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Mar Romera: «Amar a los niños de forma incondicional no es dejarles hacer todo lo que les da la gana»
Charla con padres y madres de la mano de BBK Family

Mar Romera: «Amar a los niños de forma incondicional no es dejarles hacer todo lo que les da la gana»

Estará el próximo martes 5 de octubre a las 17.30 horas en el Bizkaia Aretoa

mirari artime

Viernes, 1 de octubre 2021

Maestra de maestros, licenciada en Pedagogía y Psicopedagogía, autora de varios libros sobre la escuela, la infancia y la didáctica activa, Mar Romera es una de las principales referencias en inteligencia emocional en la educación en nuestro país. También preside la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci y ha creado el modelo pedagógico 'Educar con tres Cs: Capacidades, Competencias y Corazón'. Así que tiene mucho que decir sobre la manera en que estamos ayudando a crecer a nuestros peques, sobre nuestros errores y carencias. Romera estará el próximo martes 5 de octubre a las 17.30 horas en el Bizkaia Aretoa impartiendo una charla. Debido a la alta demanda de solicitudes, se ofrece la posibilidad de verla online. Para ello hay que hacer reserva aquí.

-¿Qué herramientas hacen falta para lograr un desarrollo emocional adecuado de los niños?

- Lo primero de todo es algo que hacemos siempre, que es amarlos de forma incondicional. Y desde ese amor respetarlos tal cual son. Lo ideal sería poder encontrar el equilibrio entre la exigencia y las posibilidades de ser lo que ellos pueden ser y no lo que nosotros queremos que sean.

-¿A qué nos referimos al hablar de inteligencia emocional?

- Hay múltiples interpretaciones sobre el concepto de inteligencia emocional. Lo cierto es que el ser humano es un ser integral que siente y piensa. Y primero siente y después piensa. Por eso lo que nosotros sentimos va a condicionar siempre lo que pensamos. Hablar de inteligencia emocional es entre otras cosas poder elegir la emoción oportuna en el momento oportuno. No es no sentir, llorar o enfadarte.. No. La excelencia viene de la mano de llorar cuando toca, enfadarme cuando toca, reír cuando toca o amar cuando toca. La persona excelente emocionalmente es la que siente y tiene la conciencia de elegir lo que siente.

-¿Cómo se debe actuar cuando un niño se cae; hay que ayudarle a levantarse o tiene que hacerlo sólo?

-El peque siempre tiene que sentir que estamos a su lado, pero no podemos inutilizarlo para hacer lo que tiene que hacer. Hay que buscar el equilibrio entre ambas cosas. Nuestros niños están en una sociedad que los tienen sobrestimulados, sobreprotegidos y sobreregalados, porque creemos que así podemos garantizar su felicidad, sobreprotegiéndolos; no caigas, no subas, no hagas…o regalando; yo te compro, yo te doy… Con todo eso lo único que hacemos es precisamente lo contrario; es no utilizar las habilidades humanas por excelencia que son las de pensar, resolver y 'pelear'. A vivir se aprende viviendo, no puedo aprenderlo por apuntes, por cursos de mis padres, tengo que caerme y levantarme. Pero eso no está reñido con que los peques y adolescentes sientan el apoyo incondicional, que por otra parte van de la mano de unos límites y normas. Apoyar es sentirse protegidos y para ello resulta necesario, aunque a veces no sea fácil, vivir en un mundo con una serie de límites, normas y principios que luego me van a llevar a interiorizar unos valores.

-¿Cómo se puede educar a los padres en inteligencia emocional?

-¡Ojalá tuviese esa barita mágica! De enseñar a los peques sé algunas cosas, pero de adultos, no sólo padres sino también tíos, abuelos y profesorado es más complicado. La clave es poder encontrar el equilibrio y el respeto que nos lleve a tener una mirada de apoyo incondicional hacia la infancia en general, a respetarlos y a percibirlos como ciudadanos de pleno derecho, pero por otra parte con unas condiciones de escucha que conllevan normas y límites. Porque hemos confundido todo.

-¿A qué se refiere?

-El amar de forma incondicional no es dejar hacer todo lo que les da la gana. No tiene nada que ver. Tienes una silla en la mesa del comedor para comer con todos, sin ponerte aparte, pero tener esa silla es jugar a las normas de la mesa. Los adultos hemos confundido esa premisa. Luego además tenemos una dificultad añadida.

-¿De cuál se trata?

-El tiempo, A todos nos falta tiempo y ese déficit está rompiendo los principios básicos de educar. No se puede comprimir en un 'mp3' y dárselo como una pastilla al final del día. Hay que estar, escuchar, apartar los ojos de cualquier pantalla para vincular miradas con miradas. Significa hacer punto de cruz, acompañar en un paseo, buscar piedrecitas al borde un camino. Y todo esto es tiempo para estar y acompañar. Y en la actualidad queremos que la educación sea muy rapidita.

Poner el foco

-¿Qué papel tienen que jugar profesores y el resto de profesionales que también educan a los hijos?

-Evidentemente, yo no enseño lo que se, enseño lo que soy. Y los peques me aprenden a mí. A partir de aquí, los profesionales relacionados con la infancia deberían ser los más cuidados y protegidos de todo el sistema y la sociedad. El profesorado es la piedra angular de una sociedad sana porque yo no elijo en qué casa voy a nacer y además mis padres no son profesionales, pero el centro educativo y el profe en muchas ocasiones son la única segunda oportunidad. La escuela tiene que compensar lo que no se da de manera natural y no podemos jugar a la ruleta rusa: haber quién me toca. Hay profesionales excelentes pero hay otro muchos que no.

-¿Qué les diría?

-Directamente que sólo hay una vida y malgastarla en un trabajo en el que no crece un poquito cada día es muy triste, mientras que a los padres les diría que hay límites porque en muchas ocasiones nos dejamos llevar por la competencia y por la competitividad sobre lo que hace el cole de al lado. La clave está en que los adultos pongamos el foco de nuestra mirada en los niños porque son nuestro principal tesoro sobre el que se sustentan el presente y el futuro.

-¿Ha servido la pandemia para apostar por nuevos modelos pedagógicos?

-Durante todo el periodo del confinamiento y después cuando escuchaba a los compañeros que querían volver a la normalidad yo siempre decía lo contrario; por favor no quiero regresar porque no me gustaba. Por eso, este periodo de diferencia, de crisis, lo veía como una oportunidad para hacerlo todo de una manera diferente. No quiero adelantarme porque quizá es pronto para decirlo pero estoy triste.

-¿A qué se debe?

- A que no solo hemos vuelto a la normalidad, sino que hemos retrocedido. En muchos casos, en numerosos coles hemos ido hacia atrás. No hemos aprovechado esa condición del ser humano que es tan maravillosa que es la creatividad. Hemos tirado de nuevo tiempo atrás, a lo que nos daba alguna seguridad; al pupitre en fila al que ahora además le hemos colocado la pantalla delante. Está mal, muy mal. Nuestra gran fortaleza es lo que las computadoras, los robots o la inteligencia artificial no pueden hacer. No tiene ningún sentido querer cubrir lo que ofrecen porque cualquier dispositivo móvil del bolsillo nos superaría en información y conocimiento infinito. El tema es que hemos confundido el conocimiento con sabiduría. Podría haber sido una oportunidad real de evolución, pero no perdamos la esperanza.

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