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CARLOS BENITO
Miércoles, 12 de febrero 2020
Cuando la ministra ugandesa de Infancia y Juventud, Florence Nakiwala Kiyingi, intentó poner fin a las actuaciones de Fresh Kid invocando la legislación que prohíbe el trabajo de menores, la medida provocó un doble efecto. Por un lado, suscitó un encendido debate nacional que todavía hoy, casi un año después, sigue activo: ¿qué era más justo, permitir que un rapero de 8 años continuase con sus bolos o devolverlo a la pobreza en la que malvivía hasta entonces su familia? Por otro, consiguió dar el empujón definitivo a la carrera del pequeño cantante, que aprovechó la circunstancia para lanzar 'Bambi', uno de sus mayores éxitos. La letra de la canción (cuyo título significa 'por favor' en idioma luganda) alude directamente a ese veto del gobierno y sus posibles consecuencias personales: «¿Por qué me devuelves a un pueblo sin futuro? / Recuerdo cuando no teníamos nada. / Conseguir comida y dinero para las facturas era muy difícil. / 'No puedo ganar lo suficiente con mi trabajo', / le decía mi padre a mi hermano mayor (...). / Ahora que veo a mis padres sonreír, / tengo miedo de volver a casa y ser de nuevo una carga para ellos».
Lo cierto es que a la ministra no le faltaba una parte de razón, aunque quizá sí anduvo un tanto escasa de tacto diplomático. A medida que la figura de Fresh Kid se ha hecho más y más famosa en el país, son lógicos los recelos de que se pueda convertir en una marioneta en manos de adultos sin escrúpulos que pisoteen sus derechos. El jovencísimo rapero, cuyo nombre real es Patrick Ssenyonjo, fue descubierto a finales de 2018 en su distrito, Luwero, una región agrícola del centro del país. Fik Fameica, un conocido rapero ugandés, actuaba en un bar y, antes de empezar, preguntó si alguno de los asistentes se atrevía a medirse con él en un duelo de 'freestyle'. El que subió al escenario fue el diminuto y descarado Patrick, que entonces tenía 7 años y se ganó de inmediato un mánager y un porvenir en la capital, Kampala. Hay que precisar que, por mucho que aquella batalla fuese improvisada, las letras de las canciones más conocidas de Fresh Kid no son obra suya sino de compositores adultos, aunque también conviene destacar que las recita con admirable 'flow' y con una voz mucho más atractiva que la de otras estrellas infantiles.
Según ha recogido la agencia Reuters, Patrick cobró 125 euros por su primera actuación, lo que equivale al salario mensual de un profesor ugandés. En este tiempo, ha ofrecido conciertos en Emiratos Árabes Unidos e incluso ha ganado un premio en Estados Unidos por uno de sus vídeos. El trasfondo de miseria al que aluden sus canciones no es ninguna invención, porque sus padres, separados, subsistían con empleos de circunstancias: su padre se dedicaba a hacer manicuras (ahora ha podido abrir un modesto salón de belleza en Kampala) y su madre vende té en un puesto callejero. El chaval ha declarado que aspira a comprar una parcela de tierra para su madre y montarle su propio negocio: «Además, podré mandarle algo de dinero para que también disfrute de la vida», ha planeado este apasionado del fútbol, admirador de Messi y Cristiano Ronaldo.
La intervención de la ministra amenazó con truncar la floreciente carrera del niño. Varios diputados de la oposición se le echaron encima: «Lo que tiene que hacer es llevar a este chico a una escuela de música», propuso uno, insistiendo en que otros países cuidan y forman a sus jóvenes promesas deportivas o artísticas. No obstante, las críticas de Florence Nakiwala Kiyingi y el subsiguiente debate sirvieron para poner coto a una situación que amenazaba con desbordarse. La familia se comprometió a que la música no se interpondría en la educación de Patrick y una fundación le concedió una beca para que acudiese a una buena escuela de la capital. «Fresh Kid es un estudiante excelente, / quiero leer y ganar dinero, llevo una buena vida. / No estábamos en el pueblo por elección nuestra, / otros siguen allí luchando por comer. / Quiero volver y llevarles algo / y construir casas para mi madre y mi padre», canta en 'Bambi'.
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