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El Azkena Rock Festival celebra su vigésimo aniversario, pues arrancó en 2002, con una edición de tres jornadas y 55 conciertos variopintos que buscan contentar a un público que antaño a veces miraba lo que sucedía dentro desde fuera del recinto de Mendizabala. El remate ... del cartel de su primera jornada, la del caluroso jueves, disfrutado por mucha gente desde el primer concierto de la tarde, signo de que había ganas de Azkena, tenía todos los boletos para satisfacer a los fieles y más allá, pero quedó descompensado: los prototipos del stoner rock Fu Manchu no tuvieron su día y unos divertidos punkis de postal como los Toy Dolls dieron espectáculo, hicieron reír y generaron pogos de los joveznos con el torso desnudo, pues aún hacía calor pasada la medianoche.
No solo perjudicados porque viniéramos de atestiguar el mejor concierto del jueves, el de Micky y Los Colosos Del Ritmo en la carpa Trashville, en sexteto trajeado y a dos guitarras solistas más un saxo reventando el rock and roll, resucitando el yeyeísmo y haciendo corear enloquecida a la parroquia, Fu Manchu (Condado de Orange, California, 1985), apóstoles del stoner rock o rock fumeta, el último gran rock que ha atraído a aficionados jóvenes, fallaron por multitud de razones en su bolo desganado de unas 11 canciones en una hora.
Tocaron a destiempo (o sea sin llevar el tiempo correcto), el escenario les quedó grande, todas sus canciones les quedaron muy parecidas (también la versión de 'Godzilla' de Blue Öyster Cult), su marcialidad quedó por debajo de la efectividad de discípulos como los metaleros cabeceantes Cult Of Luna, y el líder Fu Manchu, el guitarrista y vocalista Scott Hill, hizo el paripé a la guitarra cuando casi todo el trabajo lo sostenía el otro hacha, y se le notó cansado y como cumpliendo un trabajo de modo rutinario, lo cual tuvo visos de ser cierto cuando no concedieron bis a pesar de que se lo solicitaron con insistencia sus fans.
Luego el panorama cambió felizmente con el cierre del jueves a cargo de los punkis monguis Toy Dolls (Sunderland, Inglaterra, 1979), ¡que vinieron dilatando la gira de su 40º aniversario! Liderados por su guitarrista y cantante saltarín Michael 'Olga' Algar, Olga y sus dos secuaces, el viejo Duncan a la batería y el gordi Tommy al bajo, dieron saltos, hicieron coreografías, corrieron como Fito por el tablado (y Olga paseó como Wilko Johnson), hicieron mímica y tocaron 20 temas en 70 minutos con chistes diversos como el de la botella gigante que disparaba confeti o el reparto de gafas a cargo de Olga, el jefe, que se movía veloz como un legionario y casi tocaba tan bien la guitarra.
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Fue un fiestón desenfadado, bastante infantil si quieren, con un humor comparable al de Benny Hill y unas letras coreadas por la masa como si fueran canciones de beber. Se generaron varios momentos de pogo (en uno nos cayó como una cascada un katxi de cerveza seguramente con más babas de punkis que espuma, y en otro una botella de agua acertó al que suscribe en la cara -menos mal que la botella estaba vacía-), y desde ahí delante atendimos a su show colorista desde los trajes y sus pelos teñidos. Si Offspring un par de horas antes habían parecido unos cromos, pasada la medianoche los Toy Dolls se asemejaron a dibujos animados enloquecidos y coreografiados al son de los arreglos de la música (pensamos en Bugs Bunny en 'Cloughy Is a Bootboy!' y en Raska y Pika en 'Spiders in the dressing room').
La peña coreaba como en una ocasión especial temas como 'Up the Garden Path', los tres ingleses intercalaban instrumentales (de Bach, por el final el 'Wipeout' de los Surfaris con el bajo y la guitarra girando como aspas de molino), a un tipo se le rompieron las gafas de ver en el pogo de su canción más famosa ('Nellie the Elephant'), mejor les quedó a los Toy Dolls 'She Goes to Finos' («qué recuerdos», dijo Pato, quien 200 metros antes de la entrada perdió el bono que guardaba desde hacía dos años y tuvo que comprar otro en la reventa por 90 pavos; si alguien lo encontró: estaba en un sobre de una aseguradora), y los ingleses dieron dos bises, el primero con una guitarra de tres mástiles y el segundo con otro momento delirante e infantiloide como su canción bastante onomatopéyica 'Idle Gossip'. Qué risas, oigan.
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