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CARLOS BENITO
Jueves, 26 de marzo 2020, 00:10
Los hijos revolucionan nuestra vida. Le dan un nuevo sentido, al hacer que brote en nosotros un amor desconocido hasta ese momento, pero también llevan a cabo un despiadado trabajo de demolición de todo lo que constituía hasta entonces nuestra existencia. No resulta tan fácil ... retratar de manera fiel esas vertientes casi opuestas de la condición de padre o madre: por un lado está la fascinación ante ese ser pequeñito, el vínculo casi doloroso que se establece con él, el espectáculo incomparable de su desarrollo, pero todo eso es compatible con el agotamiento, la ansiedad, la incertidumbre y, en fin, la nostalgia por todas las cosas que nos gustaban y ya no podemos hacer.
Quizá por eso las viñetas de Paula Kuka tuvieron desde el principio un impacto que ella misma no esperaba. Esta arquitecta de paisajes australiana, conocida en las redes como Common Wild, empezó a dibujar ilustraciones y tiras de cómic acerca de la maternidad y la crianza con una intención muy modesta: quería documentar ese periodo tan raro, con sus luces y sus sombras, para que en el futuro su hijo y su hija tuviesen un bonito recuerdo de esa época de la que no se guarda memoria. Pero, en cuanto compartió su obra en las redes, el efecto se disparó, porque decenas de miles de personas de todo el mundo sintonizaron con sus alegrías y sus tribulaciones, a menudo entremezcladas, y con su forma a la vez tierna y rabiosamente divertida de reflejar experiencias como la culpa, el aislamiento o la inseguridad. Hoy, su perfil de Instagram (@common_wild) ronda los 170.000 seguidores y Paula publica sus dibujos en la prensa australiana y prepara su primer libro. Hablemos con ella antes de repasar diez de sus tiras y viñetas.
-¿Por qué empezaste esta serie? ¿Era para ti algo así como un refugio, una terapia?
-Cuando estaba de baja de maternidad con mi primer hijo, empecé a hacer ilustraciones y a vender láminas: soy arquitecta de paisajes, pero buscaba una ocupación creativa más sencilla mientras estaba en casa con mi hijo. Más tarde, durante esos primeros días borrosos e intensos de quedarme en casa con mi segunda hija, empecé a dibujar cómics que documentaban nuestra vida. Sabía que nunca lograría llenar sus álbumes de infancia y quería recordar ese tiempo tan especial. Empecé a colgarlos en Instagram y mis seguidores crecieron rápidamente. Me di cuenta de que los cómics sobre mi experiencia emocional de ser madre eran los que más interés despertaban, así que fui inclinándome de manera natural hacia eso. La gente me decía que se sentía reafirmada al ver representadas sus propias emociones.
-¿Nos hemos acostumbrado a visiones idealizadas de la crianza, quizá para convencernos de crear nuevos seres humanos?
-Yo creo que tendemos a recibir mensajes sobre los dos extremos. Nos hablan de la burbuja de felicidad y, como madre, yo esperaba sentirme completamente satisfecha quedándome todo el tiempo en casa con mis hijos. Pero también escuchamos cosas sobre el otro extremo, acerca de las complicaciones de salud mental después del parto y de las mujeres que tienen problemas muy serios con la transición, además de los incontables memes cómicos sobre lo difíciles y ridículos que pueden ser los críos. Sin embargo, no creo que estemos tan acostumbrados a que nos hablen del terreno emocional que queda en medio, del hecho de que podemos pasar en cuestión de minutos por la frustración intensa, el aburrimiento, la soledad, la hilaridad y un amor apabullante. La mayor parte de nosotros ocupamos ese terreno intermedio.
-Aunque estamos en puntos opuestos del planeta, he reconocido en tu trabajo un montón de aspectos de mi experiencia familiar. ¿Esperabas ese alcance universal?
-¡Desde luego que no! Cuando miro de dónde son mis seguidores y quién comparte mis dibujos, veo que proceden de todos los países posibles. Incluso gente de naciones que yo consideraría culturalmente muy diferentes o mucho más conservadoras que Australia parecen sentir ese vínculo con mi trabajo. ¡Es algo asombroso!
-¿Qué edad tienen tus hijos ahora mismo?
-El niño ha cumplido los 5 y ha empezado la escuela y mi hija tiene 2. Es un momento muy bonito, porque han empezado a jugar juntos como es debido. Por supuesto, eso también significa que han empezado a pelearse más. La suya es una relación intensa y tumultuosa.
-¿Cuándo ha sido la última vez que te han desesperado y la última vez que te han hecho inmensamente feliz?
-Ayer mismo me harté de las peleas constantes y del griterío y les dije que necesitaban estar separados cinco minutos. Ellos reaccionaron llorando, porque no quieren alejarse el uno del otro, y no pude evitar reírme. La mayor parte del tiempo, su relación me hace muy feliz: mi hijo es un hermano mayor fieramente protector y su hermanita lo adora.
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