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Juerga intensa con la psicodelia y la magia que ofrece el arbolado o calma gracias a la música relajada y la paz que transmite una de las mejores panorámicas de Bilbao. Basoa y Lasai. El yin y el yang del BBK Live. Los dos ... escenarios más apartados de la entrada del recinto ofrecen dos opciones opuestas de disfrutar del festival.
«Cuando se encienden las luces es espectacular». Sheila, Aintzane y Kelea tuvieron su primera toma de contacto con el festival en el escenario Basoa. Pinchaba la gallega Cora Novoa, una dj que Carlos tenía muchas ganas de escuchar. Para él, acostumbrado a ir a festivales, este BBK Live será muy especial. Es la primera vez que su mujer Maite y él acuden a uno con su hijo Pablo, de seis años. «Me lo estoy pasando muy bien», comentaba el pequeño mientras mostraba una pulsera especial que acredita que no supera la barrera de los diez años. Para ellos, la entrada al recinto es gratuita. «Nos gusta lo bien adaptado que está todo para poder venir con niños».
«Vengo del Sónar y el Primavera Sound y después de tanto calor un entorno con tanta sombra se agradece muchísimo», celebraba María, una gallega residente en Barcelona. Se aloja con Randi en el 'gampling', la zona de acampada con tiendas de lujo que ofrece la organización, y la primera noche se vieron sorprendidas por la lluvia. «Teníamos un palmo de agua en la tienda. Eso sí, en un momento nos han cambiado de sitio y asunto resuelto», explicaban sentadas en Basoa. «Se nos ha mojado una parte del colchón, pero el mal ha sido bastante soportable», comentaban muy cerca de allí Carolina y Carlos David.
A tan solo unos metros, dos amigos que compartían el nombre de Eduardo, echaban mano del móvil para sacar una bonita panorámica de Bilbao. Por primera vez se pueden apreciar las vistas de la ciudad desde dentro del recinto. El escenario Lasai ofrece la oportunidad de bajar las pulsaciones y vivir el festival con más sosiego. El debut de este escenario, que tiene ritmo hasta bien entrada la noche, fue con Young Turks djs.
«Lo he dado por imposible y he subido en taxi», contaba Dani a su llegada a Kobetamendi. Entró más tarde de lo previsto a cuenta de las largas colas que había junto al edificio de EiTB para acceder a las lanzaderas gratuitas. «Nos hemos comprado unas cervezas para amenizar la hora de espera», decía resignada Lur a las puertas del recinto. Por su parte, mucho más cansado pero contento por la 'hazaña', Eñaut optó por subir andando para conseguir ver los primeros conciertos: «Tenía tantas ganas, que no he querido perder tiempo en San Mamés».
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