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El rock, con su energía inconfundible y su rebeldía inherente, ha sido la banda sonora de generaciones. Y los y las rockeras, esos personajes que se entregan por completo a su música, protagonizan historias vitales que anidan en lugares especiales en los que suele sonar el género. Desde los acordes desgarradores de las guitarras hasta los potentes golpes de batería, aquello trasciende lo meramente auditivo. Cada cita es una celebración de la libertad, la expresión y la conexión entre una comunidad que comparte buen rollo. Y en la capital alavesa no faltan espacios para celebrarlo.
POR LA MAÑANA
Nada mejor que arrancar la jornada con un buen desayuno. En Cafetería Manai (Lascaray, 8) impera la vitalidad desde primera hora. Para aportar energía extra a sus parroquianos, Fernando García, su responsable, propone unos desayunos contundentes con una amplia variedad de opciones: café, zumo, bollería, tostadas, pintxos de categoría… El hostelero nunca pierde la sonrisa, goza de la buena música y, para colmo, es mago, con lo que la ilusión habita en este lugar.
Tanto el viernes como el sábado, el rock conquista también el centro de la ciudad. El primer día actúan Lisa & The Lips en la Plaza de la Virgen Blanca. Será a partir de las 13.30 horas y la audiencia comprobará que Lisa Kekaula no ha perdido garra. El sábado será el turno de The Pickin' Boopers, un combo instrumental que ha sabido capturar el espíritu del rock & roll clásico, inspirado en las bandas de los años 40 y 50. Y nada mejor que disfrutarlos con una cervecita y un buen pintxo de los que sirven en el Dublín (Herrería, 2) o el vermut incuestionable de Bar Gilda (Zapatería, 4), acompañado por una de esas gildas legendarias que bordan en el lugar.
A LA HORA DE ALMORZAR
Si hay un rincón en el que siempre ha sonado buena música, apunten a El Bode (Herrería, 26). Koldobika y Asier recogieron el testigo de la veterana taberna y la han convertido en lugar de peregrinaje para aquellos que gusten del buen yantar. Sus garbanzos con rape y torreznos, los txitxikis de potro con patata y yema de caserío o el cordero del Gorbea a baja temperatura con su jugo, son algunas recetas brillantes. Más lejos está el Come o muere (Venta de la estrella, 6), el comedor del Hell Dorado donde reina el rock por los cuatro costados. Una decoración divertida y rockera arropa al visitante que puede degustar, por ejemplo, una hamburguesa de ternera de la Montaña Alavesa, con lechuga, tomate, queso, bacon y huevo frito. O uno de sus platos combinados, o un burrito de cochinita pibil con pico gallo… Y, por encargo, su mítico cachopo con jamón serrano, cebolla caramelizada y rulo de cabra.
POR LA TARDE
Si el tiempo acompaña, y parece que sí, el relax ideal se goza en la terraza del Zilarran (Pintorería, 17), donde saborear un buen gintonic es como estar en el Olimpo. Los preparan con mimo y tienen copas variadas, bien preparadas. Para rockeros que no prueben el alcohol está el cóctel Purple Rain, coronado con esos caramelitos lilas característicos. La banda sonora del Extitxu (Pintorería, 3) cautiva. Buena música, diversión a raudales y un trato excelente que convierte en colega a quien traspasa su puerta. Un txupito de patxaran casero reanima allí al más pintado. Y un tentempié camino ya del Azkena no viene mal. El Arima (Herrería, 50) tiene una de las tortillas de patata más deseadas de la ciudad. Es el bocado perfecto antes de sumergirnos de nuevo en el festival.
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