![The Black Halos y Demolition 23, el punk como forma de vida](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/22/demolition-azkena-k1XB-U220514182370aKG-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Dos loables bandas de punk-rock con actitud y pedigrí coincidieron la noche del viernes en el ARF, tanto, que sus líderes respectivos, Billy Hopeless y Michael Monroe, compartieron dos canciones en el concierto del primer grupo, The Black Halos. Lástima que ambas citas ... no alcanzaran todo su potencial debido al sonido, que opacó las guitarras en ambos escenarios y que poco pudo hacer para perfilar la voz de su líder, Guille Desesperanzado.
De las 11.31 a las 12.28, The Black Halos (Vancouver, Canadá, 1993; estuvieron disueltos entre 2008 y 2016) sobre el tercer escenario dieron un bolo de 16 canciones en 57 minutos y en quinteto con varios kilos de más, lo cual choca con el arquetipo del punk. Presentaron su primer disco en 21 años, 'How the darkness doubled', y Billy dedicó una canción al Hell Dorado, donde tocaron la vez anterior en Vitoria (parece ser que en 2008), y Hopeless subrayó que cada vez quedan menos locales de rock and roll pues están cerrando.
Bueno, pues en quinteto con dos guitarras que no propulsaron todo lo necesario (no se percibía la del otro fundador, Rich Jones), con la voz de Hopeless justa en la mezcla (conste que estábamos centrados en las primerísimas filas, donde olí a marihuana y se veía perfectamente que el líder llevaba calzoncillos de leopardo y camiseta de la revista Popular 1) y con el público de la vanguardia entregado a los coros, los Halos remitieron a menudo a Rancid (los coros tribales, el aura callejera, los estribillos cuidados, canciones como 'Start the violence'...), a los Sex Pistols, a los épicos Marah de Filadelfia en los momentos más melancólicos, y al street punk.
Y al final se vio entre bambalinas al rubio Michael Monroe y se sumó al halo-bolo, limpiando precavida y disimuladamente el micrófono que le pasaron, con el que cantó las dos últimas, mostrando mejor forma física y más agilidad de Billy (y más habilidad al jugar con el cable del micrófono y enroscárselo en el cuello), y hasta mejor voz (una de esas canciones a dúo fue 'Ready to snap', incluida en el último disco de los americanos, donde también mete sus coros el finés).
Tan bien de forma física estaba a los 62 años Michael Monroe que al final escaló por el andamiaje del escenario según cantaba (trastabilló y casi se cae, ¿sería un truco circense?) y desde antes no dejó de moverse, saltó al foso para cantar junto a sus fans e incluso en una ocasión se subió dando un volatín, golpeó con saña los pies de micro y afirmó que «Spain rocks» (España roquea).
Michael venía por tercera vez al Azkena: ya lo hizo con su histórica banda Hanoi Rocks (los New York Dolls fineses, les llamaban), en 2022 estuvo actuando a su nombre, y esta edición ha venido con Demolition 23 (Nueva York, 1993-95), banda que montó en la Gran Manzana para tocar versiones con su compadre de los Hanoi Rocks Sami Jaffa y que se ha reunido para dar solo este concierto del Azkena (aunque el año pasado los demoledores giraron por Finlandia).
De 1.57 a 3.16 de la madrugada, Demolition Fucking 23 (como los llamó una vez MM) repasaron 20 canciones, con el bajo de Sami Jaffa muy preponderante, un estupendo baterista y un guitarrista casi inédito (en el escenario 2 se crea una especie de triángulo de las bermudas delante del tablado donde el sonido cambia si te mueves unos metros), y con el líder Michael Monroe con melena rubia y mucha mejor apariencia física que cuando vino hace años con los Hanoi Rocks.
Monroe cantó muy bien, se impuso en la mezcla acústica general y también brilló más entre esas nefastas luces del escenario 2 (qué buenas por el contrario resultaron las de Queens Of The Stone Age justo antes en el escenario principal, que iluminaban el cielo como reflectores antiaéreos, y también el sonido ahí fue muy bueno). Muchas de las revisiones le salieron en plan los Stooges por su crudeza y por sus golpetazos rítmicos: 'Disfuncional', 'Backbiter' de The Rut, 'Ain't nothin' to do' de los Dead Boys, y también la crepuscular, melancólica y derrotada 'Ain't it fun' de los Dead Boys, dedicada a su líder Stiv Bators, «uno de mis héroes del rock and roll», como destacó Monroe, que sopló la armónica en esta y en algunas otras.
Además hubo versiones kamikazes de los susodichos Stooges ('1970' para cerrar en falso y 'I got a right' para acabar definitivamente), y más covers de los Dead Boys (fueron tres en total contando 'What love is'), de Hanoi Rocks, de MC5 (¡'Kick out the jams'!), de los Damned (dos unidos), y un par de piezas originales de MM como la teatral 'You crucified me' (Michael usaba el pie de micro de cruz) y la quizá mejor canción de la velada: 'Hammersmith Palais', melódica y con estribillo pegajoso (no confundirla con '(White man) In Hammersmith Palais' de los Clash).
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