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En este mes de septiembre, con la vuelta al cole y el final del verano, que de manera oficial, y triste para algunos, terminó este pasado martes, en infinidad de casas ha tocado actualizar el armario y también el zapatero. Muchos txikis han estrenado calzado para sus primeros días de clase. Más allá de la marca, el modelo, el color o si llevan cordón o velcro, ¿se ha asegurado de que lo que llevan sus hijos en los pies sea lo más adecuado para ellos? Según explica a este periódico la podóloga Lara Pemán, de la Clínica AVANTI, «desde la infancia hasta la edad adulta pueden aparecer diversas patologías relacionadas con el desarrollo, y el uso de un mal calzado en la edad infantil puede acarrear consecuencias que se arrastren a lo largo de los años«.
Esto se puede manifestar en forma de deformidades en los dedos, y en los comúnmente denominados 'uñeros', llegando incluso a derivar en posibles acortamientos musculares o en sobrecargas, pasando por alteraciones dérmicas o eccemas que pueden ser causados por ciertos materiales sintéticos. «Desde la infancia hasta la vejez, en los pies van sucediendo una serie de desarrollos que, tratándose a tiempo, pueden evitar problemas en futuras etapas. De ahí la importancia de un buen calzado, porque muchos problemas relacionados con la pisada de los más pequeños se pueden corregir si actuamos a tiempo«, señala.
Esta experta desaconseja totalmente una costumbre muy arraigada, la de heredar zapatos. Por casi nuevos que parezcan a la vista, eso de 'que los ponga el pequeño hasta que se gasten del todo', a su juicio debería evitarse ya que entraña muchos peligros. «No hay dos personas que caminen igual, cada uno tenemos nuestra propia biomecánica y forma de movernos. Una mala adaptación a un calzado puede generar dolor o incluso torpeza en el pequeño ya que el calzado que usa ya tiene una forma viciada«.
Pemán aconseja además prestar especial atención al tipo de material del que está hecho el calzado. «Es preferible que sea natural (piel, algodón...), para que ayude a la transpiración. También es importante palparlo bien por dentro antes de comprarlo, para poder comprobar que no haya ninguna costura que pueda dañar el pie«. Además, esta podóloga recuerda que por norma general los pies están ligeramente más inflamados en las últimas horas del día, por lo que recomienda tenerlo en cuenta a la hora de probar o adquirir algún par.
También apunta esta serie de consejos dependiendo de la edad de los más pequeños de la casa:
«Los peques realizan su desarrollo psicomotor en sus primeros 9 meses, es a partir de entonces cuando comienzan a gatear. Hay que tener en cuenta que en esta primera etapa el pie tiene más sensibilidad que las manos, por lo que es una parte del cuerpo muy importante, una gran entrada de información del mundo exterior. Por lo tanto, hasta pasado este primer año y medio, no es recomendable calzar al bebé, ya que se condiciona el crecimiento de la estructura, y cubrimos receptores que ayudan al desarrollo de su inteligencia«.
«En esta etapa lo más importante es la talla del calzado. Debemos tener en cuenta que el bebé está en pleno crecimiento, por lo que el pie crecerá una media de una talla cada dos meses, así que un tallaje erróneo conllevaría a rozaduras o incluso alteraciones digitales. Teniendo esto en cuenta resaltamos que el calzado debe tener una distancia de 1 centímetro entre los dedos y la punta del zapato, y una suela flexible de entre unos 3 y 5 milímetros. Aquí suele ser mejor un cierre con velcro, ya que proporciona autonomía, comodidad y seguridad ante posibles tropezones por cordones desabrochados«.
«Hay que tener en cuenta que en esta etapa de crecimiento el pie puede aumentar hasta unos 8 milímetros de media cada trimestre. Además, no debemos olvidar que el calzado de uso escolar lo mantienen entre 9 y 12 horas cada día. Por lo tanto debemos buscar una calzado de sujeción, con suela de 8 milímetros aproximadamente y con puntera flexible para ayudar al movimiento de todo el pie. Esta edad ya supondría un buen momento para enseñar a los txikis a atarse los cordones, así también el calzado proporciona una mayor sujeción y estabilidad en los movimientos«.
«Ya a partir de esta edad se considera que el niño tiene una marcha adulta. Es entonces cuando buscamos un calzado estable en la zona del talón pero sin un contrafuerte excesivamente rígido, con una suela flexible y cordones que proporcionen un buen ajuste. Por otro lado, hay que tener en cuenta las actividades extraescolares que realizan los peques. Por norma general se tratan de diferentes deportes, que deberían contar con su calzado específico, ya que son calzados pensados únicamente en la biomecánica a realizar en dicha actividad física. Es bueno empezar aquí ya con el cambio de calzado dependiendo de la actividad a realizar ya que proporciona al pie cierta variación, y evita así que el mismo se acostumbre a un calzado y unos materiales en concreto. Teniendo esto en cuenta, tampoco es recomendable que nuestros peques ya vayan con el calzado de extraescolares al colegio«.
Además de todo esto, y pese a que no haya a priori problemas visibles en las extremidades inferiores de los más pequeños y en su forma de caminar, la podóloga Lara Pemán recomienda la realización de un estudio biomecánico de control cada año, para vigilar el crecimiento de los pies, recordando que «la mayor parte de las alteraciones que puedan surgir están a tiempo de ser corregidas».
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