Antonio García, de Arde Bogotá

«A veces tengo pesadillas pensando que tengo que volver a trabajar de abogado»

El ascenso fulgurante de esta banda de rock alternativo ha ido acompañado de temas tan coreables como 'Los perros' y 'La salvación', del cartel de 'no hay entradas' en los conciertos del último año y de hacerse con un público transversal. Pero también ha levantado la sospecha y esa mirada crítica de quien cree que pueden ser un fenómeno de combustión rápida. Este viernes, la banda acude al Azkena como uno de los reclamos del cartel. De alguna manera, sienten que puede ser una confirmación ganarse el beneplácito de ese público más rockero. «Es la fecha que más ilusión nos hace. Nos tiene locos de los nervios y entusiasmados». Por la forma en la que lo dice, no es un cliché.

- Fueron los grandes triunfadores la semana pasada en la primera gala de la Academia de la Música, con seis premios. ¿Cómo se reciben estos reconocimientos?

- Es un reconocimiento bonito que va a través de las votaciones de un grupo enorme de gente que no conocemos y que no tendrían por qué votar. Supongo que hay algo en lo que hacemos que les llamó la atención. Son ese tipo de cosas abrumadoramente buenas que hay que intentar relativizarlas para que no te despisten.

- ¿Qué importancia le dan?

- La verdad es que para mí los premios de la Academia, y en general este tipo de galardones casi en cualquier disciplina artística, me parece que la utilidad que tienen es promocional. Que la gente y el público conozca la música que se hace, los discos que se han sacado en el 2023, las cosas que han ocurrido en el país y creo que para eso sirven. Nos ha tocado a nosotros estar un poco más en el foco, pero ojalá que durase más tiempo para que muchos discos tengan la capacidad de viajar muy lejos.

- A veces el oyente o el fan identifica rivalidades entre grupos. Ve estos premios y piensa que Arde Bogotá se ha impuesto. ¿La música tiene algo de competición o reina más bien el buen rollo?

- Siempre he pensado que no tiene nada de competición. Si a mí me gusta mucho un grupo como Queens of the Stone Age no impide que escuche a Bala, por ejemplo. Una cosa no tiene por qué limitar. Si me gusta mucho algo querré encontrar otra banda que se le parezca para tener más tiempo los oídos entretenidos. Siempre he pensado que ese tipo de competición no existe. Había un lema que dijo Tomatito en la gala aquella: «La música no es competir, sino compartir». Y creo que eso debería ser el ideal.

- Al día siguiente tocan en Girona. ¿Van a poder encontrar un hueco para ver a Queens Of Stone Age?

- Es obligatorio. Da igual a la hora que salga la furgoneta el día siguiente. Nos quedamos los que tocamos y el equipo, todos los técnicos y compañeros que nos acompañan.

- Imagino que son referentes para la banda.

- Sí, por eso nos hace tanta ilusión también acudir. Al repasar el cartel del festival en los últimos años vemos que han pasado bandas como Patti Smith y grandes referentes de toda nuestra vida. Es un regalazo tremendo y esperamos estar a la altura.

- Durante un tiempo compatibilizó su trabajo en un despacho de abogados con subirse a los escenarios los fines de semana. ¿Cuánto duró?

- Lo estuve compatibilizando desde que estaba en mi último año de carrera, en 2019, hasta hace dos años. Ese tiempo fue el que hicimos verdaderas cabriolas. Comparado con lo que les pasa a otras bandas de compañeros y compañeras es poco tiempo. Pero fue muy intenso. Tenía un trabajo bastante absorbente y una banda que era todavía más absorbente, porque cada día pasaba algo un poco más gordo que el día anterior. La verdad es que es una época dura que recuerdo con terror. A veces tengo pesadillas pensando que tengo que volver a trabajar de abogado. Me tengo que decir 'no, Antonio, ya solo estás en la banda', no tienes otro trabajo. Pero también aprendí mucho.

- ¿Trabajaba con el tema de derechos de autor o en algo relacionado con la industria?

- Mi especialidad era la propiedad intelectual. Lo que pasa es que no trabajaba con una banda como la nuestra, sino con otro tipo de pleitos ligados a la materia.

- O sea que una compañía discográfica no se la va a colar a Arde Bogotá.

- Ese es el rumor que quiero que exista (risas). Pero seguramente que si nos la quieren colar lo harán igual. El hecho de que fuera abogado no significa que fuera un buen abogado.

- ¿Cómo se gestiona el éxito de crecer tan rápido? ¿Uno se refugia en la familia, acude al psicólogo, evita mirar las redes sociales?

- Todas las anteriores son ciertas, porque no hay un manual para ello. De la misma forma que me atrevería a decir que sí hay un manual para el otro trabajo que yo tenía porque había compañeros que habían estado exactamente en el mismo sitio. Pero cada banda a la que le va bien es un mundo. Se aprende a base de ensayo y error.

- Se habla últimamente mucho del síndrome del impostor. ¿Lo han padecido en algún momento?

- Yo lo tengo cada cuatro días. Después de la gala de la academia lo tenía en el 120%. El otro día es un ejemplo muy evidente. Cuando uno hace un disco juraría por él y cuando lo saca mataría por él. Pasado un año del disco cambiaría cosas. Las canciones evolucionan, las estás tocando cada fin de semana... Sin embargo, escucho el disco de Rodrigo Cuevas o de María José Llergo y pienso que están perfectos, no cambiaría nada. Ir a una gala de premios y que nos lo den y no a a María José o a Rodrigo o a cualquier otro compañero, te hace pensar que no es real. Pero bendito problema. Es parte de lo que uno tiene que ir aprendiendo a gestionar y a entender y que le sirva de motivación para hacer mejores canciones.

- Considerados embajadores de Murcia, con varios premios, un sin parar de conciertos. ¿Piensan en eso de morir de éxito?

- Sí, claro que sí. Ahora mismo vamos lidiando con la preocupación por tener algo tan valioso entre las manos. Estamos cumpliendo ilusiones que teníamos de crío y, de repente, tenemos entre las manos una cosa que es para nosotros un tesoro, que es Arde Bogotá. Tenemos ese síndrome de Gollum, del miedo a perderlo. Lo que tratamos de hacer es una buena propuesta que convenza, que divierta, que nos emocione y que también nos divierta y nos emocione.

- ¿Cómo se contrarresta?

- El otro día cuando volvíamos de un concierto se nos acercó una chica en el aeropuerto y nos decía que no nos conocía, pero que nos había visto porque le dijeron que el directo era bueno. Venía escuchándonos y nos lo comentó. Esa creo que es la cura para el miedo de morir de éxito. Tratar de hacer conciertos que, al contrario de matarnos, lo que hagan sea darnos más vida.

- En la canción 'Escorpio y Sagitario' mandan a la mierda el horóscopo. Parece que cada vez más gente lo sigue. ¿Se ha irritado alguien con esa canción?

- Al contrario (risas), creo que a la gente que le interesa el mundo del horóscopo le hace gracia. Al final creo que es una canción con cierta ironía, de tratar de hablar de una relación desde el punto de vista de la astrología.

- ¿Le interesa el horóscopo?

- A veces. Mi mundo místico va cambiando, va evolucionando con el tiempo.