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Leire Larrazabal
Miércoles, 26 de marzo 2025, 00:14
Francisco Villar es doctor en Psicología y experto en prevención de conducta suicida y en terapia familiar. Tiene publicados varios libros: 'Morir antes del suicidio' y 'Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos', y, dentro de esta colección, 'Sin pantallas siento y pienso mejor'. Villar nos propone en esta ocasión 'Conociendo mis emociones siento y pienso mejor', un manual para que los niños y jóvenes aprendan a escuchar y validar sus emociones.
- ¿Qué son las emociones?
- Las emociones son reacciones rápidas e involutarias orientadas a la preservación del organismo. Preparan al organismo para una respuesta rápida como son la lucha y la huida. Las emociones han sido una de las mejores estrategias para la adaptación al medio, no únicamente para el ser humano. Podríamos decir que es uno de nuestros grandes aliados para alcanzar el bienestar, con la salvedad de que es un aliado obligatorio, no nos podemos desprender de ellas a capricho, es una convivencia obligatoria, por tanto, lo más inteligente que podemos hacer es colaborar con ellas de la mejor forma.
- Las divide en dos grupos: primarias y secundarias.
- Efectivamente, las emociones primarias son las que compartimos con muchos otros animales, aquellas que somos capaces de identificar a simple vista. Serían como los colores básicos, a partir de cuya combinación pueden encontrarse matices que conforman las secundarias. Ha habido mucho debate en el número de emociones primarias, pero podemos hablar básicamente de seis: la tristeza, el miedo, la rabia, el asco, la sorpresa y la alegría.
Las emociones secundarias, se parecen a las consideraciones que en ocasiones se hacen de los sentimientos, cuando se entienden como una evaluación consciente de las respuestas emocionales. Insistir en referirse a ellas como emociones secundarias es reconocerles la involuntariedad que comparten con las primarias. Así, las emociones secundarias surgirían de la combinación de las primarias, pero estas combinaciones están muy medidas por los valores de la sociedad donde se dan. Tienen mucho que ver con la consideración que puedo tener yo en un ambiente determinado de las reacciones emocionales. Por ejemplo, puedo sentirme profundamente avergonzado por experimentar miedo ante una situación dada, esa consideración no la haría un animal, éste simplemente reaccionaría de acuerdo al miedo, ya sea quedando paralizado o huyendo. Del mismo modo hay gente que se avergüenza por sentir tristeza, o se siente culpable por ello. Las combinaciones pueden ser de la misma emoción, hay personas que se entristecen por estar triste, porque racionalmente consideran que no deberían estarlo, todas estas derivaciones de las emociones primarias, como resultado de valoraciones personales, prejuicios, creencias, valores, son lo que llamamos emociones secundarias.
- ¿El amor no se considera una emoción?
- Podríamos decir que se comporta de forma diferente en algunos aspectos y comparten otros. El primero es el factor temporal, la duración. Las emociones son reacciones rápidas e involuntarias, de una duración relativamente corta, a menos que mantengamos los mecanismos de reactivación. El amor es mucho más lento y más constante, más mantenido en el tiempo, nadie se enamora durante tres segundos y se le pasa. Yo puedo estar enamorado y enfadarme con la persona que amo, de hecho, puedo enfadarme muchas veces, puedo asustarme de la persona que amo, puedo entristecerme y seguir enamorado. El amor puede incluso ser un intensificador de las emociones primarias, no siempre un atenuante. Podríamos decir que el amor constituye el ambiente donde suceden las cosas, puede mediar y modificar mis reacciones emocionales, pero no las elimina. Ciertamente, comparte con las emociones el hecho de la involuntariedad, o de la sensación de involuntariedad. En este sentido, a mí me gusta hablar más de sentimientos. Reservaría este concepto, no para la valoración consciente de las reacciones emocionales básicas, sino para estos estados más permanentes como el amor, incluso también el odio.
- ¿Todas las emociones se pueden y se deben controlar?
