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«Lo peor que puede pasar es que tu hijo te esté hablando y tú estés mirando al móvil»

«Lo peor que puede pasar es que tu hijo te esté hablando y tú estés mirando al móvil»

El doctor Miguel Ángel Martínez-González ha publicado '12 soluciones para superar los retos de las pantallas', donde aglutina las claves para prevenir los problemas de salud mental que provoca un mal uso de los dispositivos

Leire Fernández

Domingo, 6 de abril 2025, 18:48

La problemática de las pantallas para adolescentes y niños es un tema de actualidad en los últimos tiempos. Pocas familias actualmente no están preocupadas por el daño que un mal uso de estas puede provocar en sus hijos. Para ponerle freno y buscar sobre todo soluciones, el doctor Miguel Ángel Martínez-González ha publicado '12 soluciones para superar los retos de las pantallas' en donde aglutina las claves para prevenir adicciones y problemas de salud mental en la juventud.

¿El uso de pantallas en nuestra sociedad se puede calificar de epidemia?

Pienso que sí. Pienso que así como hoy se habla de tabaquismo o de alcoholismo, se acabará hablando de pantallismo.

¿Y las consecuencias de esta adicción se clasifican dentro del ámbito de la salud?

Sí. Yo me he lanzado a escribir este libro, porque pienso que hay un problema grave de salud pública, y ante esto las consecuencias son en cuatro direcciones. Por una parte, tenemos todos los problemas de salud mental, de aumento de depresiones, de suicidios en adolescentes, de conductas suicidas, todo lo que son los trastornos de ansiedad, los déficits de atención, los trastornos de anorexia, las autolesiones,... hay una patología psiquiátrica abundantísima, especialmente en gente joven, que nunca se ha visto así, esa es la primera dimensión.

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La segunda dimensión es todo lo que se refiere a una distorsión masiva de los conceptos de sexualidad, porque hay mucha adicción a la pornografía. Los chavales ven la pornografía desde que son muy pequeños, y la que hay en internet es muy dura, porque hay una escalada en los contenidos, y las empresas de pornografía saben que tienen que proporcionar violencia, agresiones, sexo en grupo, todo tipo de aberraciones, pornografía infantil, etc. Esto hace que estén aumentando las agresiones sexuales, los delitos contra la libertad sexual, constatado que es así por un estudio epidemiológico.

La tercera dimensión es el acoso, hay mucho más acoso al otro lado de la pantalla, depredadores sexuales al otro lado de la pantalla, lo que se ha dado a llamar el grooming.

Y después tenemos un tema que no se ha hablado mucho, la cuarta dimensión sería una afectación de la capacidad de concentración, de la capacidad intelectual, en definitiva una merma de la inteligencia, así como suena, porque se hacen estudios epidemiológicos con cientos de miles de personas y se ve que desde que existen los smartphones con conexión a internet se han ido perdiendo puntos en la media de la capacidad intelectual de la humanidad, así como suena, es muy fuerte. Con datos objetivos se puede decir que nos están volviendo un poco más tontos.

Es muy grave todo esto.

¿Por qué si tenemos tan claros los límites en las adicciones a sustancias con la adicción a los móviles, etc., nos cuesta tanto definirlos?

Porque las sustancias tienen una función meramente recreativa, o sea, de directamente buscar el placer. Las pantallas tienen utilidades. Yo no soy tecnófobo, yo uso teléfono móvil y por supuesto trabajo con un ordenador delante muchas horas al día, pero el problema está como con los coches. Con las pantallas no hay un código de la circulación, no hay semáforos, no hay una edad para sacarse el carnet, es decir, no hay nada de esto.

Todas las medidas de equilibrio que se le han puesto a los vehículos, hay un código de la circulación, hay una señalización horizontal, hay una señalización vertical, hay multas, hay un carnet, hay semáforos, o sea, que todo tiene que tener sus normas de uso, sus regulaciones, las pantallas no las traen. Los gobiernos han sido negligentes a la hora de poner estos límites, y claro, lo tienen que poner las familias.

¿Cree que hay una desconexión entre lo que los padres piensan que es seguro para sus hijos y los riesgos reales que existen en el uso de la tecnología?

