Fue su debut sobre las tablas y lo que había era mucha expectación. A primera vista parecían tener 'The Guapos' un estilo similar a 'The Parrots', con la distinción de que unos son hispanomexicanos y otros sólo madrileños. Si bien las filas iniciales pudieron recordar ... por su público joven a un antro de Malasaña, poco acabó teniendo que ver el espectáculo (uno de los más esperados) con las fiestas del barrio más 'moderno' de la capital.
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El cuarteto formado por Jodorowsky, El David Aguilar, Jay de la Cueva y Leiva canta en español y mira al pasado. En su estética cuidada y en el rock desenfadado de los años cincuenta. Engalanados con conjunto de traje beige formado por pantalón de campana y camiseta de tirantes quinquillera, presentaron un repertorio canalla de poco más de media hora para bailar rockabilly o boogie woogie y olvidar las penas. Con un detalle: sus ayudantes en escena vestían un conjunto de chandal adidas con una vincha en la cabeza. «Estos han quedado. Vamos, no me jodas», bramaba una de las asistentes.
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En este 'minigrupo' (como prefiere que les etiqueten) todos cantan. Pero resulta imposible no echarle una mirada, aunque sea de reojo, al ex Pereza José Miguel Conejo. Sobre todo si toma la voz desde la batería -su nuevo puesto y en el que se siente más cómodo- para entonar frases como «tengan cuidado con los guapos, han llegado a su ciudad. Los puristas nos dicen que no lo hacemos nada mal, no nos importa el murmullo, sólo nos preocupa bailar». Lo recitaron en su canción inicial 'Hey!' a la que siguieron otros temas que apenas llevaban doce horas en las plataformas musicales como 'Objeto Sensual', 'Mis Amigos del Rock', 'Soy Un Guapo', 'Boogaloo', 'Me Cambiaría por Cualquiera', 'Mi Amor To me', 'Dolores', 'Nunca Te Quise' o 'Isabel'.
Cuando lo repasaron de pé a pá, sin bis y con una versión de 'You Can Never Tell' del «primo» Chuck Berry, saludaron en conjunto como hacen los buenos actores mientras se escuchaba de fondo la canción regional mexicana 'La Media Vuelta' de José Alfredo Jiménez. «Esto es muy simbólico. Muchas gracias por el respeto y el placer. Es un bautismo increíble. Nos marchamos, no tenemos más canciones», enunció un emocionado Leiva. Les sobran las tablas y les falta recorrido para comprobar su jugada maestra. El divertimento, por el momento, está asegurado. «Muchas veces te vale más el rollo... que la música», intentaba explicar un espectador a sus colegas a su marcha.
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