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Hay grupos que marcan toda la jornada en la que tocan. Desde primera hora (en realidad, desde antes incluso de que se abran las puertas), el ambiente se impregna de su presencia: hay fans que compiten a la carrera por hacerse con la primera fila, ... aunque aún falten cinco horas y media para la aparición del artista, y proliferan hasta volverse dominantes los atuendos que identifican a sus orgullosos seguidores. Ocurrió el jueves con Florence & The Machine, cuando brotaron en Kobetamendi las vistosas diademas de flores de los 'florencers' más pasionales, y el fenómeno se ha repetido de manera amplificada esta tarde, el día de los Arctic Monkeys, algo así como los cabezas de cartel de los cabezas de cartel. El esprint hasta el escenario principal tuvo un nivel casi olímpico.
Esa anticipación tiene un efecto muy curioso: hay artistas a los que les toca actuar para unas primeras filas tomadas por fans de otra banda. Este sábado, el primero en ocupar el escenario principal era Rojuu, el jovencísimo cantante catalán, que también cuenta con seguidores entregados, pero la avalancha de Arctic Monkeys se impuso. Ahí estaban Rakel Redondo y Aroa Diz, dos fans bilbaínas de Rojuu, rodeadas de admiradores de la banda británica. «En la cola, eran todo 'arctic monkeys' menos nosotras. Una 'arctic monkey' polaca nos ha organizado por números y nos ha preguntado a quién veníamos a ver: no sabía cómo explicarle el 'hyperpop' a una polaca», se reían. De hecho, ellas dos fueron, en buena medida, las responsables de la situación, porque en los horarios originales de esta edición los Monkeys y Rojuu se solapaban. «Montamos un Change.org y lo cambiaron por nosotras. Porque somos fans de Rojuu, pero Arctic Monkeys no están aquí todos los días».
– ¿Y cómo explicarían a todos estos... hummm... 'arctic monkeys' de alrededor lo que van a ver?
– Rojuu tiene rollete, es animado, te motiva. ¡Es un nuevo género!
A la mayoría de los fans de Arctic Monkeys no se les veía muy convencidos con eso del 'hyperpop'. En realidad, la banda de Sheffield representa cierto clasicismo en el panorama de las estrellas contemporáneas y es uno de los pocos nombres capaces de salvar con comodidad ese abismo que tantas veces separa los gustos de padres e hijos. La cosa funciona en ambos sentidos: «Yo escucho a Arctic Monkeys desde pequeña porque mi padre siempre los ponía. En cuanto vi la oportunidad de verlos aquí, no lo dudé, y estamos flipando con el festival», explica Kamar Layachi, una joven ceutí. A su lado, el palentino Félix Maté acompaña a su sobrina de 15 años Lucía Kazimierowicz. La adolescente empezó a escuchar a los Monkeys «hace muchos años», por capricho del algoritmo de Spotify, y su tío comulgó con la nueva pasión de Lucía: «Los puse y molan, pueden recordar incluso a los Beatles», explica.
La música del coche
Esas raíces de los Arctic Monkeys en el rock clásico los convierten en un nombre que concilia a generaciones. «A mí es el único grupo actual que me gusta –admite Arantxa Galilea, una chica de Pamplona–. Yo soy mucho de David Bowie, de Pink Floyd, de la música que se escuchaba en el coche cuando éramos pequeños. Me parece que tienen que ver con todo eso y que los últimos discos suponen una evolución coherente». Ah, los últimos discos... La metamorfosis de la banda, desde el guitarreo más frenético y efervescente del principio hasta los arreglos suntuosos y los ritmos lentos de su último álbum, es objeto de debate. Pero también hay fans a quienes les gustan todos: «Arctic Monkeys han marcado mi vida: empecé a escucharlos en un momento muy comprometido, con 13 o 14 años, cuando estás creciendo como persona, y luego fui incorporando su música anterior», explica Alba González, de Santiago de Compostela.
El vocalista Alex Turner y compañía son uno de esos grupos por los que los fans llegan a cometer locuras. En realidad, como gran parte de su masa de admiradores es tan joven, familias enteras acaban haciendo un regate compartido a la lógica del día a día. Annette Bolger ha venido desde Irlanda para traer a su sobrina-nieta, Lilly. «Es que ella es su mayor fan y cancelaron el concierto en Dublín, así que nos cogimos el ferry y estamos alojadas en Liendo. Y hemos traído a mi madre, que tiene 85 años». La señora, eso sí, ha renunciado a venir al festival. Lilly ha confeccionado una pancarta que dice 'Hemos viajado más de 30 horas desde Irlanda para veros'.
– ¿Estás nerviosa?
– Bueno, un poco.
– ¡Está obsesionada! –ataja la tía abuela–. Me ha traído una hora antes de que abriesen las puertas.
Claro que, si planteamos una competición de distancias recorridas, seguramente la que gana es Kelly Janine, que viene de Singapur. ¿Para ver a Arctic Monkeys? «Bueno, sí, pero no solo a ellos». Kelly saca de la mochila un vaso reciclable del festi, que lleva el cartel en pequeñito, y empieza a señalar nombres: «Estudié todos los festivales europeos y el Bilbao BBK Live era el que tenía más artistas que me interesaban: Florence & The Machine, Phoenix, Chemical Brothers, Arca y Arctic Monkeys, claro, que me provocan mucha nostalgia de hace diez años», explica Kelly, que tiene 22. Llegó el martes y se vuelve mañana. Pero se marchará conociendo inesperadamente a Rojuu.
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