Es total la desconexión, sí. Cuando se hacen estudios simultáneamente a padres e hijos, se ve que, por ejemplo, en el tema de la pornografía, los padres están en la inopia, están absolutamente desconectados de la realidad. En el último estudio que se hizo en las Islas Baleares, en un estudio poblacional, si les preguntaban a los hijos reconocían que tenían acceso a pornografía más del 90%, y si les preguntaban a los padres decían que el 40%, o sea que la desconexión es fortísima.

La primera de las soluciones que indica es que los padres debemos dar ejemplo, nos cuesta mucho hacerlo...

Efectivamente es algo costoso, pero yo que llevo muchos años dedicado a la docencia, pienso que en cualquier tarea educativa el primer paso es dar ejemplo personalmente.

Y esto no se trata de ser perfectos, se trata de que los hijos vean palpablemente que sus padres se esfuerzan en ponerse unas metas, en poner límites, en tener unos horarios. Lo peor que puede pasar es que el hijo te esté hablando, la hija te esté hablando, y tú estés mirando a la pantalla del móvil en vez de mirarle a la cara. Eso es demoledor. Eso hay evidencia médica publicada y se ve que daña muchísimo a la psicología de los chavales. Entonces, tienen que ver que sus padres se esfuerzan, que cuando abren la boca para hablarles, se quitan el teléfono móvil de encima, ni lo dejan en la mesa, ni lo tienen en la mano.

Porque ya el hecho de tenerlo en la mano supone decir, mira, lo que me puede venir por este aparatito es más importante que tú. Ese es el mensaje que se está dando con el lenguaje corporal.

¿Cuáles son las señales más comunes de que un niño o adolescente está desarrollando una adicción a las pantallas?

Hay una alteración. Se les ve somnolientos por la mañana, mucho más que estaban antes. Despistados, que le dicen una cosa y no se enteran. Les hablas y no te escuchan porque están mirando la pantalla.

Normalmente lo que hay es compulsión. La compulsión tiene como varios síntomas que están en toda esta escala tradicional móvil. Una es que les ocupa demasiado tiempo la pantalla. Otra es que abandonan actividades importantes por el uso de la pantalla. Otra es que perciben ellos que tienen consecuencias graves pero siguen usándola. Se enfadan mucho si les dices, mira, este día nos vamos a ir de excursión sin móvil. Y ponen el grito en el cielo. Es la gran rabieta. El gran pataleo. Esa es señal clara de que están adictos.

Otro es que lo primero que hacen por la mañana es levantarse y buscar el móvil. Porque tienen síndrome de abstinencia de no haberlo usado durante toda la noche. Es lo que pasa con el tabaco o el alcohol. Lo primero que hacen es tomarse un cigarro o una copa. Y con esto pasa lo mismo. Lo primero que hacen es mirar el móvil. Y esto pasa en los jóvenes, en los niños, en los adultos...

Es el chupito de dopamina que uno se tiene que dar. Porque ya lleva mucho tiempo sin meterse esa dopamina de mirar la pantalla, a ver qué me han dicho, a ver qué me han contestado. Esa ansiedad, que te hace perder libertad. Que te hace tener que recurrir a él. Lo que se hace llamar la nomofobia.

Como el que tiene fobia a los ascensores, claustrofobia. Esto es fobia a quedarse sin cobertura o quedarse sin batería. Y están continuamente buscando cobertura.

Todo eso son síntomas de adicción.

El peligro de la pornografía

Pone mucho énfasis en el peligro que supone el acceso a la pornografía a través de la red, ¿cuál es el impacto de la pornografía en la percepción de las relaciones y la sexualidad de los adolescentes?

Pues esto es tremendo. Porque son una generación entera que ha llegado a la pubertad con el teléfono móvil en la mano. Y entonces muchas veces han presenciado una pornografía muy dura.

Donde han presenciado coito anal antes de que le hayan dado un beso. Es fuerte esto. Y la pubertad es cuando el cerebro está consolidándose en muchas estructuras. En toda esa edad. Por ejemplo, si un niño de esa edad, de 13, 12, 14 años, llega a otro país. Cuando tiene 30, habla el idioma, como si fuera de allí de toda la vida. Porque es que el cerebro está en ese momento fraguando.

Y cuando el cemento está fraguando, aunque le pases el dedo, nada más. Se queda en un impacto para siempre.

Los códigos de sexualidad, de qué es una sexualidad sana, de qué es una sexualidad feliz, de qué es una relación afectiva sexual feliz, no lo están enseñando hoy día ni los padres, ni los colegios, ni el ministro de educación. Hay un mega ministro de educación que es la Corporación Industrial de Pornografía Online. Que no le interesa ni la comunicación, ni la personalidad, ni la inteligencia, ni la sintonía, ni el amor. Le interesa lo meramente genital y somático. Y punto. Y además extremo.

