Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Tocar un álbum íntegro, de pe a pa, con las canciones en el mismo orden, es algo que agradecemos mucho los cronistas que cubrimos el concierto, liberados de esa tarea un poco acongojante de identificar los temas, pero en general también tiene sus pegas. Para ... empezar, puede que la secuencia que era buena para un disco no resulte tan bien en el directo, por agrupar lo bueno al principio o por decaer en algún bajonazo intermedio. Para la banda, la ocurrencia puede convertirse en un desafío: las propias L7 han admitido que, cuando decidieron recuperar enterito 'Bricks Are Heavy' para celebrar el treinta aniversario de su edición, tuvieron que enfrentarse con algún corte (el último) que jamás habían interpretado en directo. Y las objeciones del público están claras: que si ese elepé ni siquiera es su favorito, que si hay canciones mucho mejores...
Pero lo cierto es que 'Bricks Are Heavy', que en realidad ya ha cumplido los 32, se presta perfectamente a a este planteamiento. Por un lado, avanza más o menos a piñón fijo y con una calidad consistente; por otro, L7 se lo han ventilado en 40 minutos, casi igual que en la versión grabada, lo que les ha dejado tiempo para un segundo 'set' de éxitos de otros álbumes. Y, además, la maniobra ha brindado la excusa para traerlas de nuevo al Azkena y reconocerlas como los mitos que son. «¡Reinas!», les gritaba una de las fans que esperaron desde las cinco hasta las diez menos veinte. En las primeras filas se respiraba una adoración por la banda que iba más allá de la música.
Y sí, son reinas y, además, cuatro personajes muy diferentes. Donita Sparks, todo un icono del rock y el feminismo, se ha colocado en el centro con su guitarra Flying-V, esa que ellas mismas rebautizaron como 'flying vagina', y con su eterna sonrisa irónica en la cara. A su derecha, la guitarra solista, Suzi Gardner, se mostraba gélidamente cool, impasible, protegida tras unas gafas oscuras que no se quitó hasta la cuarta canción. A su izquierda, la bajista de pelo rojísimo, Jennifer Finch, ejercía de todo lo contrario: gesticulaba, ensayaba coreografías, correteaba absurdamente, se arrodillaba en imitaciones exageradas del rockerismo y, en general, hacía el payaso a gusto. Y, detrás de esas tres 'frontwomen' que se reparten las tareas vocales, la batería Dee Plakas esencialmente tocaba.
Han tenido algunos problemas iniciales con el bajo, y ha sido una pena que eso haya deslucido un poco 'Wargasm', la primera del disco y una de sus mejores canciones, en la que Donita hasta ha reproducido con su voz el sample de gritos de Yoko Ono del original. Pero a partir de ahí todo ha ido rodado y el público ha rendido tributo a un grupo que ha crecido en estatura con el tiempo: sus canciones son tozudas bombas sónicas que suenan frescas y crudas, como recién salidas del ensayo en algún garaje, y muchas ni siquiera cambian de línea de acordes en todo su minutaje.
A L7 las suelen relacionar con el grunge, por las raíces en el rock duro pasadas por el filtro del punk, y con las riot grrrls, por la rebeldía y la actitud, pero en realidad ellas estaban antes, desde mediados de los 80, y su sonido ha envejecido mejor que el de muchos compañeros de viaje noventeros, más afectados y aparatosos. «Este es nuestro mayor hit. No os vayáis después, mantened aquí vuestros culos», ha pedido Donita en la tercera, 'Pretend We're Dead', aunque en realidad los fans han celebrado con la misma energía temas como 'Everglade', 'Slide' (que ha desencadenado un pogo muy vivo en las primeras filas) o, por supuesto, 'Shitlist', ese himno de rabia en el que Donita sube una octava de repente y deja escapar dejes a lo Johnny Rotten. ¿Y qué tal la última, 'This Ain't Pleasure', con sus cambios de ritmo un poco extraños? Pues resulta que la gente también la pogueó, deberían haberla tocado siempre.
Y ahí acababa el disco, pero todo el mundo sabía que había más. Nada menos que siete canciones más, con bombazos como 'Fuel My Fire', 'Bad Things', una 'Shove' con cierto aire blacksabbathiano o, por supuesto, la última, otro himno, 'Fast And Frightening', un tema sobre «la peor pesadilla de papá y mamá» que Donita dedicó a las «señoras, señoritas, chicas», en castellano. Y después se fueron, cada una a su manera: Donita, elegante; Jennifer, con cómica grandiosidad; Suzie, deslizándose sigilosa por detrás de la batería. Y Dee, sí, por fin pudo salir al frente y repartió besos con la mano, como una reina.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.