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Leire Larrazabal
Domingo, 15 de diciembre 2024, 22:00
Se puede estar solo por muchos motivos. Hay solitarios forzosos y solitarios por elección; hay soledades pasajeras y eternas; soledades que desembocan en la locura y otras que nos llevan al placer y la creación. Se puede estar solo en una isla, como el capitán Pedro Serrano, que inspiró la figura de Robinson Crusoe tras un naufragio en 1526, y también está sola el ama de casa o la estrella del pop que se refugia en la habitación del hotel a la espera de su actuación.
Hay muchos tipos de soledades. El santanderino Juan Gómez Bárcena, con numerosos libros publicados en su dilatada carrera, llega ahora con 'Mapa de soledades'. A partir de una amplia bibliografía y de las vidas de grandes solitarios de la historia y la literatura, desgrana en su ensayo narrativo ese sentimiento no solo en la sociedad actual, sino en diferentes tiempos y lugares, desde los monjes de Santa María de Huerta, en Soria, hasta los 'hikikomori' japoneses, de María Antonieta a Miley Cyrus, del nazi Albert Speer a la escritora Emily Dickinson.
- ¿La soledad es la epidemia del siglo XXI?
- Es un término que me conflictua y que me gusta a partes iguales. Por un lado, me gusta porque sí está hablando de un crecimiento exponencial y potencialmente explosivo de la soledad percibida tal y como lo sienten y la perciben los ciudadanos. Por otro lado, hablar de epidemia parece que estás hablando de un virus que no sabemos de dónde nos viene, y no lo veo así. Si tenemos más casos de soledad es también porque nuestra sociedad tiende a llevarnos a la soledad. Es un problema estructural. Siempre ha habido gente solitaria y que ha sufrido la soledad, pero el grado de magnitud que estamos alcanzando solo se explica si el modo de vida que hemos escogido está potenciando y favoreciendo esa soledad.
- La soledad que no entiende de clases sociales, fronteras...
- No entiende, puede llegar a todo el mundo pero sí hay situaciones que nos dan papeletas: está muy estudiado que hay profesiones (ama de casa) que favorece la soledad; vivir en una ciudad dormitorio favorece la soledad; ser precario, pobre favorece la soledad; ser mayor de 65 o joven... los de mediana edad parece que estamos salvando.
- En el libro aborda diferentes soledades.
- Intenté reflejar todas las formas distintas de soledad, tanto positivas como negativas. Distingo la soledad elegida de la no deseada. Dentro de la soledad elegida hablo de muchos casos pero fundamentalmente de personas con una vocación espiritual, los que se recluyen en un monasterio o hacen una vida contemplativa o los artistas que buscan en esa soledad una forma de comunicación, ya que en cierto modo está pensando en el espectador, lector.
Dentro de las formas no deseadas hay muchísimos pero hablo de aquellas personas que están solas porque no tienen nada (mendigos); de aquellas personas que no tienen nada porque han llegado arriba, son tan famosos que se sienten vacíos, no hay nadie a su alrededor, nadie a quien puedan mirar horizontalmente. Hablo de la soledad de las viudas, de las que buscan el amor y no la encuentran, la soledad de las amas de casa...
- Si tuviera que elegir una soledad se quedaría con la del...
- Soy muy propenso a la soledad del artista. No necesariamente todos los artistas son excesivamente solitarios, pero todos tienen en común que han encontrado la manera de sacar un rendimiento a la soledad y han encontrado un placer en ella.
- Muy diferente la soledad buscada a la no deseada.
- Y es que la frontera es muy estrecha. Alguien puede anclarse para escribir y estar muy contento pero de repente un día te das cuenta que estás solo, y todo lo que era luminoso es oscuro. Un explorador puede estar encantado de buscar experiencias en soledad en lo alto de una montaña o selva pero llega un día en el que se siente lejos de la raza humana. Del mismo modo alguien puede padecer una soledad no elegida y aprender a disfrutarla.
Algunos libros hablan de la soledad como un problema y parece que una persona que sea propensa a la soledad tiene un problema. A veces tampoco es tan problemático que haya personas que no deseen tener tantas relaciones sociales.
- ¿Su percepción de la soledad ha cambiado tras escribir el libro?
- Sí, han cambiado muchas cosas. He sido más consciente de la ligazón entre soledad con capitalismo, cómo hay un peso muy fuerte de los discursos que se nos venden. También de los vínculos entre la soledad y el auge de los populismos, fundamentalmente de los populismos de extrema derecha que están capitalizando y sacando rendimiento al sufrimiento de las personas que se sienten solas.
Yo siempre he disfrutado de la soledad, o al menos de ciertas formas de soledad, pero es un libro que me ha hecho tomar consciencia de que hablar de la soledad es hablar de la necesidad del otro. Necesitamos a los otros de un modo u otro, somos animales sociales. La cuestión es en qué grados los necesitamos y cómo nos los procuramos.
- ¿Cómo es la soledad del escritor?
- La soledad del escritor es dual. Tiene siempre una etapa de necesitar alejarse del ruido, necesitar buscar silencio, el ruido no necesariamente de manera literal, pero necesitas estar separado de tus amigos, de tu familia para poder mirar dentro de ti, pero también mira el escritor alrededor, somos cronistas de un tiempo y de una sociedad. Pero necesitamos esa separación para poder pensar, reflexionar. Todos lo necesitamos, para comprendernos a nosotros mismos, aunque no seamos escritores, necesitamos ese periodo. Pero luego tenemos que comunicar y cualquier arte, en este caso, la escritura, puede sentir el alivio de poder sentirnos entendidos.
- Entonces, todos debemos dedicarle tiempo a la soledad, para recluirnos en nuestros temas.
- Es imprescindible. De hecho, no hay una vida plena si no hay momentos de soledad. Creo que algunas personas están tan embebidas con la idea de que tienen que divertirse todo el tiempo que tienen que hacer cosas todo el tiempo. Pero paradójicamente llenan la vida de cosas que no llegan a disfrutar nunca. Porque muchas veces ese viaje que nos transforma, ese amigo que nos dice la palabra adecuada, ese amor que nos llena llega también porque tenemos la paciencia para vivirlo, para experimentarlo, para pensar en él. Si simplemente ponemos un suceso sobre otro en nuestra vida es muy difícil que nada nos penetre. La soledad es esa pausa, esa interrupción de la vida cotidiana que nos permite asimilar y digerir ciertas revelaciones que si no nos llegarían. Gracias a que podemos parar podemos pensar y creo que esto es imprescindible, como es imprescindible también tener algo de compañía.
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