron sobre dos lalerales diestros. «¿Odriozola o De Marcos»?
Fans. El público invadió el tablao en 'Cayetano', además de pedir «el escenario principal» para la banda.
De gira. El grupo venía de actuar el jueves en el Mad Cool de Madrid, que coincide en fechas con el BBK Live.
Hermandad australiana. El septeto de las Antípodas ofició en círculo cual comuna hippie.
Poco ruido. El volumen insuficiente hizo que faltara pegada a sus dos baterías.
Llegó el agua. Durante tres canciones les llovió con fuerza, por primera vez en el festival.
Imagen absorbente. Aprovecharon todo el fondo del escenario para proyectar visuales luminosas acordes a su distorsión.
Dos mujeres. Con los fundadores Kevin Shields y Colm Ó Cíosóig tocaron Bilinda Butcher, guitarra, y Debbie Googe, bajo.
Distancia. Las pantallas de vídeo dan un plano fijo de la escena porque no quieren primeros planos.
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