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Saltan las alarmas: El suicidio en jóvenes y adolescentes es la primera causa de muerte

Saltan las alarmas: El suicidio en jóvenes y adolescentes es la primera causa de muerte

El psicólogo clínico Patxi Izaguirre, que ha publicado 'Prevención del suicidio adolescente', aconseja: «Escuchar primero, acoger, entender y luego orientar, o expresar, en este orden, es decir, autorizar la vivencia del relato»

Leire Larrazabal

Sábado, 29 de marzo 2025

Patxi Izaguirre es psicólogo clínico y experto en la realidad del suicidio juvenil. El panorama actual se vislumbra muy complicado; y es que cada vez más jóvenes sufren mentalmente, se sienten solos e incomprendidos, sin pertenencia a ningún grupo ni propósitos vitales. Es más, se perciben como una carga y fantasean con poner fin a su agonía, imaginando un alivio que nunca llega. Izaguirre nos propone 'Prevención del suicidio adolescente', donde ofrece orientaciones prácticas para ayudar a jóvenes en situaciones críticas. Además, el autor proporciona recursos para educadores, profesionales sanitarios, amigos y el entorno social, involucrados frente al susurro suicida.

- Primer dato escalofriante. El suicidio es la primera causa de muerte en jóvenes y adolescentes entre 12 y 29 años. Y lo que es más terrible, no cesa de aumentar.

- Los datos son abrumadores y las estadísticas existen para despertar nuestra conciencia. Después de la pandemia, las muertes por suicidio en la adolescencia aumentaron significativamente y, lo más preocupante a día de hoy, es lo que siguen aumentando las tentativas suicidas y la ideación suicida. Es un foco problemático porque a menudo nos planteamos como mito o falsa creencia que es una llamada de atención, que en realidad no acaban llevándolo a cabo, pero es mentira, porque sabemos que antes de la ejecución suele haber alguna tentativa u otro tipo de grito, que es una petición de auxilio.

- En el libro enumera una serie de casuísticas de lo más variadas: abusos, acoso, enfermedades irreversibles, pérdidas afectivas, soledad, consumo de tóxicos...

- Es cierto que existe una causa multifactorial, diversas situaciones que pueden estar detrás de indicadores de riesgo para muerte por suicidio. Tenemos que tener en cuenta que el adolescente se siente atrapado, sin esperanza y lo que necesita son miradas o escucha salvadora. Es fundamental no dejarlo solo con su sufrimiento invisible y ayudarle a construir una narrativa relacional, es decir, que pueda abrirse y expresar lo que le está ocurriendo en presencia de otra persona. Esta es una forma de generar esperanza, mentalizar ese sufrimiento traumático y hacer sitio a esa desesperanza para, desde ahí, empezar a trabajar y construir algo positivo.

- ¿La salud mental qué papel juega?

- Tiene un papel muy relevante a la hora de elaborar la prevención, el problema es que solemos acordarnos de la salud mental cuando ya existe algún tipo de síntoma, no tanto en la fase de la prevención saludable. De hecho, en los casos en los que hay alguna ideación o tentativa suicida no se ingresa a los jóvenes en Psiquiatría porque no hay una patología previa. A menudo se tipifica como un trastorno adaptativo o como un sufrimiento inherente a la vida, en resumen, como si fuese un mal menor, pero no es así. En mi opinión, el sufrimiento previo al suicidio o la tentativa también necesita ser atendido por profesionales y con profundidad psicológica para evitar que vaya a mayores. Es, ni más ni menos, como hacemos con la neumonía, no hace falta que sea bilateral para ingresar a la persona porque hay que intubarle, previamente hacemos un cribado y ponemos un tratamiento adecuado. Ojalá se haga esto con el sufrimiento mental y no esperemos a que una contractura emocional derive en una rotura de personalidad.

«No debemos victimizar a las familias porque ellas también sufren con estas situaciones»

- '¿En qué hemos fallado?', la pregunta que se hacen las familias que han sufrido en sus propias carnes el intento de suicidio de un joven. Usted es tajante: la familia también es víctima de lo ocurrido.

- Efectivamente, no debemos victimizar a las familias porque ellas también sufren con estas situaciones. Entiendo que la importancia en la que se encuentran debe ser entendida y atendida desde fuera. No podemos entrar a una tipificación de factores de riesgo, de lo que ha pasado antes o lo que no se ha hecho como si fuera una manera de señalar o acusar a las familias. El acercarnos desde la prevención y la reparación requiere de comprensión, de facilitar o enseñar herramientas comunicativas y no apuntar errores anteriores como las causas de esa muerte por suicidio. La culpa y las preguntas sin respuesta con las que se quedan tantas familias son terribles, por lo que tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de ofrecerles atención. Debe ser sistémica porque la familia también es una víctima en la muerte por suicidio. Cuando ocurre un accidente de moto no se nos ocurre señalar a la familia pregutándonos por qué se compró la moto, nos centramos en darle nuestras condolencias y en apoyarles en su dolor. En las muertes por suicidio también debemos ser humanamente sensatos.

- Otro consejo que lanza: 'Antes de hablarle hay que escucharle'.

