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cristina raposo
Lunes, 15 de febrero 2021, 20:58
Tal vez no estén preparados para lo que viene a continuación, pero están a punto de percatarse de que esas clásicas expresiones como, «no vayas descalzo, ¡qué te vas a resfriar!» o «seguro que ayer no te secaste bien el pelo y hala, ya te has resfriado», no son veraces. En absoluto. Los virus ni entran por los pies, ni los catarros se cogen del suelo. Y no, estos microscópicos agentes infecciosos nada tienen que ver con el pelo húmedo (aunque puede que el crío sí pase más frío). Nuestros hijos se resfrían porque están en contacto con otros pequeños que a su vez están resfriados. La pediatra y escritora Lucía Galán Bertrand afirma que las infecciones respiratorias, ya sean catarros, gripes o refriados comunes, se transmiten de persona a persona a través de las gotitas de saliva que emitimos al hablar o también mediante nuestras manos. Pero entonces, ¿por qué se constipan tanto en invierno? Según explica la experta, son varios los factores que entran en juego.
Por un lado, el frío baja las defensas de nuestro organismo y disminuye nuestra capacidad de responder ante cualquier complicación -hasta los pelillos de la nariz (cilios), que sirven de filtro, funcionan de una manera más remolona-. Pero también crea el ambiente perfecto para que proliferen más determinados virus catarrales, como la gripe. Al contagiarse más la gente, el omnipresente patógeno viaja libre y a sus anchas y, claro, en mayor número que en verano. Además, es una época en la que solemos pasar mucho más tiempo en sitios cerrados, lo que facilita su propagación. Nada que no conozcan ya. Solo una cosa es segura: sin virus que se contagie de una persona a otra no existe la enfermedad. En realidad, no puede existir porque el autor de ese malestar no es más que el propio germen. De hecho, si tiene críos en cada se habrá dado cuenta, propablemente, de que este invierno, debido a la obligación de llevar máscarilla, están enfermando mucho menos que otros años. Así lo manifiestan los pediatras.
Así que no se preocupen si sus hijos no se han puesto la chaqueta durante unos momentos, lo único que les pasará es que tendrán más o menos sensación de frío (hagan caso, que lo dice la doctora). «Para combatir el frío lo ideal es poner capa sobre capa, mejor que una sola aunque sea muy gruesa. Ahora bien, de ahí a envolverles como si fuesen cebollas, tampoco. Los niños tienen la misma temperatura de los adultos, ni más ni menos. Es más, ellos se mueven mucho más que nosotros y entran en calor mucho más fácilmente que nosotros», apunta. Y recuerda que la parte del cuerpo por la que perdemos más calor, y los niños en especial, es la cabeza. «Cuanto más pequeños son, más grande tienen la cabeza en comparación con el resto del cuerpo. En esta época una buena medida antes de salir de casa es ponerles un buen gorro. Los guantes y un buen calzado ayudan mucho para mantener el calor corporal», recomienda.
Aunque se trate de afecciones «leves» que se suelen curar en pocos días, si podemos evitarlas mejor. De hecho, mucha gente recurre a remedios caseros para lograrlo. Incluso creen que tomando muchos cítricos, ricos en vitamina C, pueden curar los catarros. Siento decírselo, pero lo del zumito no es infalible. «No suben las defensas, como tampoco lo hacen los jarabes, pastillas, vitaminas u otros remedios caseros», desmiente la pediatra. Sin embargo, algunos estudios han descubierto que tomar este nutriente esencial antes de que comiencen a aparecer las primeras señales del resfriado puede acortar la duración de los síntomas. La vitamina C puede beneficiar a las personas que corren un alto riesgo de resfriarse debido a una exposición frecuente, por ejemplo, los niños que asisten a guarderías de grupo durante el invierno. Porque recuerden, los virus se expanden de persona a persona.
Por otro lado, los virus ya sean gripales, catarrales o bronquiales no se tratan con antibióticos. No mejoran y en ocasiones, según avanza la doctora, pueden empeorar. «Debemos hacer un uso responsable de los antibióticos. La resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial que genera miles de muertes al año en todo el mundo. Si es una gripe, si es un resfriado común no precisa antibióticos. Solo si tras una semana los síntomas no mejoran, si el estado general empeora o persiste fiebre y malestar pasados unos días es cuando hay que sospechar que quizá se trate de una infección bacteriana, en cuyo caso debéis consultar de nuevo con el pediatra», sostiene.
En definitiva, que a nuestros hijos no les va a pasar nada por estar en camiseta y pantalón corto unos momentos. Además, ellos se mueven mucho más que nosotros y entran en calor con más facilidad. Y tranquilos porque ahora están más a salvo que nunca gracias a las medidas que se están tomando en los colegios para prevenir los contagios del Covid (sí, esas que obligan a nuestros pobres pequeños a pasar frío en clase), son la mejor medida para evitar los constipados y gripes.
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