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La Navidad es sinónimo de regalos. Esto es así, sobre todo para los más pequeños que esperan ansiosos al 25 de diciembre y 6 de enero para comprobar si debajo del árbol navideño están sus deseos envueltos en papel de regalo. Sin embargo, vivimos tiempos convulsos y si normalmente a Olentzero y Reyes (guiño, guiño) les cuesta hallar los juguetes de moda, este año con los problemas logísticos derivados de la pandemia, el Brexit y la crisis del transporte puede convertirse en una tarea casi titánica. Y en el caso de que los encuentren: ¿los habrán pagado a precio de oro por la implacable ley de la oferta y la demanda?
Pero vayamos por partes. Según un informe realizado por los analistas de Bank of America Merrill Lynch (BofAML), la situación en el 77% de los puertos más importantes del mundo no puede ser más complicada con retrasos generalizados del tráfico marítimo. Hay escasez de contenedores y de servicios, lo que retrasa, y mucho, el envío de las mercancías por mar. Los barcos tienen que esperar para poder ser descargados, porque aún no se tiene la capacidad suficiente para albergar todo lo que se ha ido enviando tras la reactivación de las actividades paralizadas por la pandemia.
Si a eso le sumamos elementos extra como la subida de los fletes provocada por el alto precio de la energía o el Brexit nos queda una especie de tormenta perfecta que está dificultando que los productos lleguen desde las fábricas asiáticas, sobre todo chinas, a las tiendas de todo el mundo. De hecho, se habla ya de un colapso de la cadena de suministros, bautizado como 'supply chain'. Los plazos de entrega de mercancías por transporte marítimo, de Asia a Europa, se han duplicado de tres a seis meses.
A estos problemas de transporte, hay que sumar un encarecimiento de los materiales de producción con los que se fabrican la mayoría de los productos que llegan a las tiendas. Los plásticos han subido a nivel mundial en los últimos meses un 60%, el acero un 40% y el aluminio un 50%. Por si fuera poco, también existe una escasez de microchips, un componente que encontramos en los juguetes más tecnológicos como robots, consolas de videojuegos o juegos interactivos.
Con este panorama, el encarecimiento de los regalos de Navidad es algo inevitable. «Estamos hablando de una subida generalizada de los precios y ni la magia del Olentzero evitará su impacto general en los bienes de consumo y en el propio transporte por muy sufrido que sea», pronostica Xabier Azarloza, Director General de In Side Logistics, una consultora especializada en transporte y logística perteneciente al grupo empresarial vizcaíno Vasco.
¿Qué pueden hacer Olentzero y Reyes para evitar arruinarse estas Navidades? La solución es sencilla: si todos los años es recomendable comprar los juguetes con cierta antelación, en esta ocasión se deberían adquirir cuanto antes mejor. De esta forma, se pagarán por ellos un precio justo sin que estén inflados por la escasez que, según este directivo, acabará llegando sí o sí en los días previos a la Navidad: «El stock de las tiendas peligrará. Por ello, me hago eco de lo que aconsejan con criterio los expertos de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), que han recordado a los consumidores que las mejores semanas para realizar las compras navideñas serán la primera y segunda de diciembre».
Los beneficios respecto a la enraizada costumbre de adquirir los regalos a última hora pueden llegar incluso a concretarse en determinadas ofertas, algo casi imposible de hallar en la antesala de la Navidad. De todas formas, no hay mayor recompensa que ver los rostros emocionados de los más pequeños cuando Olentzero y Reyes les traen los juguetes que han pedido sin que sean conscientes de lo que realmente ha costado que los tengan en sus manos. Y eso, como todas las cosas importantes de la vida, no tiene precio.
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