- Efectivamente y tengo que decir que escuchar no es nada fácil. La escucha activa requiere de validar el relato, no enjuiciar lo que nos están contando, no interrumpir para decirle lo que debe hacer o lo que no debe hacer... Todo eso dificulta la verdadera comunicación abierta con el adolescente. Necesita sentir que hay una escucha incondicional y que en nuestra mirada no ve ni el susto ni la riña, es la escucha activa. Escuchar primero, acoger, entender y luego orientar o expresar, en este orden, es decir, autorizar la vivencia del relato.

- Usted aboga por crear una silla de cuatro patas: escuela, familia, terapeuta y amigos. ¿Se debe trabajar con esas bases?

- Es importante hacer un trabajo coordinado entre estas cuatro patas de la silla, porque nos van a dar una sensación de contención y de intervención en la misma línea. Por ese motivo abogo para que haya una línea de comunicación, incluso directa, con reuniones en las que puedan estar presente la familia, el profesional del centro escolar, el terapeuta y una representación de los amigos. ¿Por qué? Porque en esas reuniones vemos cómo se genera una red de contención sin confusión.

- Habla también de que estamos más pendientes de aparentar que de ser. Y aborda el egocidio. Explíquenos.

- Estamos generando una sociedad en la que cultivamos más al personaje y su máscara que la persona que llevamos dentro y a la que estamos deshumanizando. Por eso utilizo el término egocidio. El ego para mí es ese personaje que envuelve a la persona interna y cuya búsqueda, la búsqueda de ese ideal, nos está deshumanizando. Por eso yo defiendo que seamos más personas con nuestras luces y nuestras sombras, y que visualicemos más esas sombras intrínsecas a las personas de carne y hueso que realmente somos. Así conseguimos liberarnos en cierta medida de esa tiranía de la idealización.

- ¿Qué ocurre si no hemos podido llegar a tiempo? ¿Cómo es ese duelo?

- Los duelos en los casos de muerte por suicidio son complejos y necesitan atención especial porque el sentimiento de culpa, el estigma o la vergüenza social son cuestiones de calado que necesitan de un ajuste traumático porque hay mucho juicio moral, mucho desconocimiento y mucha incomunicación. La atención temprana es estas muertes traumáticas es clave. Sabemos que las primeras semanas son determinantes a la hora de hacer una buena higiene en ese estrés postraumático y, de no hacerlo, puede ser un indicador de riesgo para que, a medio o largo plazo, se genere más patología. Por ejemplo, en el caso de la DANA, se habló mucho de retirar lodo o acondicionar carreteras, pero ¿cuántos traumas afloraron y cuánta dificultad hubo para empezar a elaborar adecuadamente esos relatos traumáticos? Me temo que no se está haciendo adecuadamente, como ocurrió en la pandemia, y posteriormente vemos esa derivada de trastornos de ansiedad, de depresión y más psicopatología.

- Lanza otro consejo también muy importante: 'Hagamos revisiones psicológicas de verdad'.

- Las revisiones psicológicas con rigor en la adolescencia son fundamentales. De hecho, son un elemento preventivo esencial, porque es la edad en la que se está estructurando la personalidad, vamos a ver algunas faltas identitarias, elementos internos que deben ser detectados o situaciones externas que están erosionando esa construcción de la personalidad. Haría una mención especial a la figura de los orientadores en los centros educativos. En Secundaria y Bachiller se orientan más a una formación académica y no tienen una formación especial en cuestiones psicológicas. La entrevista con una figura de psicólogos especializados en la detección de salud mental en la adolescencia puede ser una medida preventiva adecuada para detectar algunos casos a tiempo y que puedan ser derivados y tratados correctamente. Es fundamental que hagamos un primer cribado de indicadores de riesgo en salud mental en la adolescencia.

- ¿Y las redes sociales qué papel juegan en todo este entramado?

- Bastante importante, pero no podemos demonizarlos ni prohibir a los chavales que las usen o cargar las tintas contra ellas. Tenemos que aprender a darles un uso más humanizado en el que no aparezca solo la tiranía del positivismo, esta especie de euforia perpetua del escaparate perfecto. La realidad se impone y es importante que haya referencias a nuestros temores, nuestras inseguridades, normalizar o humanizar nuestra mediocridad elegante porque, detrás de todo este movimiento hay una soledad comunicativa, una necesidad de ser vistos y valorados, de ser reconocidos y recibir 'likes', de que haya alguien al otro lado que me vea. Por eso mostrar también nuestras sombras, y no solo las luces, nos va a ayudar a sentirnos vistos y a no fantasear con ese supuesto efecto llamada que a veces se comenta con respecto al suicidio, como si hablar de él pueda hacer que haya más casos. Pues no. Tenemos que hablar de ese sufrimiento invisible, de esas heridas, fracasos, temores y errores mucho antes, para que así seamos vistos y entendidos a tiempo; y los adolescentes no fantaseen con la idea de que, una vez que ya no estén, los demás se den cuenta de lo que les estaba pasando. Ojalá en todas las redes hablemos del antes como una forma humana de normalizar nuestras miserias y complejos.

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