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Leire Larrazabal
Sábado, 30 de noviembre 2024, 19:55
Hemos pasado de las pantallas grandes a las pantallas pequeñas. La pandemia, y sobre todo el confinamiento, marcó un antes y un después en nuestras vidas. Quedó demostrado que se podía consumir cine a través de la pequeña pantalla. «En ese momento fue un alivio poder seguir viendo películas, entreternos y enriquecer nuestra vida. Se incentivó mucho el consumo audiovisual, especialmente el cine, pero sobre todo las series», sostiene Lucía Tello, coordinadora del Máster Universitario en Estudios Avanzados en Cinematografía de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Pero el caso es que cuando terminó el confinamiento y las salas de cine volvieron a abrir sus puertas, la gente no retomó el hábito de acudir al cine. «Muchos se percataron de las bondades de tener mayor accesibilidad y, por otro lado, acostumbraron al público, y sobre todo a las generaciones que estaban comenzando, me refiero a los adolescentes, a que se socializaran en un modo de ver cine que estaba más centrado en el consumo individual y no en la experiencia colectiva», alega.
Sinceramente, ver películas como series en el móvil, «desvirtúa mucho el sentido del arte cinematográfico pero las nuevas generaciones, la generación Z en especial, de 16 a 26 años, opta por esa vía», cuenta la experta. Destaca la accesibilidad y la universalidad de plataformas como Netflix, Amazon, HBO... ya que se trata de conglomerados mediáticos muy fuertes, muy potentes con un gran nivel de producción y que nos han acostumbrado a ver a la carta. «Pero en España plataformas como Filmin han conseguido también imponerse dentro de un entorno muy concreto, muy monopolizado y entregan un tipo de cine muy distinto al resto de plataformas, sobre todo independiente, de autor, clásico... Las plataformas se han convertido en grandes productoras y no se deben demonizar porque también están haciendo mucho por la industria cinematográfica», aclara.
El público joven se decanta por la ciencia ficción, por la acción y la comedia. Pero los jóvenes, de 15 a 24 años, se decantan más por el terror. En un contexto de crisis social suele haber un auge del terror y la ciencia ficción. «Los jóvenes buscan mayores emociones, catarsis. Y no olvidemos que la industria del cine está más orientada hacia el público adolescente y se retroalimenta. Saben que el público juvenil busca terror y también es la mayor oferta que hay en el cine», describe.
- ¿Qué se puede hacer para captar jóvenes al cine?
- Es educar la mirada, es educar en el tempo que requiere el cine. La gente joven es la que más audiovisual consume pero no están siendo educados en esa mirada de cine, piensan que lo que hacen ya es cine (con esas grabaciones que realizan para Tik Tok por ejemplo). La educación en cómo detectar el arte y cómo aprender en qué se basa es lo difícil y es el reto. Decirles que está bien que consuman este tipo de productos pero esto es cine y no tiene nada que ver con otros productos que puedan estar en las redes sociales o en los programas de televisión. A pesar de que las series de las plataformas ya han llegado a niveles muy altos, el contenido que se ve en las redes sociales es muy pobre. Es simplemente reconducir ese interés hacia algo más intelectual, estético e incluso más enriquecedor para ellos.
Pero el cine no solo está perdiendo público joven. En general va menos gente «porque hay más dificultad para compatibilizar la vida privada con el ocio, por la lejanía de algunos cines y por la falta de diversidad de la programación», achaca Tello. El día del espectador y día senior tienen mucho éxito, por lo que la experta aboga por impulsar esos días o «se sabe que todas las ayudas que da el Estado a la juventud (el bono Cultural), la mayor parte lo invierten en ir al cine. Eso también incentiva a que acudan a las salas y el precio también suele ser una queja, por lo tanto, estaría bien que realizaran ajustes, el IVA...», enumera. Pero tampoco podemos caer solamente en la excusa de que acudir al cine es caro. «El fútbol es mucho más caro, a la ópera por menos de 9 euros es imposible, conciertos... Es verdad que tiene un razonamiento detrás pero achacar solo al precio teniendo en cuenta el precio que tienen otras muchas actividades de ocio (salir, tomar una copa)», aclara. «Yo abogaría por tener más en cuenta el gusto del público, qué es lo que más gusta, que se vea representada más gente, hacerlo más cercano, más accesible, que sea más diverso», concluye.
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