Y eso es lo que se está incrustando. Y lógicamente, la pornografía, como tiene una adicción, pues busca una escalada de contenidos. Lo que al principio podría resultar repugnante, luego acaba considerándose que es normal.

Ahí aumentan las agresiones sexuales, que es lo que se está viendo. Que cada vez los perpetradores son más jóvenes, que muchas veces hacen una violación y la graban en el móvil, en grupo. Entonces, todo esto que nunca se había visto. Cada vez es gente más joven, las víctimas también son más jóvenes. Esto está produciendo un daño a la salud pública muy fuerte.

Y ¿cómo podemos abordar el tema de la pornografía a los padres?

Depende mucho de las circunstancias personales. No se puede dar café para todos, porque es distinto a veces el grado de comunicación que tienen unos padres con su hijo y otros padres con su hija y también la edad es distinta. Pero muchas veces es mejor aproximarse de manera indirecta primero. ¿Qué piensan tus compañeros de clase? Porque he oído, he leído... ¿Tú cómo lo ves? Y nunca juzgando, siempre dando facilidad para que se pueda sincerar, para que en un momento, y muchas veces sin preguntar explícitamente, llegue el chaval y te lo cuente.

Es facilitar la sinceridad, y con mucha paciencia y sin juzgar a nadie, facilitando la comprensión, no ir juzgándoles, ni que sea como un entrometimiento o una invasión de su intimidad.

Familia y sociedad

¿Cómo afrontamos la falta de coherencia del sistema educativo que por un lado da charlas sobre el peligro de las pantallas pero por otra elimina los libros y los sustituye por portátiles?

UNICEF ya ha elevado la voz, diciendo que no se usen esos dispositivos. Ya tenemos evidencia científica, esto hay que decírselo a los centros escolares. Yo en mis clases, yo doy clases en la Universidad de Navarra, sobre todo, en medicina, y en mis clases he llegado a un acuerdo bastante pacífico y cordial. ¿Por qué? Porque he visto que la evidencia científica es que si se toman los apuntes a mano, luego el rendimiento del alumno es muchísimo mejor. Todo esto al principio no se sabía, ha tenido que pasar el tiempo usándose dispositivos portátiles para tomar apuntes, usándolos máximamente los alumnos, para que se recojan los datos, se analicen, se estudien, y se vea científicamente que eso lo que hace es que retrasa el aprendizaje en vez de mejorarlo. Entonces, ahora ya tenemos la evidencia científica como para decirle a todas las autoridades académicas, a todos los centros escolares «dejaros de tonterías y aplicad la ciencia».

Lo de usar ordenadores portátiles o Chrome o tablets o móviles, eso es un lastre. Eso está anticuado, porque la evidencia más reciente científica es que se aprende mucho más tomando los apuntes a mano.

En el libro se nos dan pautas a las familias para superar el reto que supone el consumo de pantallas, pero ¿cuáles son los principales cambios que debería implementar la sociedad en general para proteger la salud mental de los jóvenes en la era digital?

En salud pública hay que hacer intervenciones, no solo educativas, sino también estructurales, que son regulaciones, legislaciones, establecer medidas. A mí me parece que la primera medida, ha habido más de 80.000 padres que lo han pedido al Gobierno de España, padres y madres que han firmado que se prohíba el smartphone antes de los 16 años. Como se prohíbe conducir antes de los 18. Esto se ha pedido y no ha habido ninguna petición en sentido contrario, ¿verdad? Nadie se ha dedicado a requerir que se le dé el teléfono móvil a los niños a los 8 años, o a los 10 años. Es la barbaridad que se está haciendo en el mundo. Es una salvajada excesiva porque se están regalando los teléfonos móviles a una edad que no está ni mucho menos preparado el cerebro para competir con los algoritmos. Entonces, yo creo que esa sería la primera medida.

Y la segunda es que no haya pornografía disponible en Internet que no sea de pago. O sea, que el que quiera ver pornografía, que la pague. Y si una empresa pone pornografía gratuita, que es lo que han hecho siempre los que reparten drogas, primero lo ponen gratuito y luego lo cobran, que pongan la multa del siglo. No una multita, sino el multazo.

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