- No, todas las emociones tienen que ser validadas, no controladas, pero hay que clarificar que validar no quiere decir que toda reacción emocional sea ajustada, o sea en respuesta a una situación externa. Es decir, que una persona tenga una reacción de miedo ante una araña, no convierte a la araña en peligrosa, tampoco a la persona en un cobarde. Es normal tener miedo ante una araña (aceptación), no eres un cobarde (no juicio), aunque tengas ganas de huir, no deberías hacerlo, porque la situación no es peligrosa y si huyes incrementas el temor. De modo que, no todas las emociones derivan de estos mandatos del 'deber', todo imperativo delante de una emoción es un error. Una persona no debe, o tiene que, sentirse de una determinada forma, o experimentar una determinada emoción. Lo que sí podemos y debemos controlar son las acciones que nos pide esa emoción. Lo que sí podemos y debemos controlar son las acciones que nos pide esa emoción. Aunque suene muy elemental, un niño tiene que saber que es normal enfadarse con su hermano, y no pasa nada por ello, pero eso no quiere decir que pueda pegar al hermano. Nos podemos enfadar, pero no tenemos que actuar guiados por esa emoción. Me puedo asustar de una situación determinada, pero no puedo huir de todo aquello que me hace experimentar miedo.
- ¿No podemos dejar llevarnos por las emociones? En algunos casos resulta complicado, ¿no cree?
- Si tienes dos años, totalmente de acuerdo. Pero si con esa edad no te privan de las oportunidades ecológicas de ejercitar tu tolerancia a la frustración, tolerancia a la espera, primeros fundamentos básicos de las emociones como que, todas se pasan y luego retorno a la calma, serás más capaz de enfrentar las siguientes etapas. Cuando llegues a los 8 años, con la maduración de algunos procesos atencionales, y aprovechando todas las oportunidades de reconocer tus propias emociones y ejercitar tolerancia e incluso aprendiendo a surfearlas, siguiendo los modelos de gestión emocional de los adultos, tendrás mejor manejo de las reacciones emocionales. Con todas estas habilidades adquiridas en las primeras etapas del desarrollo, estarás más preparado para afrontar el máximo reto, entre 11 y 15 años, en pleno despertar hormonal, con el prefrontal todavía inmaduro. También en esta etapa, si aprovechas las oportunidades ecológicas, con la colaboración de la maduración de tu cerebro, en la edad adulta te encontrarás con eso que dice, que 'solo algunos casos te resultará complicado no dejarte llevar por tus emociones', pero que, en la mayoría de casos, sí que conseguirás mantener unas decisiones más meditadas, más adaptativas y no tan caprichosas.
- ¿No hay emociones positivas y negativas?
- Las emociones son necesarias e inevitables, en la mayoría de casos útiles, y cuando no lo son, podemos aspirar a que lo sean. Hay muchas situaciones que requieren de una respuesta rápida, que requieren de la activación del organismo que las reacciones emocionales garantizan. Hay otras situaciones que requieren de un ajuste social. Si estás acompañando a tu amigo en el funeral de un ser querido para él, la tristeza no parece una emoción negativa, todo lo contrario, puede ser una reacción totalmente ajustada. En esta situación, podríamos interpretar a la alegría como una emoción negativa. Lo mismo sucede con otras como la rabia, hay situaciones que son sencillamente intolerables e injustas, y no enfadarse por ellas no es un acto positivo.
- Usted en el libro ayuda a identificar las emociones que existen, a entenderlas y luego señala que hay que surfearlas.
- Sí, son los pasos del plan de ruta emocional, en primer lugar, identificar qué siento, en segundo lugar, aceptarlo sin juicios y, por último, tomar las decisiones de actuación más adecuadas. En algunas ocasiones pueden ser surfearlas pero hay otras ocasiones en las que lo más inteligente es zambullirse y dejar que pasen por encima, sin mucha filigrana ni resistencia.
- ¿Las emociones son nuestras mejores aliadas para que las decisiones que vayamos a adoptar sean las idóneas?
- Digamos que son un colaborador imprescindible, también irrenunciable. No es real pensar que vamos a poder estar libres de su infancia, del matiz que pueden poner en nuestra forma de entender las cosas. En muchas ocasiones nos ayudan a tomar decisiones, en muchas otras ocasiones nos ayudan a explicar de forma más adecuada las decisiones que hemos tomado. En todas las otras, cuando en lugar de unas aliadas, se acaban convirtiendo en un impedimento, aquí nos toca entrar en los procesos de regulación de cara a ajustar las respuestas a la situación.
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