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La víspera, el viernes, actuaron en el festival Vintoro de Toro, y el sábado los Lendakaris Muertos celebraron sus veinte años de carrera kamikaze a última hora en el tercer escenario del Azkena Rock vitoriano. Ahí, con un volumen tan deficiente que casi estropea toda la buena onda, y debajo de un gran telón de fondo con una caricatura de Pedro Sánchez (la portada de su último disco, 'Mucho asco (casi) todo'), los Lendakaris expelieron una veintena larga de libelos, tebeos y parodias en casi setenta minutos (ejem, llegamos tarde porque nos acercamos con tiempo al escenario 2, tan oscuro que no se veía el posible telón de fondo, y cuando salieron unos tipos y hablaron en inglés, pues rectificamos).
No parecieron estar cansados, ni los cuatro músicos (¡desde siempre somos fans del tamborero, Potxeta Ardanza!) ni su frontman absoluto Aitor Ibarretxe, que no paró de botar (literalmente) de un lado a otro del escenario, de subirse a los pódiums dispuestos sobre el tablado como si ellos fueran un quinteto metálico en vez de uno de punk carpetovetónico, y de bajar para cantar entre la masa y cederles el micrófono (qué risas cuando cantaban tías certificando la capacidad transversal de los navarros, y qué pena que no hubiera bajado en la de 'Detector de gilipolleces', la de los coros agudos y graves alternados: gili, gili..., pollas, pollas).
Acelerados y cerriles, mucho más listos que la media en su escena musiquera, cínicos e irónicos, los Lendas, en la voz de Ibarretxe quien durante el epílogo se hartó de poner el signo del corazón juntando las dos manos, nos llamaron abuelos repetidamente (y Aitor auguró que en el Azkena del año que viene en vez de celebrarse bodas se firmarán testamentos), dedicaron el concierto al foro digital del ARF (vaya, esto lo dijo Iván), no encontraron motivos para criticar a Arde Bogotá, y sugirieron que para haber visto esa misma tarde a los Pleasure Fuckers sobre el mismo escenario habría que haber usado una güija (y es que su líder total fue el difunto Kike Turmix).
Lo de hablar tanto no fue por hablar sin más, sino más bien para recuperar resuello entre tacada de canciones y eslóganes a veces dados la vuelta: 'ETA, deja alguna discoteca', 'Refugees welcome' sí pero en mi casa no, 'Cómeme la Franja de Gaza' sin luego caer en las consignas de parte, o un descarado 'que te vote Txapote' que no caló en la concurrencia, como tampoco caló la lluvia. «Gracias por aguantar como si estuvierais en un concierto de Metallica», dijo una vez Ibarretxe.
Y entre los pildorazos más hilarantes y chanantes subrayemos los de la crítica a la clase obrera ('Tormenta de mierda'), las crónicas de la drogadicción ('Drogopropulsado' muy vía Zeke, 'Modo Dios', y para acabar el 'Ojeras farloperas', en la que no salió a escena el oso panda de peluche gigante), los temazos de hardcore punk (el derrapaje de 'Pablo Echenique', el muy Dead Kennedys 'Centro comercial'...), los de rock and roll sin frenos ('Superhéroes de barrio conflictivo', 'Sanchista y Jujano'), los clásicos en su caso prototípicos o sea sus composiciones que son la esencia de su síntesis ('Veterano de la kale borroka', la citada 'ETA, deja alguna discoteca', y la futbolera y más genial imposible 'Gora España', con Ibarretxe vestido con la camiseta de la selección y besando el escudo).
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